Carta de Charles Darwin a John Stevens Henslow [15 septiembre 1831]
“El capitán FitzRoy es todo lo que puede ser de grato, si fuera a alabarlo solo la mitad de lo que me siento inclinado, a pesar de haberlo visto solo una vez, le parecería a usted absurdo…[…] No puede usted imaginar nada más grato, gentil y abierto que las maneras del capitán FitzRoy para conmigo. Si no congeniamos seguramente será por mi culpa”.
Así de optimista y elogioso se mostraba el joven Charles Darwin tras su primer encuentro con el capitán que iba a dirigir su expedición durante los próximos años. A ojos del naturalista, FitzRoy aparecía como un hombre experimentado (a pesar de tener solamente cuatro años más que Darwin), una persona disciplinada, de trato afable y dispuesta a agradar. Darwin mantuvo esta favorable opinión del capitán durante gran parte del viaje y, aunque no se puede decir que se convirtieran en amigos, sí que hubo una relación correcta durante los cinco largos años que tuvieron que compartir un pequeño camarote y las incomodidades de un barco de esas características.
Carta de Charles Darwin a su hermana Susan Darwin [09/14 de septiembre 1831]
“Te daré una prueba de que FitzRoy es un buen capitán: todos los oficiales serán los mismos del anterior viaje y dos tercios de su tripulación y los ocho infantes de marina que fueron antes con él, todos se han ofrecido a volver de nuevo, así que el servicio no puede ser tan malo”.
Unos días más tarde y tras algunos encuentros más con el capitán para la organización del viaje, Darwin vuelve a escribir a su hermana reiterando su admiración por FitzRoy.
“Por mis cartas anteriores, quizá llegaste a pensar que admiraba yo a mi bello ideal de capitán, pero todo ello no es nada respecto de lo que siento ahora. Todo el mundo lo alaba y, si juzgamos por el poco tiempo que he compartido con él, no hay duda que lo merece. Esto no quiere decir que una admiración tan intensa como la que siento por él pueda durar para siempre. Nadie es un héroe para su ayuda de cámara, como dice el dicho, y desde luego que me encontraré en el mismo predicamento con el tiempo”.
Además, en la primera carta a su hermana, Darwin hace una pequeña profecía que, como comprobaremos más adelante, no se iba a cumplir:
“No creo que nos peleemos por la política, aunque Wood (como debe esperarse de un irlandés de Londonderry) advirtió solemnemente a FitzRoy que yo era liberal”.
Mucha gente cree que las escasas, aunque potentes, discusiones que tuvieron Darwin y FitzRoy durante el viaje en el Beagle se debieron a motivos religiosos, y no es cierto. Tanto el capitán como el filósofo (así llamaba la tripulación al joven Darwin) se enfrascaron en varias disputas pero siempre por motivos políticos y sociales. Las desavenencias religiosas llegaron mucho más tarde, casi 30 años después, a raíz de la publicación en 1859 del Origen de las especies.
En el barco, no obstante, la gran discusión entre Darwin y FitzRoy se produjo por un asunto que imprimió una profunda huella en el naturalista: la esclavitud.
Carta de Charles Darwin a John Maurice Herbert [01 de junio de 1832]
“[Durante su estancia en Brasil] No me había dado cuenta de cuán íntimamente está conectada la que podríamos llamar parte moral con el goce del paisaje. Tales ideas, al igual que la historia del país, la utilidad de los productos y más especialmente la felicidad de la gente, nos acompañan. Pero cambia al trabajador inglés por un pobre esclavo que trabaja para otro y ya no reconoces el mismo paisaje”.
A pesar de lo que se pudiera pensar, sobre todo por las grandes ilusiones que Darwin se hizo al inicio del viaje, nuestros dos personajes nunca llegaron a ser grandes amigos. De hecho, si tuviésemos que juzgar su relación por las cartas que se escribieron en toda su vida tendríamos muchas dificultades puesto que apenas se intercambiaron un puñado de ellas.
Para conocer a fondo la intensa relación entre Darwin y el capitán, lo más eficaz es acudir a la “Autobiografía” que el propio naturalista escribió haciendo gala de una sinceridad en muchos aspectos implacable.
“FitzRoy poseía un carácter singular dotado de muchas facetas muy nobles: era un hombre entregado a su deber, generoso hasta el exceso, audaz, decidido, de una energía indomable y amigo apasionado de todo el que se hallase bajo su autoridad. Sería capaz de asumir cualquier tipo de inconveniente para dar su ayuda a quien pensaba que la merecía”
“El temperamento de FitzRoy era de lo más desventurado. Así lo demostraban no solo su apasionamiento sino sus accesos de prolongada taciturnidad con quienes le habían ofendido. Solía empeorar en las primeras horas de la mañana, y con su vista de águila era, por lo general, capaz de detectar cualquier cosa que estuviese mal en el barco, y a continuación se mostraba implacable con sus acusaciones. Cuando se turnaban antes del mediodía, los oficiales de menor rango solían preguntarse “Cuánto café caliente se había servido aquella mañana”, con lo que se referían al humor del capitán. Era también un tanto suspicaz, y de vez en cuando, muy depresivo, hasta el punto de rayar la locura en cierta ocasión. A menudo me parecía que carecía de sensatez o de sentido común”.
“Conmigo se portó con una amabilidad extrema, pero era un hombre con el cual resultaba muy difícil convivir con la intimidad derivada necesariamente del hecho de comer solos en el mismo camarote”.
“Tuvimos varias peleas y cuando perdía los estribos era absolutamente irrazonable. Al comienzo del viaje, por ejemplo, en la localidad brasileña de Bahía, defendió y elegió la esclavitud, que a mí me parecía abominable, y me dijo que acababa de visitar a un gran propietario de esclavos que, tras convocar a muchos de ellos, les había preguntado si eran felices y deseaban ser libres, a los que todos habían respondido con un: “No”. Yo le pregunté, quizá con cierta sorna, si pensaba que las respuestas dadas por unos esclavos en presencia de su dueño tenían algún valor. Esto lo sacó de quicio y me dijo que, si dudaba de su palabra, no podríamos seguir viviendo juntos. Pensé que se me obligaría a dejar el barco, pero en cuanto se difundió la noticia, el capitán mandó llamar al primer teniente para calmar su furia insultándome a mí, me sentí profundamente gratificado al recibir una invitación de los oficiales de la sala de armas para que comiera con ellos.
No obstante, al cabo de unas horas, FitzRoy demostró su habitual magnanimidad enviándome a un oficial con sus disculpas y una petición para que siguiéramos compartiendo su camarote”.
De esta tensa relación, y también de la disputa a cuenta del espinoso asunto de la esclavitud, Darwin se explicaba así en una carta a Henslow:
Carta de Charles Darwin a John Stevens Henslow [16 junio 1832]
“El capitán hace todo lo que está en su mano para ayudarme, y nos llevamos bien, pero doy gracias a mi buena fortuna que no me haya convertido en un renegado de los principios liberales. No seré un conservador aunque tan solo sea a cuenta de sus fríos corazones acerca del escándalo de todas las naciones cristianas: la esclavitud”.
Finalizando el viaje, y tras cinco años embarcado, Darwin escribe a su hermana Susan resumiendo el estado de la relación con el capitán en los últimos meses.
Carta de Charles Darwin a su hermana Susan Darwin [28 de enero 1836]
“En los últimos doce meses he estado en muy buenos términos con él. Es un hombre extraordinario y de noble carácter, aunque por desgracia afectado por ciertas peculiaridades de su temperamento, de lo cual nadie se da tanta cuenta como él mismo, lo cual se demuestra en sus intentos por controlarlo.
A menudo dudo de cuál sea su fin: bajo muchas circunstancias estoy seguro de que será brillante, pero por otras me temo que no será feliz”.
En esta ocasión, Darwin sí acertaría de pleno con su profecía. FitzRoy fue un hombre brillante, al que bien podemos considerar hoy como el padre de la meteorología moderna, pero que tuvo un final trágico y suicida, como él mismo temió durante su vida.
Una vez finalizada la travesía del Beagle, Darwin y FitzRoy apenas mantuvieron el contacto, salvo en algunas cartas sueltas, una de ellas escrita con indignación y enfado por parte del capitán a cuenta de los créditos en el prólogo de la obra Zoology of the voyage of HMS Beagle.
El final, y abrupto desencuentro, entre los dos personajes lo resume mejor que nadie el propio Darwin en su Autobiografía:
“Tras mi vuelta a Inglaterra, solo vi a FitzRoy de vez en cuando, pues temía siempre ofenderle sin querer, como lo hice realmente en un caso sin posibilidad de reconciliación”.
Darwin se refiere aquí a la carta de FitzRoy de 16 de noviembre de 1837, aunque el colofón final de su relación llegaría en 1859 con la publicación de su obra más célebre.
“Más tarde se mostró muy indignado conmigo por haber publicado un libro tan heterodoxo como El origen de las especies, pues en esa época Fitzroy se había vuelto muy religioso. Me temo que hacia al final de su vida se empobreció mucho, debido en gran parte a su generosidad. De todos modos, tras su muerte se organizó una suscripción para pagar sus deudas. Tuvo un triste final, por suicidio, exactamente igual que su tío Lord Castlergah, a quien se parecía mucho en modales y aspecto.
Su carácter fue, en varios sentidos, uno de los más nobles que he conocido, aunque empañado por graves imperfecciones”.
Para finalizar, me gustaría recomendar el libro «FitzRoy, capitán del Beagle» de John y Mary Gribbin, en cuya introducción se recogen las que posiblemente sean las palabras más célebres de Darwin sobre su compañero de viaje:
«A mi entender, es un individuo extraordinario. No había conocido jamás a un hombre capaz de convertirse en un Napoleón o un Nelson. No le llamaría listo, aunque estoy convencido de que no hay misión demasiado noble o ambiciosa para él. Su influencia sobre los demás es muy curiosa: antes de conocerle me habría resultado incomprensible el grado al que cada oficial y marinero siente la menor reprimenda elogio. Su peor fallo como compañero es un silencio austero, producto de su carácter excesivamente pensativo. Tiene muchas y muy importantes cualidades positivas: en conjunto es la persona con el carácter más fuerte con el que haya congeniado en mi vida».
Este post ha sido realizado por Javier Peláez (@irreductible) y es una colaboración deNaukas con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.
Rawandi
La esclavitud no deja de ser una cuestión religiosa, ya que el Nuevo Testamento es un libro esclavista: «Ustedes, los que son esclavos, deben someterse a sus amos con todo respeto. Hagan lo que ellos les ordenan, no solo si son bondadosos y razonables, sino también si son crueles.» (1 Pedro 2,18); «Entonces aquel esclavo que entendió la voluntad de su amo, pero que no se alistó, ni hizo conforme a la voluntad de él, será golpeado con muchos golpes.» (Lucas 12,47).
Los cristianos ‘conservadores’, como FitzRoy, tendían a ser lógicamente partidarios de la esclavitud. Darwin, al ser en aquel entonces un cristiano ‘liberal’ (es decir, lo contrario de conservador), no se sentía tan atado a la palabra de Dios y en consecuencia podía declararse antiesclavista.
Jorge Avalos
Sacas de contexto el pasaje de Lucas, esa frase es de una PARÁBOLA, si no se cita completa, entonces el sentido cambia. En cuanto a la de Pedro también la sacas de contexto, ya que hay muchas palabras antes y después que moderan y le dan su verdadero sentido a esa oración: El sufrimiento por Cristo y para llevar a Cristo a los paganos (tal vez incluso para convertir al esclavista).
Y no te parece que en una sociedad esclavista la frase de San Pablo en Efesios 6:9 es muy «liberal»: «Y ustedes, amos, traten a sus esclavos de la misma manera. No los amenacen; recuerden que ambos tienen el mismo Amo en el cielo, y él no tiene favoritos.» Esta frase muestra el cimiento de todas los movimientos anti esclavistas, la igualdad de dignidad. (También es otro punto de la actual ética occidental que tiene su origen en los valores cristianos.)
Entiendo tu idea de los cristianos «conservadores» y «liberales», pero ten por seguro que las Escrituras no eran el motivo de disputas. De hecho, muchos de los promotores del anti esclavismo eran cristianos, que ellos sí, estaban motivados por su religión para combatir el esclavismo.
Trata de ver el tema religioso desde un punto de vista más neutral, te podría interesar investigar acerca de algo que ya mencione anteriormente: la raíz cristiana de la ética occidental. Hay cosas interesantes en la cultura occidental como la filantropía, el amor al prójimo, la dignidad de las personas, el respeto, la honestidad, el trabajo bien hecho, la búsqueda de la felicidad, incluso la utilidad de las ciencias que tienen su origen en el cristianismo.
Te deseo un buen dia. 😉
César Tomé
El último párrafo es, simple y llanamente, FALSO. Cualquiera que haya estudiado un mínimo de filosofía griega clásica lo sabe. De hecho los conceptos que nombras, todos y cada uno de ellos, surgen en la Ilustración, en todo lo que se aparta del cristianismo. Otra cosa es que el cristianismo, posteriormente, se los haya querido apropiar, pero resulta que son ideales a los que ha sido arrastrado por los no cristianos. Una constante en la historia de esas confesiones religiosas.
El resto de párrafos hacen gala de un presentismo histórico y una deformación de la realidad histórica que debería ser preocupante.
Jorge Avalos
Tienes razón, son conceptos que surgen en la filosofía clásica, mi culpa.
Pero no son conceptos a los que los cristianos hayan sido arrastrados, son propios de la religión desde sus comienzos. Lo de la filantropia lo admito, no es cierto, al menos no en su sentido actual, pero si en el que muestra google: Filantropia: Tendencia a procurar el bien de las personas de manera desinteresada, incluso a costa del interés propio. ¿No es eso lo que hace Jesús muriendo en la cruz?
Aun aceptando que no fueran propios del cristianismo están indiscutiblemente unidos a este desde Santo Tomas, quién demostró que no había contradicción entre la filosofía Aristotélica y la fe católica y eso desde el año 1250 (actualmente se enseña la filosofía y teología tomista)… Un poco antes de la Ilustración.
Aquí van citas del Nuevo Testamento donde se ejemplifican esos conceptos:
El amor al projimo: Ustedes han oído que se dijo: “Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo”. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen,para que sean hijos de su Padre que está en el cielo.
La dignidad de las personas: «Gálatas 3:28 No hay Judío, ni Griego, no hay siervo, ni libre, no hay varón, ni hembra: porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.»
El respeto y la honestidad: Los diez mandamientos!
El trabajo bien hecho: Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo, conscientes de que el Señor los recompensará con la herencia. Ustedes sirven a Cristo el Señor.
Colosenses 3:23-24
La alegría: Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración.
Romanos 12:12
César Tomé
Son conceptos propios de la supervivencia como especie social, por tanto biológicos y de origen evolutivo. Las religiones son zarandajas racionalizadoras, donde se confunde un sesgo cognitivo (la necesidad de causas y fines), las pautas de comportamiento grupal innatas y el miedo a la muerte en narrativas legendarias.
En vez de citar tanto la Biblia podrías citar algunos episodios de la historia de la Iglesia para ver cómo los aplicaron, pero eso rompería tu rosácea visión inventada. O si te empeñas en que la religión cristiana está en la vanguardia de los derechos humanos buscar algo sobre la igualdad de género y, más específicamente, sobre los derechos LGBT o los derechos de acceso a las tecnicas reproductivas.
No intentes hacer blanco lo negro. Conténtate con vivir en tu ilusión si eso te hace feliz, siempre que no coartes la libertad de los demás (cosa, por cierto, que habitualmente tienden a hacer las personas religiosas de cualquier especie).
Jorge Avalos
Creo que me equivoqué con mi primer comentario, lo he releído y he notado que se podía malentender un tono pedante, así que me disculpo. No intentaba ofender a nadie.
Pues resulta que la Iglesia no ha sido precisamente «muy moral» en muchos casos, solo hay que saber algunas de las barbaridades que se cometieron en el llamado «siglo de hierro» para darse cuenta, sin embargo, es innegable que sus enseñanzas hayan producido muchísimas personas buenísimas.
El punto es que esta conversación no es sobre si el Cristianismo es real o no, si no que comenzó con unas citas del nuevo testamento con las cuales se afirmaba que este era esencialmente esclavista, algo que no comparto. De modo que, aunque en la mayoría de las ocasiones no respondo a comentarios contra la religión ni en este blog ni en Naukas decidí que en esta ocasión valía la pena, porque el argumento denotaba al menos un desconocimiento de las Escrituras a las cuales citaba. Así que respondí usando las escrituras y solo recibí un comentario en el que se me acusaba de presentismo histórico, cuando mi argumento se basaba en lo contrario: En la novedad que sería, en los primeros siglos del cristianismo, al menos en la cultura donde se movían los cristianos, el hecho de que estos afirmaran que todas las personas eran iguales y que a todos se les debía amar.
De hecho, tienes razón, el cristianismo siguió las pautas de comportamiento grupal e innatas y es por eso mismo por lo que ha sobrevivido hasta hoy, pero vá mas allá de eso. Los cristianos consideramos que aunque cambien esas pautas debemos seguir defendiendo lo que es bueno para la naturaleza humana y reprobando lo que no es, de allí la oposición al aborto y a los LGBT, no porque los cristianos nos consideremos superiores a ellos sino porque están dañando su naturaleza. Por eso en ningún lugar condena el Nuevo Testamento el amor, lo que se condenan son los actos homosexuales. Pues si Dios odiara a los pecadores y no al pecado, entonces habría destruido el mundo y no muerto por él.