Kim Jong-un, Donald Trump y la geología de la aniquilación

Naukas

Es posible que nunca en la historia hayan existido dos mandatarios más antagónicos pero a la vez tan complementarios como son Donald Trump y Kim Jong-un. Y es que mientras uno fabrica sus primeras armas nucleares para decirle al mundo “aquí estoy”, el otro se toma cual chirigota las pruebas del avance inexorable del cambio climático. En cualquier caso, parece que los dos estén dándole cuerda al reloj del apocalipsis y que, en ese sentido, tengan muy buena sintonía.

Dejando los chascarrillos aparte, es cierto que estando tan cerca de Japón, muchas personas se hayan preguntado por la posibilidad de que Corea del Norte llegase a detonar un artefacto de estas características en algún volcán del archipiélago japonés y por los posibles efectos que esto podría tener.

Así escuchan los sismógrafos las pruebas nucleares de Corea del Norte.

En realidad, la idea de usar una explosión para dar el pistoletazo de salida a una erupción volcánica no es para nada innovadora. En 2015, el presidente de la Academia de Problemas Geopolíticos de Rusia, Konstantin Sivkov mencionó la posibilidad de usar armas de varios megatones sobre el “supervolcán” de Yellowstone para adelantar una erupción volcánica y hacer desaparecer a los Estados Unidos.

Pero pongámonos por una vez en el lado del mal y pensemos, ¿Dónde tendría mayor efectividad el lanzamiento de un arma nuclear sobre un volcán? Empecemos por el caso fácil. Imaginemos que somos capaces de lanzar y dirigir un cohete con cabeza nuclear hacia un volcán. Vamos a elegir uno que está cerca de Pyongang y que además sea un icono: El monte Fuji.

Una vez que la dejásemos caer sobre la cima, solo tendríamos una posibilidad de desencadenar la erupción: Si el magma estuviese ya muy cerca del cráter del volcán, cosa que ocurre justo antes de una erupción natural.

Los científicos ya sabrían que hay una erupción inminente, puesto que los volcanes emiten señales de alerta cuando el magma, los fluidos y los gases comienzan a moverse por sus conductos, a ascender por la corteza y a fracturar las rocas a su paso. El mayor efecto de la explosión sería “cosmético”, que podría llegar a reducir varios cientos de metros la estatura del volcán, y provocar deslizamientos que cambiasen su forma.

Imagen del monte Fuji tomada desde la Estación Espacial Internacional. Su figura ha sido un icono a lo largo de la historia. NASA.

Pero, ¿Y si a alguien se le ocurriese desencadenar una erupción en Yellowstone?. Seguramente, lanzando una bomba sobre algún lugar del parque, la cámara magmática (estas son grandes reservas de magma que existen bajo la superficie de la Tierra) del supervolcán de Yellowstone que mide en la horizontal más de 100 kilómetros ni se enteraría y solo conseguiríamos formar un bonito cráter, ya que actualmente Yellowstone no muestra signos de una erupción inminente.

Cosa muy diferente ocurría si fuésemos capaces de transportar mágicamente un dispositivo nuclear de varios megatones al interior de las cámaras magmáticas que alimentan el volcán (y otros fenómenos como los géiseres o los lagos de aguas termales) de Yellowstone. Para hacernos una idea del tamaño del sistema de cámaras magmáticas, estas albergan aproximadamente 50.000 kilómetros cúbicos de roca fundida.

He dicho mágicamente porque los problemas logísticos de transportar un arma nuclear no solo a otro país, sino a introducirla en un lugar donde las presiones y las temperaturas son altísimas sin que ocurra un accidente o te pillen por el camino es ahora mismo una idea muy, pero que muy complicada.

Una vez conseguida la misión de colocar y hacer explotar esta arma en el interior de la cámara magmática, pensemos en los efectos: Si a la temperatura del magma le añadimos la que provoca la propia explosión, generaríamos en el interior un gran aumento de presión al convertir el magma en vapor de roca, probablemente haciendo saltar la cámara magmática por los aires, provocando una lluvia de lava incandescente a varios kilómetros a la redonda.

Pero en este caso, la lava no sería nuestro mayor problema si no estamos muy cerca, aunque si sería muy radioactiva. El problema es brutal cantidad de ceniza que se generaría en la explosión y que también tendría una radioactividad muy alta. Si pensamos en erupciones como la del Eyjafjalla, un volcán relativamente modesto, que fue capaz de poner en jaque a toda la aviación europea por la ceniza lanzada a la atmósfera, imaginemos una erupción capaz de generar varios ordenes de magnitud más ceniza, y además radioactiva. Todo un episodio apocalíptico que tendría repercusiones globales y probablemente muy duraderas gracias al eficiente transporte de esta que es capaz de realizar nuestra atmósfera.

Imagen tomada por el satélite Aqua donde se ve la columna de cenizas que lanzó el Eyjafjalla el día 17 de Abril de 2010. Una erupción de Yellowstone llegaría a cubrir 2/3 partes del Estados Unidos Continental con varios centímetros de ceniza. En un radio de 500 kilómetros, la ceniza podría cubrir hasta un metro de altura. Nada que ver con lo que hayamos conocido hasta ahora. NASA.

Como hemos visto, provocar una erupción volcánica así no es tarea fácil… ¿Pero y si pudiéramos hacerlo entrar en erupción de una manera más discreta perforando hacia la cámara magmática como quien no quiere la cosa y dejando que el magma saliese violentamente a la superficie por un agujero hecho a conveniencia?

En los últimos años se han realizado distintas perforaciones hacia las cámaras magmáticas de distintos volcanes para poder conocer mejor estos sistemas y ayudarnos a predecir futuras erupciones, aunque también se hacen de una manera más o menos rutinaria para la extracción de energía geotérmica. Si bien puede resultar peligroso porque perforando podemos encontrar bolsas que contengan vapor y gases a alta presión y temperatura que puedan provocar explosiones al pincharlas como ha ocurrido en ocasiones, llegar hasta la cámara magmática no tiene ningún efecto. Es como si una pulga intentara pinchar un globo aerostático.

Y aunque la cámara magmática se encuentre en ese momento próxima a una erupción, al perforarla ocurriría lo siguiente: El agujero es tan pequeño que el magma comenzaría a ascender a través de él, enfriándose rápidamente y cerrando de nuevo el agujero como un tapón. Esto no es un caso hipotético, y ha ocurrido en países como Islandia o Japón durante distintas campañas de sondeo, con la consiguiente pérdida de parte del material usado en la perforación.

Pero siempre hay una excepción, y es cuando las cosas salen mal, realmente mal. Volvamos a Yellowstone. Este gigantesco sistema volcánico volverá a entrar en erupción en algún momento del futuro, provocando de manera natural consecuencias a escala planetaria, como un descenso brusco en la temperatura planetaria por efecto de la ceniza expulsada a la atmósfera y que probablemente dure varios años.

A finales de Agosto, salió a la palestra un antiguo miembro del Consejo Asesor de Defensa Planetaria de la NASA presentando un plan precisamente para evitar una erupción natural: Inyectar a través de una pequeña perforación agua para ir enfriando el magma que hay bajo Yellowstone, al mismo tiempo que recuperamos el vapor para generar energía eléctrica en turbinas… ¡Un plan redondo!

Pero esta idea tiene un fallo. Imaginemos por un momento que parte del vapor no consigue escapar y se comienza a acumuar en las rocas que rodean la cámara magmática, creando un aumento de la presión, convirtiendo el sistema volcánico en una gigantesca olla a presión, que superada la resistencia de las rocas que lo contienen, acabe saltando por los aires, en un fenómeno muy parecido al que pudo ocurrir en la erupción del Karakatoa de 1883 y que hizo desaparecer prácticamente la totalidad de esta isla. Es decir, que intentando evitar una erupción en realidad podemos provocar una mucho mayor y más devastadora.

Pero el bonus track, y el verdadero gordo de esta lista de maldades se lo lleva Donald Trump quién podría estar provocando, sin saberlo, un cambio en la actividad volcánica de nuestro planeta. En un acto de “soberanía nacional”, el actual presidente de los Estados Unidos sacó a su país del Acuerdo de París para luchar contra el calentamiento global. Si, el calentamiento global es un problema más poliédrico de lo que habíamos imaginado.

Un tweet maravilloso de Donald Trump donde nos deja claro que si hace frío en Nueva York, es que no hay cambio climático.

Bueno, si la lava de los volcanes ya está caliente, ¿Qué puede ir a peor con el calentamiento global?. Pues un estudio publicado en 2015 afirma que el deshielo de los casquetes de hielo y glaciares que cubren Islandia están provocando que la isla se eleve en algunas zonas hasta 3.5 centímetros al año por la descarga del peso de este hielo que cubría antes distintas partes de la isla.

Esto significa que los volcanes islandeses están sufriendo una gran disminución de presión sobre ellos que antes ayudaba a mantener confinadas las cámaras magmáticas, lo que podría incrementar el ritmo de las erupciones en esta isla. En el último periodo interglacial, hace unos 12000 años, la actividad volcánica de Islandia se multiplicó por 30, muy probablemente debido a la descarga del peso del hielo que había sobre los volcanes.

Pero esto no es todo, y es que este año se han descubierto 91 nuevos volcanes bajo el hielo de la Antártida. Si comenzara a sufrir un deshielo en cantidades importantes podría suponer un problema mucho más importante del que imaginábamos solo con el deshielo ya que tendríamos un caso parecido al de Islandia, pero agravando la cuestión, porque estas erupciones subglaciales podrían desestabilizar todavía más el casquete Antártico y acelerar su pérdida. Un ciclo que se retroalimenta (y no hablamos de las emisiones de gases de efecto invernadero, ni tampoco de la pérdida de la capa de ozono que esto podría significar) y que podría ser catastrófico para la humanidad.

Como habéis podido comprobar, hacer entrar en erupción un volcán no es tarea sencilla, y que a veces lo más efectivo para hacer el mal es simplemente no hacer nada.

Este artículo lo ha escrito Nahum Méndez Chazarra y es una colaboración deNaukas.com con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU

Referencias científicas y más información:

Russian analyst urges nuclear attack on Yellowstone National Park and San Andreas fault line

NASA wants to prevent the Yellowstone super volcano from destroying the US

Kim Jong-un’s North Korea nuclear test mountain may collapse, let out ‘many bad things’

NASA’s ambitious plan to save Earth from a supervolcano

Scientists discover 91 volcanoes below Antarctic ice sheet

1 comentario

  • […] Kim Jong-un y Donald Trump no están locos, aunque a lo pueda parecer. Simplmente, sus marcos de referencia, valores y prioridades se apartan de lo que se espera de un jefe de estado competente. Pero, a pesar de sus diferencias, tienen cosas en común. De entrada, ambos son herederos de tercera generación. Eso sí, sus jueguecitos pueden llevar a la aniquilación de una cuantas especies, incluida la humana. Y puede que para ello recurran a la geología. Nahúm Méndez Chazarra en Kim Jong-un, Donald Trump y la geología de la aniquilación […]

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