Mujeres que hablan de Ciencia, mujeres que hablan de Arte

kimikArte

La luz sobre cuya naturaleza Newton y Huygens contrapusieron teorías, la misma con la que Caravaggio elevó el claroscuro a su máximo exponente. La luz de la dualidad onda-partícula de Einstein y de Broglie que Turner y Sorolla tan magníficamente plasmaron en sus cuadros. Esa luz es la protagonista de la segunda entrega de los episodios “Arte y Ciencia” de La Aventura del Saber (TVE2), una iniciativa del FECYT en la que algunas de las personas más relevantes del panorama científico estatal explican de modo ameno su labor investigadora valiéndose de obras del Museo del Prado.

Al igual que el año pasado, arrancamos este curso de #KimikArte con un repaso a dicha iniciativa, dedicada por completo al año de la luz, celebrado en 2015. En esta ocasión, como modo de visualizar el papel de la mujer en el ámbito científico, el programa está protagonizado en su totalidad por investigadoras. Veamos a continuación que obra del Prado ha elegido cada una de ellas. Y cuando acabéis, os propongo un pequeño juego, si os dedicáis a la investigación contad en twitter con que obra de arte asociaríais vuestro trabajo.

Caterina Biscari: «La Anunciación», de Fra Angelico

La luz de sincrotrón es como un verdadero pintor de la materia que busca el detalle y la minuciosidad para alcanzar los puntos que nuestros ojos no pueden ver. Hay un paralelismo entre el sincrotrón ALBA y el cuadro de Fra Angelico”

Caterina Biscari, doctora en física, es la directora del Sincrotrón ALBA, una de las instalaciones científicas más punteras de Europa. Ahí, en un anillo de 270 metros de perímetro, se aceleran electrones a una velocidad cercana a la de la luz que, al pasar por campos magnéticos, producen finísimos haces de rayos X. Esa idea del haz de luz es la que emplea Caterina para elegir su obra: La Anunciación de Fra Angelico, donde la luz se manifiesta como un personaje más de la composición, atravesando la escena desde la esquina superior izquierda hasta alcanzar el cuerpo de la Virgen María.

Imagen 1. La Anunciación (194×194 cm), de Fra Angelico (1425-28).

La científica nos explica que la luz de sincrotrón permite estudiar la materia de forma excepcional, bien sea para explorar el interior de una célula, investigar el comportamiento de los fármacos o, incluso, mejorar la calidad de pigmentos sintéticos como el azul ultramar, cuya versión natural empleó el artista en el manto de la Virgen de la obra que nos ocupa.

Y ahora, permitidme que me recree un momento con la interpretación iconográfica de la Anunciación. A la izquierda de la composición podemos observar a Adán y Eva, ya vestidos, lo que significa que han cometido el pecado original y de ahí que un arcángel les invite “amablemente” a dejar el paraíso que, por cierto, es un auténtico compendio de botánica. Esta escena no es elegida por casualidad, sino como contrapunto a la escena principal. Por una parte, la mujer que trajo el pecado al mundo y, por otro, la que había de redimir a la humanidad. María recibe la noticia del arcángel Gabriel mientras se consuma el “acto”: el Espíritu Santo, en forma de paloma (entre el arcángel y la columna), viaja en el haz de luz que sale de las manos de Dios Padre para entrar por el oído de la Virgen. Aclaremos, llegado a este punto, que Fra Angelico era monje dominico y que creó esta obra hacia 1425 para el convento de Santo Domingo de Fiesole. Quizás por eso incluyó una golondrina, con la que estos monjes compartían el color de sus hábitos. La obra es de carácter renacentista, como apreciamos en el pórtico y en el uso de la perspectiva, que encuentra el punto de fuga en ese vano abierto por el que se ve una habitación con un banco y un ventanuco. En cualquier caso, al tratarse de una época de transición, todavía se aprecian reminiscencias del gótico, véase el abundante uso de los dorados y las bóvedas de crucería. Y, dentro del estilo artístico, no podemos dejar de destacar el delicioso uso de los colores pastel en las túnicas de San Gabriel y de la Virgen, que contrastan con el ya mencionado azul ultramarino del manto.

Y, antes de dejar paso a la siguiente científica, me gustaría destacar una parte de la obra que suele pasar desapercibida: la prevela. Esa parte inferior con 5 imágenes. En el credo cristiano el mayor mérito de María es ser la madre de Cristo y, como tal, la representación más habitual es la de La Anunciación. Según parece, el dominico quiso dedicarle una parte de la pintura en la que fuese protagonista absoluta y aprovecha esa parte inferior para contarnos su vida, desde su nacimiento (recordemos que es sin pecado concebida) hasta su tránsito (que no muerte), pasando por los desposorios, la visitación a Santa Isabel, la Epifanía y la visita al templo.

Belén Mate: «El Invierno», de Goya

La combinación de observaciones astrofísicas con experimentos de laboratorio permite conocer, por ejemplo, la composición de los mantos de hielo de las nubes densas del medio interestelar, tan gélidos como este invierno de Goya”

Belén Mate es la directora del laboratorio de Hielos de Interés Atmosférico y Astrofísico del Instituto de la Estructura de la Materia (CSIC). Sí, eso existe. Y la verdad es que en boca de la protagonista resulta un área fascinante, ya que el estudio de las moléculas interestelares no sólo permite explorar la riqueza del Universo, sino su relación con el origen de la vida en nuestro planeta. Ahí es nada. En el cuadro elegido no podía faltar, obviamente, el hielo. Hablamos de El Invierno, de Goya.

Imagen 2. El Invierno (275×293 cm), de Goya (1786).

También conocida como La Nevada, esta obra es parte de una serie de cartones que incluye El Verano, La Primavera y El Otoño, además de otras escenas campestres. Y, cuando decimos cartón, no nos referimos a que ese sea el material empleado. Su nombre proviene de su función, que no era otra que servir de modelo para elaborar tapices en La Real Fábrica, en este caso para el palacio del Pardo. El que nos ocupa es un ejemplo de cómo el arte puede incluso cambiar la sensación ambiental. La nieve, la ventisca, los árboles combados y los personajes abrigados nos hacen sentir la crudeza del invierno, en una escena que, al parecer, refleja la detención de tres hombres que pretendían meter un cerdo en Madrid sin pasar impuestos. Pero Belén Mate no se centra en la nieve y apunta más allá. A ese cielo que se ve blanco por la interacción de la luz con la materia. Así nos explica la dispersión, el efecto Rayleigh y el porqué de los colores. Ah, y que la sombra del perro nos dice que es mediodía. Es esta interacción de la luz con la materia la que, mediante técnicas espectroscópicas, nos permite saber la composición química de objetos increíblemente distantes. Belén Mate y su grupo tratan de obtener la huella dactilar de diferentes hielos espaciales, en las condiciones adecuadas, unos -250 °C y una cienmilmillonesima de atmósfera. Es decir, mucho frío y muy poca presión. Todo ello para comprender mejor la composición del basto espacio que nos rodea y, quién sabe, si alguna vez descubrir cómo surgió la vida en este punto azul pálido.

Mònica López: «Recuerdos de Granada», de Antonio Muñoz Degrain

Encontrarnos con días de tormenta en Granada como la que vemos en el cuadro de Muñoz Degrain resultará cada vez más extraño”

Mònica López, licenciada en Física con la especialidad de Tierra y Cosmos, a la que posiblemente conozcáis por ser presentadora de “El tiempo” en la edición noche de TVE1, espacio que dirige desde 2008. Lleva casi 20 años comunicando información meteorológica y le presta atención a las condiciones climáticas severas, así que, si alguien esperaba un panorama soleado va por mal camino. A los del Norte no nos dan ese placer ni en el arte. La obra elegida es Recuerdos de Granada, de Muñoz Degrain.

Imagen 3. Recuerdos de Granada (97×144 cm), de Antonio Muñoz Degrain (1881)

Menos mal que se trata de un paisaje hermoso pese a las inclemencias del tiempo. Como la propia meteoróloga explica, se trata de una desapacible tarde de tormenta, sin un alma en la calle y con ramas que se retuercen. Especial mención para el agua que cae por los canalones azotada por el viento y la cortina de lluvia que cuelga de las nubes. Pensamos que es una tarde de primavera o verano por la luz amarillenta y los claros que se abren en el cielo. Y es que el artista cuidó hasta el más mínimo detalle: desde las salpicaduras hasta el pequeño farolillo en el callejón. Ahora bien, que nadie intente buscar ese rincón, porque es una recreación transformada fruto de la imaginación de Muñoz Degrain, quien gustaba de evocar su pasado nazarí. Su otro gran amor era Venecia, así que no sale mal parada la ciudad andaluza.

La obra, también conocida como Chubasco en Granada, le sirve a Mònica López para llamar la atención sobre el calentamiento global, del que la ciudad en cuestión es buena prueba. En 2015 se alcanzaron los 43,1 ºC y se calcula que en 2050 en una ola de calor se alcanzarían los 47 ºC. Una obra llena de melancolía la de Muñoz Degrain que, por desgracia, nos tendremos que acostumbrar a ver en cuadro porque cada vez será menos habitual.

Susana Marcos: «San Jerónimo leyendo una carta», de Georges De la Tour

Entender cómo vemos ha fascinado al hombre desde la antigüedad que también ha intentado plasmar lo que vemos mediante la pintura”

Susana Marcos, directora del Laboratorio de Óptica Visual y Biofotónica del CSIC, explica cómo se dedica a desarrollar nuevas tecnologías para el diagnóstico y corrección de la visión y a investigar la estructura y la calidad óptica de la córnea y del cristalino, así como su impacto en la percepción neuronal. Los avances que su grupo ha conseguido ya están llegando a los oftalmólogos, contribuyendo al aumento de la calidad de vida de la población. Y, si de corregir la visión se trata, no podía faltar un cuadro con gafas, o algo parecido: San Jerónimo leyendo una carta, de George de La Tour.

Imagen 4. San Jerónimo leyendo una carta (79×65 cm) de George de La Tour (1620).

Artísticamente es una obra con una gran cantidad de cosas que comentar. Guarda una verticalidad muy llamativa que arranca de la cabeza del santo, pasa por los botones del hábito y continua en el pliegue central de la carta para acabar de nuevo en los botones, esta vez sin abrochar. Como gran maestro de la iluminación, de La Tour usa un foco de luz que crea sombras en la carta, cuidada al detalle, con su sello y el texto que se transparenta. Ese anciano ensimismado es, obviamente, San Jerónimo, quien según la leyenda arrancó una astilla de la pata de un león y que acostumbramos a ver acompañado de una calavera o leyendo (es uno de los doctores de la iglesia y por lo tanto se le supone un sabio). En la obra destaca el rojo bermellón por encima de cualquier otro color, pese a que el cargo de cardenal que se le suele atribuir es un anacronismo, ya que a su muerte (420 E.C.) todavía no existía el cardenalato.

Por último, y como hace Susana Marcos, fijémonos en las lentes que sujeta en la mano: unos quevedos para poder leer la carta. En ellos el artista aplica conocimientos de óptica y aumenta el tamaño del botón que observa el espectador. Queda claro que el protagonista sufría presbicia (vista cansada), defecto en la visión por la que el cristalino pierde su capacidad para enfocar objetos. Según nos explica la física, este problema visual aparece en los mayores de 45 años, aunque, afortunadamente, se puede corregir. Tradicionalmente se ha logrado con gafas “de cerca” (como los quevedos) o lentes progresivas pero, gracias a la investigación, van apareciendo nuevas soluciones como lentes multifocales o la monovisión (un ojo para ver de cerca y otro de lejos). En el futuro se espera que las lentes devuelvan la capacidad al cristalino natural joven para cambiar dinámicamente entre objetos cercanos y lejanos.

Dicho todo esto, lo más fascinante de este óleo no es el manejo de la luz, los pliegues o la óptica, sino su intrahistoria. Este San Jerónimo descansó en el despacho del administrador del Instituto Cervantes durante años sin que nadie sospechase quien era su ilustre creador.

Josefa Yzuel: «La vista», de Jan Brueghel el Viejo y Rubens

El año internacional de la luz ha sido una iniciativa global para comunicar a la sociedad la importancia de la luz y de las tecnologías basadas en la luz en campos como la energía, las comunicaciones, el arte y la educación”

María Josefa Yzuel tiene el gran mérito de ser la primera mujer en lograr el puesto de Profesor(a) agregado en física (1971) del estado. Estudió física porque esta disciplina le permitía explicar la naturaleza aplicando las matemáticas que tanto le apasionaban. Y lo hizo en una época en la que no era una “carrera de mujeres” (a decir verdad, lo sigue sin ser: quien les escribe apenas tiene un tercio de alumnas en el grado de Física mientras que en la totalidad de la Facultad el número de alumnas y alumnos se iguala). Josefa Yzuel también fue pionera en realizar estudios postdoctorales en el extranjero y ha impartido clase en tres universidades españolas. A día de hoy es catedrática emérita de la Universidad Autónoma de Barcelona y ostenta numerosos cargos nacionales e internacionales. Entre ellos uno que debemos destacar por su relación con este artículo: fue la presidenta del Comité Español del Año Internacional de la luz. Sus investigaciones se centran en estudios de calidad de imagen y, por esa razón, su obra escogida ha sido un hermosa alegoría: La vista, de Brueghel y Rubens, porque el arte, como la ciencia, también puede ser colaborativo. El primero se encargó de dibujar el exuberante escenario y el segundo de dar vida a los personajes. Y no solo lo hicieron para este cuadro sino para toda una serie sobre los cinco sentidos.

Imagen 5. La vista (65x110cm), de Brueghel el viejo y Rubens (1617).

En La vista observamos una cámara de las maravillas (una especie de museo privado) en la que aparecen conocidas obras artísticas de la época. Pero llamemos la atención sobre la cantidad de objetos científicos que se pueden observar, en especial relacionados con la visión: anteojos (buscad a un simpático monito), lupas y hasta un telescopio. Esto demuestra el aprecio por la ciencia de los mecenas, los gobernadores de Flandes, retratados en el cuadro que descansa sobre la mesa y cuyo palacio vemos al fondo. Las dos figuras centrales son Venus y su hijo Cupido, quien sujeta un cuadro relacionado con la visión: el milagro de la curación de un ciego.

Nos cuenta Josefa Yzuel que percibimos el 75% de la información por la vista, de ahí que sea sumamente importante que esta información sea correcta. Cuando se usan instrumentos ópticos las imágenes sufren defectos debido al paso de la luz por las lentes, la reflexión en los espejos o por fenómenos de difracción asociados a su naturaleza ondulatoria. La corrección de esas aberraciones ha ocupado la trayectoria investigadora de esta científica que ha visto como la óptica ha contribuido al avance de infinidad de campos. Gracias a trabajos como éste, hoy somos capaces de emplear microscopios con una resolución del orden del nanómetro y telescopios de una potencia hace poco inimaginable.

Teresa Rodrigo: «Los tres viajeros aéreos favoritos», de John-Francis Rigaud

La invención del globo aerostático, a la que se hacer referencia en esta obra, no solo sirvió como una atracción o un medio de transporte, sino que abrió una nueva ventana al conocimiento científico”

[El video se corta en el minuto 2:51, en cuanto esté la grabación completa, la cambiaremos. Puede verse el video completo en el programa La aventura del saber (10 de octubre de 2016) a partir del minuto 48.]

Teresa Rodrigo, la última protagonista de la serie, es, al igual que la primera, especialista en física de las partículas. Catedrática de la Universidad de Cantabria y directora del instituto de Física de esa comunidad es, además, miembro del comité científico del CERN. Como veis, los aceleradores de partículas están en la cresta de la ola. La obra que ha elegido es realmente curiosa, ya que a priori es difícil encontrarle una relación con su área de investigación. Se trata de los tres viajeros aéreos favoritos, de John-Francis Rigaud. Veamos que tiene que ver un globo con la física de partículas.

Imagen 6. Los tres viajeros aéreos favoritos (50×36 cm), de John-Francis Rigaud (1785)]

La obra que nos ocupa es un óleo sobre lámina de cobre con una peculiar forma ovalada. En él se recoge un momento histórico: el segundo vuelo aerostático realizado en Inglaterra, el 29 de junio de 1785. El primero lo había organizado el año anterior Vicenzo Lunardi, el mismo diplomático italiano que en esta obra vemos con una casaca roja. El otro caballero es su ayudante, George Biggin, que es el único hombre que finalmente se subió en ese globo, ya que por exceso de peso Lunardi tuvo que quedarse en tierra. Vemos pues que el artista se tomó una licencia al hacer su crónica pictórica. La que sí fue en ese vuelo fue Leticia Sage, actriz de la alta sociedad, que se convirtió así en la primera mujer en montar en globo.

Teresa Rodrigo hace referencia al importante motor que es la curiosidad para lograr el conocimiento y compara aquel viaje en plena Ilustración con la investigación de hoy en día. Pero no acaba ahí la cosa. Nos habla de Victor Hess, un científico que en 1912 ascendió hasta los 5300 metros de altitud equipado con un rudimentario medidor de radiación. Observó que la radiación aumentaba cuanto más alto volaba y dedujo que debía haber una forma de energía que entraba por la atmosfera. Había descubierto los rayos cósmicos, lo que le valió el Nobel en 1936. Gracias a su descubrimiento se abrió una nueva ventana para el estudio de la materia y, de hecho, también de la antimateria, ya que el positrón fue descubierto en 1932 al fotografiar rayos cósmicos (había sido predicho con anterioridad).

Hoy en día sabemos que la materia visible se forma de 12 partículas elementales (quarks y leptones) y sus correspondientes antipartículas. Del mismo modo también conocemos la existencia de los bosones (seguro que os suena el de Higgs). Todo ello es posible gracias a los aceleradores de partículas que aparecieron en los años 50, pero no debemos olvidar que antes fueron los rayos cósmicos los que nos ofrecieron información sobre la materia y su interacción.

Sobre el autor: Oskar González es profesor en la facultad de Ciencia y Tecnología y en la facultad de Bellas Artes de la UPV/EHU.

N. del A. No hace falta decir que cada uno de estos vídeos ha aparecido ya en el blog “hermano”, Mujeres con Ciencia, editado por Marta Macho Stadler.

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