Las mujeres poderosas se pintan los labios

Fronteras

Cleopatra se pintaba los labios con rojo rejalgar. En la época victoriana el pintalabios estaba repudiado, representaba la «inmoralidad femenina». Las sufragistas emplearon el pintalabios rojo como símbolo de la emancipación femenina. En la actualidad, pintarse los labios forma parte de una campaña de rechazo a las políticas machistas de Trump, e incluso es el estandarte de una nueva ola del feminismo.

Movimientos sociales con los labios pintados

El pintalabios ha estado vinculado a momentos sociales importantes como símbolo de protesta o de fortaleza de la mujer. En 1912, el movimiento sufragista utilizó el pintalabios rojo como símbolo de la emancipación femenina y de lucha en sus marchas por Nueva York.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Elisabeth Arden creó un tono para las Fuerzas Armadas estadounidenses y Helena Rubinstein lanzó el color Regimental Red. El Gobierno de Estados Unidos puso en marcha una campaña bajo el lema Beauty as Duty («La belleza como deber»), que animaba a las mujeres a no descuidar su imagen para dar una apariencia de normalidad a pesar del conflicto bélico.

Unos de los labios más famosos del cine fueron los de Clara Bow, quien aparecía con ellos pintados en las películas de cine mudo de los años veinte. El pintalabios era un recurso para potenciar los labios de las actrices en las películas en blanco y negro. Su uso en el cine ayudó a popularizarlo, convirtiéndolo en un símbolo de cultura pop. El uso de pintalabios se normalizó en los años treinta, cuando comenzaron a comercializarse en los salones de belleza de Helena Rubinstein y Elisabeth Arden. Desde ese momento comienza a entenderse el pintalabios como un símbolo de la sexualidad adulta, sentido que se potenciará en la década de los 50 con estrellas del cine como Marilyn Monroe.

A partir de los años 70, el pintalabios dejó de ser algo exclusivo de las mujeres. La cultura punk tuvo mucho que ver. La subcultura gótica, con la música industrial y el post-punk, pusieron color a los labios de algunos hombres que se han convertido en iconos, como Robert Smith o Marilyn Manson.

La historia del pintalabios tiene su ciencia

La primera prueba arqueológica del uso de maquillajes se encontró en el Antiguo Egipto. Los ojos se delineaban con polvos de grafito (kohl), con mineral pirolusita o con negro de humo, que fabricaban quemando maderas resinosas. Los labios se pintaban con pigmentos de colores rojizos y violáceos mezclados con cera o grasas, a semejanza de las pinturas que se empleaban en arte. La mayoría de esos pigmentos eran de origen mineral, como piedras de colores molidas de ocre rojo y rejalgar.

A lo largo de la historia, las tendencias de maquillaje fueron variando. Tanto los colores como los aglutinantes empleados guardaban similitud con las técnicas pictóricas del momento.

La barra de labios que conocemos actualmente es un invento reciente. Los primeros pintalabios se vendían en pequeños botes o envueltos en papel y se aplicaban con pincel. A comienzos del siglo XX, en 1910, la marca Guerlain empezó a fabricar rudimentarias barras de labios. Las aristócratas francesas lo compraban envuelto en frágiles tubos de cartón. Posteriormente, en 1915, en la Socovill Manufacturing Company se fabricaron unos de los primeros tubos metálicos en los que se insertarían las barras de labios. Así fue más fácil comercializarlas y convertirlas en un producto más asequible. El primer pintalabios de esas características que se comercializó en España fue el Milady de la compañía Puig en 1922. En 1923, James Bruce Mason Jr inventó el sistema giratorio que permite subir y bajar la barra de labios, convirtiéndolo en el objeto fácil de aplicar y transportar que hoy conocemos.

El lápiz labial contiene una variedad de ceras, aceites, pigmentos y emolientes. La cera le da al lápiz labial su forma y facilidad de aplicación. Entre las ceras se encuentran cera de abeja, la cera de carnauba, que es un exudado de los poros de las hojas de palmeras de cera brasileñas, y la cera de candelilla, que se obtiene de la planta de candelilla propia de México.

Los aceites y las grasas que se utilizan en la barra de labios como emolientes incluyen aceite de oliva, manteca de cacao, lanolina, vaselina y aceite de ricino, que forma una película dura y brillante cuando se seca después de la aplicación.

En los últimos años, se han agregado al lápiz labial ingredientes hidratantes, vitaminas antioxidantes, humectantes y filtros solares, entre otros, con el fin de mantener los labios hidratados y protegidos.

Las barras de labios con acabado mate tienen mayor proporción de ceras y pigmentos que de emolientes, es decir, tienen más textura que brillo. Las de acabado cremoso guardan mayor equilibrio entre brillo y textura. Los gloss tienen alto brillo y poco pigmento. Los destellos de algunos pintalabios provienen de partículas de mica o sílice. Y los lápices labiales de larga duración contienen aceite de silicona, que sella el color.

El pintalabios como índice económico

El pintalabios se utiliza como medidor de consumo. En los años 40, Leonar Lauder, presidente de Estée Lauder, acuñó la expresión lipstick index (índice del pintalabios) para demostrar cómo en tiempos de crisis las ventas del rouge aumentan estrepitosamente. Durante la Gran Depresión, las ventas de lápices de labios aumentaron un 25%. Este índice también sirvió para describir el aumento de las ventas de cosméticos durante la recesión de principios de la década de 2000. Lauder hizo la afirmación de que las ventas de lápiz labial podrían ser un indicador económico, en el sentido de que las compras de cosméticos -en especial los lápices labiales- tienden a estar inversamente relacionados con la salud económica. La conjetura era que las mujeres sustituyen el lápiz labial por compras más caras, como vestidos y zapatos, en tiempos de dificultades económicas.

Sin embargo, el lipstick index ha sido desacreditado como indicador económico. El aumento de las ventas de cosméticos en 2001 se ha atribuido a un mayor interés en las marcas de cosméticos diseñadas por celebridades y no tanto a la recesión.

El esmalte de uñas, en la década de 2010, con el auge del nail art como moda, sobre todo en Japón y Reino Unido, ha reemplazado al lápiz labial. Podríamos empezar a hablar de nail polish index.

Feministas con los labios pintados de rosa

El llamado feminismo de tercera ola o de tercera generación comenzó a surgir en los años ochenta y noventa, en respuesta a un fracaso percibido por las feministas de la segunda ola. La primera ola del feminismo se enfocaba principalmente en la superación de los obstáculos legales a la igualdad (sufragio femenino, derechos de propiedad, etc.), la segunda ola tenía una amplia variedad de temas, como la desigualdad de facto, la sexualidad, la familia, el lugar de trabajo y quizá de forma más controvertida, los derechos en la reproducción. El feminismo de la segunda ola empoderó a muchas mujeres en los años sesenta y setenta, pero también generó una reacción violenta en algunas regiones, estimulando estereotipos sobre feministas, feminismo y lo que es ser feminista. Las feministas de la segunda ola, como reacción al paternalismo y cosificación de la mujer, señalaron al pintalabios como uno de los iconos de sometimiento al patriarcado.

Una parte del movimiento feminista actual de la tercera ola es el lipstick feminism (feminismo de pintalabios). Este feminismo lo encarnan mujeres tan populares como Madonna o Beyoncé a través del llamado «girl power». Este tipo de feminismo es en gran parte una reivindicación de la libertad femenina, en cuanto a independencia, poderío y no censura de la sexualidad. El pintalabios, así como otros adornos que se asocian al «cliché femenino», se utiliza como estandarte del empoderamiento de la mujer.

En el siglo XIX, la reina Victoria declaró públicamente que el maquillaje era descortés. Para ella el uso del pintalabios era característico de las mujeres «inmorales» y de las prostitutas. La palidez se puso de moda durante casi un siglo. También por eso el pintalabios se recupera como símbolo.

El feminismo del pintalabios es un tema que genera controversia. Algunos ven que las muestras de poder sexual en realidad siguen ahondando en un sistema patriarcal que cosifica el cuerpo femenino. En cambio, otros argumentan que están tomando el control de su sexualidad. Que las mujeres son libres para llevar faldas, escotes y maquillaje.

A principios de 2017, un pintalabios se convirtió en el símbolo de rechazo hacia las políticas de Donald Trump que atentan contra los derechos de la mujer. Tras la «Marcha de las Mujeres» en Washington y el movimiento de los «gorros rosas», ahora la protesta se hace visible con un lápiz de labios rosa.

Katie Sones, una universitaria californiana ha lanzado la marca Lipslut (que se traduciría como labios de zorra), que forma parte de la campaña «The Fuck Trump» (el jodido Trump), «un movimiento para dar poder a las mujeres y a las futuras generaciones». El 50% del total recaudado se destinará a la entidad benéfica relacionada con los derechos de la mujer que los clientes elijan por voto popular.

La historia del pintalabios es una historia de ciencia, de música, de política. Pero sobre todo es una historia que nos habla del poder de las mujeres.

Sobre la autora: Déborah García Bello es química y divulgadora científica

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