Ecolocalización, la capacidad de ver a través del sonido

Naukas

Murciélago Myotis myotis (Carlos González Revelles). PRINUM

¡Apaga la radio que no puedo aparcar!, ¿verdad que os ha pasado?. Es curiosos como el sentido del oído puede afectar directamente nuestras capacidades cognitivas e impedir que desarrollemos tareas de manera eficiente.

No obstante, no se trata de algo exclusivo de los humanos. Una investigación liderada por la Universidad de Exeter (Reino Unido) se centró en observar el comportamiento de los peces limpiadores, aquellos que retiran parásitos a otros peces (conocidos como ‘clientes’), cuando se les expone al ruido de las lanchas a motor.

Según su estudio, publicado en la revista Scientific Reports, mientras se les expone a este sonido los peces limpiadores son más propensos a ‘engañar’, mordisqueando la capa mucosa protectora de sus clientes en lugar de limpiarlos de parásitos. Por su parte, los clientes son más propensos a estarse quietos y dejar que esto suceda.

Aquí en España, Investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) pudieron comprobar cómo afecta la contaminación acústica del aeropuerto de Madrid al comportamiento de las poblaciones de carboneros comunes, Parus major. Con el ruido provocado por los aviones, las aves prolongan su estado de vigilancia en detrimento de su alimentación. En definitiva, los resultados muestran cómo las aves se sobreponen al ruido adaptando sus conductas.

Según los investigadores, “al no oír, los carboneros compensan esa pérdida aumentando la vigilancia visual”. Con esta investigación se registró cómo el tiempo de vigilancia visual de los carboneros comunes se dispara al despegar los aviones, al mismo tiempo que la actividad alimenticia se ve relegada ante este estado de alerta.

Un GPS en el oído

Y es que el sentido del oído todavía guarda algunos secretos. La posibilidad de desarrollar la ecolocalización es uno de ellos. No es ni más ni menos que un proceso que consiste en emitir un sonido que rebota al encontrar un obstáculo y analizar el eco recibido. Involucra la producción, elaboración, recepción y audición de los pulsos ultrasónicos para detectar obstáculos invisibles o rastrear presas y ha evolucionado por separado en diferentes grupos de murciélagos y cetáceos como los delfines.

Se trata de un sistema que permite a los animales que lo poseen medir la distancia hasta los objetos y es uno de los ejemplos más conocidos de evolución convergente, es decir, un desarrollo de rasgos similares en diferentes especies.

De hecho, un trabajo llevado a cabo en la Universidad Queen Mary de Londres con murciélagos y delfines, cuya ecolocación evolucionó independientemente, encontró patrones genéticos convergentes en casi 200 regiones genómicas diferentes concentrados en varios genes auditivos, o lo que es lo mismo, siendo especies totalmente diferentes cuentan con similitudes genéticas algo que los científicos creen que podría ser la punta del iceberg: “Cuando los genomas de más especies se secuencien y estudien, podremos ver otros casos notables de adaptaciones convergentes impulsados ​​por cambios genéticos idénticos».

Por otro lado, como si de un superpoder se tratase, se sabe que algunas personas invidentes tienen la capacidad de detectar la posición de algunos objetos mediante ese mismo sistema pero es que yendo un paso más allá, científicos de la Universidad Ludwig Maximilian, de Munich, han publicado un estudio en el Journal of Neuroscience, donde se recoge que los videntes también pueden conseguirlo, aunque su cerebro lo procese de un modo diferente.

Concretamente, estos científicos contaron con la colaboración de 12 personas (solo una de ellas era ciega) a las que introdujo en una habitación acolchada que impedía que se generara ningún tipo de eco. Una vez allí se les reproducían una serie de sonidos concretos y se les repetía, como si de ecos artificiales se tratase; asociando cada sonido a un tamaño de habitación diferente.

Posteriormente se les introducía en una máquina de resonancia magnética al mismo tiempo que se les conectaba a una reproducción virtual de un edificio cercano, con el objetivo de que si producían cualquier sonido, recibirían el eco a través de unos auriculares, como si realmente se encontraran en el interior del edificio.

Se podían dar dos tipos de ecolocalización: activa, si ellos mismos generaban el sonido a través de un chasquido de su lengua, o pasiva, si se aprovechaban del eco de un ruido externo, en este caso producido por la propia máquina.

Gracias a las clases previas que habían recibido, todos ellos acertaron con bastante precisión el tamaño de la habitación, aunque los resultados eran mucho mejores cuando eran ellos los que producían el sonido con sus lenguas.

El dato más llamativo fue que se detectaron diferencias entre las áreas del cerebro que procesaron la información de los individuos videntes y del ciego. En el caso de los primeros, fue la corteza motora, encargada de procesar el movimiento, la que se activó durante el procesamiento del eco, mientras que en el ciego se activó la corteza visual; que, lógicamente, normalmente se encuentra inactiva en personas de su condición.

Unos datos que ponen de manifiesto que aunque el cerebro se adapte a las condiciones de manera diferente, todos podemos desarrollar esa habilidad y es posible que, con el entrenamiento suficiente, cualquier otra que nos propongamos.

Este post ha sido realizado por Mariajo Moreno (@Mariajo_Moreno) y es una colaboración de Naukas.com con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.

Referencias científicas y más información:

Joe Parker, Georgia Tsagkogeorga,, James A. Cotton, Yuan Liu, Paolo Provero, Elia Stupkay Stephen J. Rossiter. ‘Genome-wide signatures of convergent evolution in echolocating mammals’ Nature, 4 de septiembre de 2013. doi:10.1038/nature12511

Klett-Mingo, J.I., Pavón, I., y Gil, D. (2016) ‘Great tits, Parus major, increase vigilance time and reduce feeding effort during peaks of aircraft noise’ Animal Behaviour, DOI: 10.1016/j.anbehav.2016.02.021

Virginia L. Flanagin, Sven Schörnich, Michael Schranner, Nadine Hummel, Ludwig Wallmeier, Magnus Wahlberg, Thomas Stephan and Lutz Wiegrebe. ‘Human exploration of enclosed spaces through echolocation’ Journal of Neuroscience 10 January 2017, 1566-12; DOI: https://doi.org/10.1523/JNEUROSCI.1566-12.2016

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