Si no puedes con tu enemigo, modifícalo para que te ayude en la lucha contra enfermedades infecciosas

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Los mosquitos son el invitado estrella del verano que nadie quiere tener en su mesa, o en su casa. Levantarse con picotazos por todo el cuerpo tras una noche con las ventanas abiertas, especialmente cuando a tus compañeros de habitación les han mostrado más misericordia, da mucha rabia y asegura una jornada de rascadas aquí y allá para sobrellevar los picores (spoiler: es mejor aguantar y no rascarse).

En algunos sitios, los mosquitos suponen un problema más grave que los picores. Sus picaduras son uno de los principales factores de transmisión de algunas enfermedades infecciosas como la malaria, el dengue o el zika. Pero un experimento reciente ha dado la vuelta a la situación y ha demostrado que también pueden convertirse en nuestros aliados para frenar y detener la expansión de estas enfermedades.

Ha sido en en Townsville, Australia, donde hace 28 meses, en agosto de 2014, comenzó un experimento en el que se liberaron unos 4 millones de mosquitos sobre unos 66 kilómetros cuadrados de la ciudad. No eran mosquitos cualquiera. Estos ejemplares de Aedes aegypti estaban infectados con una bacteria llamada Wolbachia, capaz de evitar que los insectos transmitiesen enfermedades víricas como el dengue o el zika.

Ha sido la primera vez que se ha puesto en marcha una estrategia de este tipo sobre una ciudad entera, y los resultados son prometedores. La Wolbachia se fue propagando rápidamente a los mosquitos de la ciudad. En algunos barrios, en un solo año el 100% de los mosquitos ya portaban esta bacteria.

Esto se hizo notar en la salud de sus ciudadanos. Townsville ha vivido brotes de dengue periódicamente desde 2011, pero en los 44 meses siguientes a la liberación de estos mosquitos infectados solo se han registrado 4 casos de dengue por infección local, en comparación con los 54 casos registrados en los meses anteriores. En esos 44 meses tras la suelta se han registrado un total de 51 casos importados de dengue. Los resultados se han publicado en la revista abierta Gates Open Research y están a la espera de pasar la revisión por pares.

Para afianzar los resultados se están llevando a cabo investigaciones parecidas en Yogyakarta, en Indonesia, una ciudad donde hay una incidencia de dengue mucho mayor. Allí se están manteniendo algunas zonas sin mosquitos infectados para que sirvan de grupos de control y descartar así que la reducción de casos se deba a otros motivos. Otros experimentos similares den Medellín, Colombia y en Río de Janeiro, en Brasil, servirán para evaluar si esta técnica puede ser eficaz en ciudades con una gran densidad de población.

«Anopheles gambiae». Wikimedia Commons

En otros esfuerzos encaminados también a la erradicación de enfermedades infecciosas transmitidas por mosquitos, el enfoque está siendo más radical: un experimento publicado en 2015 trató de observar si era posible modificar genéticamente a los mosquitos responsables de esas transmisiones, en este caso Anopheles gambiae, para que transmitiesen a su descendencia una modificación genética capaz de provocar la infertilidad de los mosquitos hembra.

No era una tarea sencilla. Para ser estériles, las hembras debían heredar dos copias modificadas de un gen relacionado con la fertilidad, uno por cada cromosoma (en los machos, heredar esos mismos genes no parecía tener ningún efecto en la fertilidad). Normalmente la selección natural encontraría la forma de arrinconar y eliminar ese rasgo tan dañino para la especie: las hembras con dos copias modificadas no se reproducirían, mientras que las hembras fértiles sí que lo harían, transmitiendo a su descendencia las versiones sanas de esos genes.

En este caso, los investigadores buscaban asegurarse el cromosoma que la descendencia que heredase un gen modificado se alterase automáticamente para que el resultado final fuesen dos mutaciones, y así la infertilidad pudiese expandirse rápidamente entre la población de mosquitos.

Aunque este enfoque parecía más radical y aunque complejo, más eficaz en el caso de conseguirse, hay otro factor a tener en cuenta: los efectos colaterales en un ecosistema de la desaparición de una especie, que pueden repercutir en las demás especies con las que conviven y terminar trastocando el equilibrio ecológico de igual manera que lo hace la introducción de una especie invasora.

Referencias:

A CRISPR-Cas9 gene drive system targeting female reproduction in the malaria mosquito vector Anopheles gambiae – Nature Biotechnology

Scaled deployment of Wolbachia to protect the community from Aedes transmitted arboviruses – Gates Open Research

Sobre la autora: Rocío Pérez Benavente (@galatea128) es periodista

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