Hasta hace poco tiempo existía la creencia de que en la actualidad la selección natural no opera en seres humanos. Ello sería debido al efecto neutralizador que ejercen determinadas prácticas y adquisiciones culturales como las características de la vivienda, el saneamiento, la alimentación y la medicina, al permitir la supervivencia de individuos que, sin su concurso, no sobrevivirían. Sin embargo, ya vimos que algunas prácticas culturales, -relacionadas con la agricultura, ganadería y producción de alimentos-, han ejercido influencia en nuestro genoma, propiciando la extensión de rasgos fisiológicos que permiten utilizar recursos alimenticios que estaban vedados a nuestros congéneres en el Paleolítico.
Pero además de esa objeción, también la misma naturaleza de la selección natural, sus mecanismos, son tales que no hay razón para que no operen en la actualidad. Porque la cuestión no es tanto si hay o no supervivencia diferencial de determinados individuos, cuanto si hay variabilidad en el éxito reproductor y si esa variabilidad depende de rasgos heredables. En efecto, si algún rasgo que se transmite genéticamente de una generación a la siguiente propicia un mayor éxito reproductor, ese rasgo está siendo seleccionado positivamente y se extenderá rápidamente en la especie.
Estas cuestiones han suscitado interés en el campo de la medicina, pues se supone que hay rasgos de importancia médica que pueden estar siendo objeto de selección natural y ello podría tener consecuencias prácticas. Por otro lado, el interés puramente teórico de estos estudios es indudable.
S. G. Byars y colaboradores examinaron la medida en que determinados rasgos están sometidos a selección natural en mujeres y realizaron proyecciones que estiman la variación esperable en esos rasgos durante las siguientes diez generaciones, suponiendo (aunque sea mucho suponer) que las condiciones ambientales relevantes no se modificarán de forma sustancial durante ese periodo. Las variables médicas analizadas fueron colesterol total, presiones sanguíneas diastólica y sistólica, y glucosa en sangre. Además, se analizaron otras variables, también de interés médico pero, sobre todo, de evidente importancia desde el punto de vista de la biología evolutiva de la especie. Estas incluyeron el peso, la altura, la edad a la que tienen el primer hijo y la edad de la menopausia. Las mujeres eran norteamericanas de origen mayoritariamente europeo.
Pues bien, de acuerdo con sus estimaciones, las mujeres serán cada vez más bajitas, algo más gruesas, tendrán su primer retoño un poco antes y se retrasará algo la menopausia. Todo ello ocurrirá, supuestamente, porque el éxito reproductivo ha sido mayor en mujeres que presentaban esos rasgos en las dos generaciones de mujeres estudiadas hasta ahora. Y en todo caso, el cambio previsto es muy lento (1 kg más de peso en 10 generaciones, por ejemplo).
Para acabar, es importante tener en cuenta que estos datos se han obtenido de un estudio cuyo objeto no era el de realizar un análisis como el que aquí se ha presentado. Si se hubieran analizado otras variables, hormonales, por ejemplo, quizás se hubiesen observado cambios más rápidos. Lo importante no es si el cambio es más o menos rápido, sino el que tal cambio se produzca y sea consecuencia de la selección natural.
Referencia:
S. G. Byars, D. Ewbank, D. R. Govindaraju y S. C. Stearns (2010): “Natural selection in a contemporary human population” 107 (suppl 1): 1787-1792.
Sobre el autor: Juan Ignacio Pérez (@Uhandrea) es catedrático de Fisiología y coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU
Estilpon
Gracias por el artículo. Me asaltan varias dudas, expongo la principal:
La altura media ha ido creciendo en consonancia con la mejora de la alimentación, salud etc…que se correla positivamente (simplemente debido a cambios sociales) con la urbanización, acceso a estudios y trabajo fuera de casa de la mujer etc…¿han descartado que ese crecimiento de peso / reducción de la altura no se deba a que segmentos de población con más dificultades sociales siguen siendo más prolíficos? (y la clave de esto es ‘siguen siendo’).
No sé, me parece un caso de variables de confusión…algo así como si concluyese que la evolución en
España implica que vamos a ser más morenos y más bajitos (por la aportación de inmigrantes latinos y magrebíes, que tienen más hijos x mujer), olvidando el peso de los factores sociales y los distintos ritmos de aculturación. Más que selección natural, sería evolución social.
Obviamente, es una percepción sin números detrás.
Un saludo
Juan Ignacio Pérez
Hola:
Gracias por su comentario.
La anotación incluye enlace al artículo original, por lo que supongo que las dudas podrán ser disipadas acudiendo a la fuente. Si no lo hago yo mismo es porque carezco del tiempo necesario para ello. Lo siento.
La observación, no obstante, me ha parecido muy aguda.
Diego López Alonso
Encuentro encomiable y digno de admiración el enorme reto que se ha impuesto el autor. Afrontar todos los temas indicados en el índice es una tarea hercúlea si se han de tratar los diferentes temas con el rigor científico exigible. En este sentido, modestamente, quisiera hacer unos comentarios de este «capítulo» en concreto. Primero, creo que el título no refleja el contenido pues no se habla nada de la relación de la teoría de la selección multinivel o de la selección de grupo con el altruismo. El altruismo solo figura en el título. Y, en segundo lugar, se omite diferenciar el «altruismo biológico» del «altruismo psicológico», lo que impide entender correctamente el problema y su explicación por los diferentes abordajes teóricos. Estas carencias básicas lastran la capacidad explicativa del capítulo.
Ricardo
Veo un gran problema en aplicar la teoría neodarwinista en el ser humano actual. Considero que el intento argumentativo del autor es interesante pero insuficiente. Veamos, el neodarwinismo no puede responder, hablando de la especie humana actual, a lo siguiente: ¿qué significa ser «más apto» en el medio humano? En el artículo se menciona varias veces el éxito reproductivo que posibilitaría que los genes se difundieran al mayor número de individuos (prole) y con ello extenderse por la especie. Pues bien, qué significa ser más apto en el ser humano no tiene tiene sentido cuando no hay medio definido al que adaptarse (hay sociedades humanas en medios áridos, fríos, cálidos, rurales, urbanos, desérticos, helados…). La variación que fuera «más apta» para un individuo de un medio concreto lo mismo no lo sería para otro medio, con lo cual, ¿cómo hablar de adaptación al medio? ¿No hemos de aceptar mejor que el ser humano por su complejidad cultural no tiene medio definido sino que en vez de adaptarse él, adapta él medio a su conveniencia?
Por otro lado, no tiene en cuenta el neodarwinismo el aspecto multidimensional de la complejidad psicocultural. Quiero decir que el ser humano decide tener sexo pero no reproducirse (en general) la mayoría de las veces. Qué variación puede dar a alguien ser más reproductivo (lo que quiere decir, en resumidas cuentas, ser mas apto según el artículo) si este decide voluntariamente no reproducirse (usando métodos anticonceptivos). Se reproducen la gente con discapacidad sensorial, cognitiva, psicomotriz… algo que es inviable en las demás especies y que es puesto de ejemplo de variación perjudicial que acaba desapareciendo. Más aún, se reproducen y sigue habiendo ricos, pobres, guapos, feos,… No encuentro qué variación es ventajosa y cuál no atendiendo a ese «ser más apto» (que le llevará a reproducirse más y extender los genes) en las sociedades humanas. Por tanto, el hecho diferencial antropológico de la cultura (que hemos de desvincular de demás especies) hace inviable el neodarwinismo en el ser humano