En la entrada de hoy del Cuaderno de Cultura Científica, tras la entrada sobre la novela gráfica La amante cartesiana(Egales, 2016), escrita por Paloma Ruiz Román y dibujada por Juan Alarcón (véase La amante cartesiana), seguiremos adentrándonos en el mundo de los cómics y las novelas gráficas con contenido matemático, pero nos centraremos en lo que podríamos denominar “novelas gráficas negras”, es decir, novelas gráficas con temática policíaca.
Ya habíamos tocado el género en la entrada Las matemáticas en el cómic Ken Games, donde analizábamos el cómic Ken Games (Diábolo, 2009-10), de José Robledo (guionista) y Marcial Toledano (dibujante). En concreto, analizaremos las novelas gráficas El número 73304-23-4153-6-96-8 (La cúpula, 2008), de Thomas Ott, y El vendedor de estropajos (Astiberri, 2011), de Fred Vargas (guión) y Edmond Baudin (dibujo).
Thomas Ott es un historietista suizo, nacido en Zurich en 1966, que ha destacado dentro del cómic independiente europeo en las últimas décadas. Realiza sus novelas gráficas utilizando la técnica “Carte a gratter”, algo así como “tarjeta raspada”, que consiste en una cartulina, en el caso de este dibujante blanca, sobre la que se extiende una cierta pasta, en este caso de color negro, de forma que al raspar la superficie generada por la pasta, se descubre el blanco de la base, creándose así las imágenes blancas sobre fondo negro. Esta técnica permite a Thomas Ott crear un tipo de dibujo muy particular en blanco y negro, que va muy bien con las historias oscuras, fundamentalmente historias de terror, que nos narra. Además, la historia no tiene texto, salvo el que pueda aparecer en los propios dibujos. Entre sus obras más conocidas están Hellville (1995), Dead End (1996), t.o.t.t. (2002), Cinema Panopticum (2005) o El número 73304-23-4153-6-96-8 (2008).
En su obra El número 73304-23-4153-6-96-8 nos cuenta una de esas historias negras de las clásicas, con los típicos ingredientes, como son una cárcel, una ejecución en la silla eléctrica, un verdugo, un oscuro bar, un casino, la ruleta rusa, una mujer fatal, mucha pasta, una casa de empeños, una pistola, un robo, una navaja, algunos lugares oscuros de la ciudad, una paliza, etcétera, pero con ese toque de terror tan característico en su obra.
En el primer dibujo ya nos destaca la importancia que tiene el número que da título a la obra, ya que nos presenta unos dedos sujetando un pequeño papel que contiene solamente ese número, o conjunto de números,… 73304-23-4153-6-96-8. Es la mano de un recluso que va a morir en la silla eléctrica. Tras ser ejecutado el papel quedará caído al lado de la silla eléctrica y lo recogerá el funcionario que se encarga de la ejecución. Este es el inicio de una historia en la que esos números tienen una gran importancia, ya que esos números marcarán su vida a partir de ese momento, primero hacia el éxito y después hacia el fracaso.
¿Puede el destino de una persona estar marcado por una serie de números? En la historia, el funcionario de prisiones va descubriendo poco a poco como los números de ese papel empiezan a aparecer en su vida y a determinar su futuro … el número de identificación de un perro encontrado en la calle (73304), el dorsal de un atleta en el periódico que lee (23), el teléfono (4153696) en un cartel en el que se busca al perro. llamado Lucky, es decir, “afortunado”, la dirección de quien contesta (número 8), una mujer.
Después descubrirá que la fortuna parece estar de su lado y le va conduciendo hacia el éxito… saca cartas de una baraja al azar y van saliendo en orden los números del papel 7, 3, … saca un fajo de billetes, lo cuenta, y su valor es de 304, … mientras llama a la mujer descubre que ese día es 23 … queda con la mujer en un bar, tira dos dados y sale primero 4 y 1, después 5 y 3. Todo va dirigiéndolo hacia la suerte y se marchan al casino.
A lo largo de toda la novela el número 73304-23-4153-6-96-8 está escrito en la parte de arriba de cada página, para que quien lee la historia pueda ir siguiendo los números que aparecen en ella.
A la mañana siguiente, tras una noche increíble, los números seguirán estando presentes en su vida, pero su suerte se dará la vuelta, como en una banda de Moebius, y la desgracia se cebará con el protagonista.
No desvelemos más de esta historia circular, de la que ya hemos contado demasiadas cosas. Es una novela gráfica muy recomendable, con una segunda parte muy interesante desde un punto de vista dramático.
Solo un detalle matemático más, la banda de Moebius (recordemos que es una superficie con una única cara, que es una banda retorcida, que podemos construir de forma sencilla de la siguiente forma … si tomamos una tira de papel y pegamos los extremos se obtiene una banda normal con dos caras, pero si primero giramos uno de los extremos del papel media vuelta y después juntamos los extremos se obtiene la banda de Moebius) como símbolo del cambio de fortuna en la vida del protagonista, de la buena a la mala fortuna. La banda de Moebius aparece dos veces. La primera en nombre, ya que el grupo que toca en el bar es el The Dr Moebius Octet. Y la segunda es un dibujo de la misma en el escaparate de la casa de empeños a la que acudirá más adelante el protagonista.
La siguiente novela gráfica que traemos a esta entrada de la sección Matemoción del Cuaderno de Cultura Científica es El vendedor de estropajos (Astiberri, 2011), cuyo guion es de la escritora de novela negra francesa Fred Vargas (Premio Princesa de Asturias de las Letras 2018), seudónimo de Frédérique Audoin-Rouzeau, basado en su relato corto Cinco francos unidad del libro Fluye el sena (Siruela, 2012), y cuyos dibujos son del historietista e ilustrador francés Edmond Baudoin.
La escritora Fred Vargas es la autora de la serie de novelas policíacas del comisario Adamsberg que se inició con el El hombre de los círculos azules (1991), con 12 títulos, entre los que están Tiempos de hielo (2015) y Cuando sale la reclusa (2017), así como otras novelas entre las que están Los que van a morir te saludan (1994) o Que se levanten los muertos (1995). Por su parte, Edmond Baudoin es autor de más de 50 novelas gráficas, entre las que podemos citar El viaje (1996), Viva la vida, los sueños de Ciudad Juarez (2011), en colaboración con Troubs, Dalí (2012), o Soñadores, cuatro genios que cambiaron la historia (2015), con Cédric Villani. Juntos tienen dos novelas gráficas, la que estamos analizando en esta entrada y Los cuatro ríos (2000), publicada por Astiberri en 2015.
Como podemos leer en la sinopsis que realiza la editorial Astiberri de El vendedor de estropajos:
“Un asesinato trastorna el día a día de Pi, vagabundo y, a ratos, vendedor de estropajos. Interrogado como testigo, conoce a Adamsberg, un comisario con métodos desconcertantes, que prefiere mantener un largo diálogo con el vagabundo, antes que los métodos habituales de la policía. La verdad sobre el caso se desvela poco a poco, al mismo tiempo que se dibuja el retrato de un hombre roto por la vida”.
Las matemáticas están relacionadas con el vagabundo, vendedor circunstancial de estropajos, de quien se dice que “los números siempre habían sido lo suyo”.
Nos encontramos el siguiente texto en la novela gráfica, similar al que aparece en el relato corto que da lugar a la misma.
“Su Martín [el carro metálico de la compra] transportaba estropajos, miles. Cuando descubrió aquella mina de estropajos en el hangar de Charenton, creyó que estaba salvado. 9.732 estropajos vegetales, los había contado. Era bueno con los números, era algo de nacimiento.
Un euro por cada estropajo vendido, 9.732 euros en total.
Hacía cuatro meses que acarreaba los estropajos desde el hangar de Charenton hacia París. Cuatro meses que empujaba a Martín por todas las calles de la capital, para vender exactamente 512.
A ese paso necesitaría 2.150,3 días para vaciar la nave. Es decir, seis años coma diecisiete arrastrando el asno [el carrito] y su pellejo a cuestas.”
Curiosamente, para ser una muestra de que se le dan bien los números, resulta que las cuentas no están muy claras. Para empezar, 6,17 años son 2.253,53 días, si consideramos el año solar de 365,24 días, pero si tomamos que un año son aproximadamente 365 días, entonces serían 2.252,05 días. Como vemos hay algo que no cuadra en esos números. ¿Quizás es una errata y son 2.250,3 días? Si fuese así, tomando un año de 365 días, tendríamos que 2.250,3 días son 6,1652… años, que redondeando sí son 6,17 años. Podría ser.
El problema es que mirando a las cuentas de la venta de estropajos también nos encontramos con algunas incongruencias. Empecemos con una cuenta orientativa. Si ha vendido 512 estropajos en cuatro meses y consideramos que 4 meses son 122 días (dos meses de 31 días y dos de 30, aunque hay otras opciones), entonces habría vendido aproximadamente 4,2 estropajos por día. Si fuesen 2.150,3 días, obtendríamos 2.150,3 x 4,2 = 9.031,26, que aunque le sumemos los 512, no llega a 9.732 estropajos. Si asumimos que es una errata y son 2.250,3 días, entonces obtendríamos 2.250,3 x 4,2 = 9.451,26, que no llegan a 9.732, pero si le sumamos 512 nos pasamos.
Una opción podría ser que Fred Vargas se refiriera a cuatro meses aproximadamente, es decir, que podrían ser algunos días más o menos. Por ejemplo, si el vendedor de estropajos hubiese vendido los 512 estropajos en 125 días, entonces habría vendido 4,096 estropajos por día. Ahora, para vender los 9.732 – 512 = 9.220 estropajos habría necesitado 2.250,98 días, que casi el la cantidad que se escribe.
Por otra parte, si el vendedor de estropajos hubiese vendido los 512 estropajos en 119 días, entonces habría vendido unos 4,3 estropajos por día y para vender los 9.732 estropajos habría necesitado unos 2.263 días. Tomando 118 días salen unos 2.242 días. Con uno nos pasamos un poco y con otro nos quedamos corto.
Bueno, estas son mis cuentas, pero las que habría que conocer son las de Fred Vargas.
Por otra parte, el nombre del vendedor de estropajos es Pi. Como el mismo cuenta en la historia.
“El día de todos los santos mi madre me llevó al orfanato. Me inscribió en el registro. Alguien me cogió en brazos. Otro apoyó la taza de café en el libro de registro. Y mi nombre se disolvió en la mancha de café. Solo quedaron dos letras [se refiere a Pi].”
Y más adelante sigue contando cosas de su infancia relacionadas con su particular nombre, Pi.
“Cuando era pequeño, en el colegio del orfanato me llamaban 3,14. ¿Pilla la broma? ¿Pi? ¿3,14? ¿Diámetro de la circunferencia por 3,14, igual a la circunferencia?”
Más adelante en la historia, el comisario Adamsberg, teniendo en cuenta la anécdota anterior, decide poner a la víctima, para ocultar su identidad, el seudónimo de 421, en alusión al juego de dados, que se juega con tres dados, llamado “421”.
Pero sigamos con el número pi y el vendedor de estropajos. Pi es bueno estimando a ojo el perímetro de diferentes circunferencias. Por ejemplo, cuando están en el metro le dice al comisario “Y diría que ese botón tiene cincuenta y un milímetros de circunferencia”. Teniendo en cuenta la expresión que el mismo Pi menciona más arriba “diámetro de la circunferencia por 3,14, igual a la circunferencia”, tenemos que el botón tiene un diámetro de unos 16 milímetros, es decir, 1,6 centímetros.
Pi, el vendedor de estropajos, le explica al comisario Adamsberg la importancia del número Pi. En la imagen anterior le está contando lo siguiente.
“Pi funciona con cualquier círculo. Lo inventó un griego hace mucho tiempo. Eran inteligentes los griegos. El reloj. ¿Quiere saber, por curiosidad, la circunferencia del reloj? La circunferencia de la rueda del carrito, la de la cabeza, la del sello del ayuntamiento, la del agujero del zapato, la del centro de la margarita, la del culo de la botella, la de una moneda de un euro, la de un vaso de vino. ¿Quiere saber qué circunferencia a bebido? El mundo está hecho solo de círculos. ¿Lo había pensado alguna vez? Pues yo, Pi, conozco todos los círculos. Si no me cree, pregúnteme por cualquiera”.
Y se da el siguiente diálogo entre ambos. El comisario contesta “¿una margarita?”, Pi pide aclaraciones “¿con los pétalos o solo el centro amarillo?”. Por respuesta “el centro”. Y Pi da la solución “Doce con veinticuadro milímetros. Estamos hablando de una margarita bastante grande”.
Una margarita con una circunferencia de 12,24 milímetros, tiene un diámetro de 3,9 milímetros, es decir, 0,39 centímetros. Ni medio centímetro. Por lo tanto, es una margarita pequeña, salvo que la medida de la circunferencia , 12,24, fuese en centímetros.
Finalmente, para resolver el asesinato el comandante Adamsberg utiliza, no la lógica, sino la humanidad.
Bibliografía
1.- Thomas Ott, El número 73304-23-4153-6-96-8, La cúpula, 2008.
2.- Fred Vargas, Edmond Baudin, El vendedor de estropajos, Astiberri, 2011.
3.- Fred Vargas, Fluye el sena (tres casos del comisario Adamsberg), Siruela, 2012. [incluye el relato “Cinco francos unidad”]
4.- Página web de Thomas Ott
5.- Página web de Edmond Baudoin
Sobre el autor: Raúl Ibáñez es profesor del Departamento de Matemáticas de la UPV/EHU y colaborador de la Cátedra de Cultura Científica