Paul Palmqvist Barrena
Ser vegano está de moda. Para muchos, adoptar una dieta basada solo en productos de origen vegetal representa una cierta filosofía vital en la que, además, se suelen incorporar otros planteamientos existenciales, como ser animalista o preocuparse por el cambio climático y la agricultura sostenible.
Por ello, muchos veganos consideran que quienes practican la dieta omnívora favorecen la explotación animal, la degradación ambiental y los postulados económicos neoliberales. Tales planteamientos no resisten un debate mínimamente serio. Pero cuestionar la dieta vegana, considerada por sus practicantes como una alternativa saludable, equilibrada y sostenible frente a la alimentación tradicional, es ya harina de otro costal. Por ello, conviene indagar si la evolución de nuestros ancestros nos ofrece claves sobre este debate.
Genuinamente omnívoros
La biología evolutiva nos muestra que los humanos nos diferenciamos de otros primates en ser la especie más genuinamente omnívora de este orden de mamíferos. Así, los Homo sapiens mostramos una serie de adaptaciones, tanto anatómicas como fisiológicas, hacia una dieta más carnívora que la de los grandes simios, como el chimpancé, el gorila o el orangután, nuestros parientes vivos más próximos. Igualmente, manifestamos otros rasgos derivados de la misma, como el tipo de parásitos que albergamos.
Sin ánimo de ser exhaustivo, las principales evidencias evolutivas que permiten argumentar en contra de la conveniencia de una dieta vegana serían las siguientes:
- Colon corto y otras razones intestinales. En primer lugar, el coeficiente de diferenciación del tracto digestivo (cociente entre la suma de la superficie del estómago y la del intestino grueso, dividida por la superficie del intestino delgado) toma en nosotros un valor intermedio (0,8). Eso lo sitúa justo entre el de los carnívoros (0,4-0,6) y el del chimpancé o el orangután (1,0-1,2), ambos frugívoros. Y es la mitad que en el gorila (1,6), de dieta exclusivamente herbívora.De hecho, nuestro intestino delgado y colon representan un 67% y un 17% del volumen total del tubo digestivo, mientras que en los simios estas proporciones oscilan entre el 14-28% y el 52-54%. Al tener un colon más corto, el tránsito del alimento por nuestro tubo digestivo es más rápido, dificultando la absorción de los alimentos vegetales ricos en fibra.
- Metabolismo y energía. En segundo lugar, en los mamíferos el aumento de tamaño corporal va acompañado de una disminución de la tasa metabólica basal por unidad de masa, lo que permite reducir la calidad de la dieta. Por ello, los grandes simios subsisten consumiendo un 87-99% de materia vegetal. Los chimpancés son la excepción, pues su alimentación frugívora, más rica en energía, les permite desarrollar una vida social más intensa.En los ancestros de nuestro género (Homo), la evolución en las sabanas áridas y estacionales del África subtropical propició la inclusión de más carne en su dieta, obtenida a partir del carroñeo. Así lo constatan las marcas de descarnación con lascas de sílex en diversos yacimientos africanos, con una antigüedad de 2,6-2,3 millones de años. Que son similares a las identificadas en los huesos fósiles de los yacimientos de la región de Orce (Granada), un millón de años posteriores, que evidencian la presencia humana más antigua en Europa occidental.La dieta carnívora, más rica en energía (en kJ por día y kg de masa corporal) y más digerible respecto a lo esperable de nuestra tasa metabólica, nos abrió además la puerta al acceso a aminoácidos esenciales y otros micronutrientes, como ciertos ácidos grasos omega-3 (EPA y DHA), presentes solo en los tejidos animales.
Otro compuesto importante es la taurina, aminoácido muy escaso en la materia vegetal, con efectos antioxidantes y antiinflamatorios. Resulta que la capacidad de sintetizarlo es muy baja en los humanos y está ausente en los félidos, hipercarnívoros por excelencia.
- Cerebro grande. Una de las principales razones de que necesitemos una dieta de alta calidad radica en el elevado coste de mantenimiento de nuestro tejido nervioso, que representa un 22% de la tasa metabólica basal, frente al 8% en el chimpancé. Dado que en nuestro cuerpo hay además otros órganos muy costosos de mantener, como el corazón, los riñones o el hígado, cuyas dimensiones no podían reducirse, la expansión cerebral forzó un acortamiento del tracto digestivo humano, propiciando la transición hacia una dieta más carnívora.Con ello, el gran desarrollo cerebral de nuestra especie, en especial durante la fase infantil, se benefició de una dieta concentrada, fácil de digerir y de mayor calidad. En el primer mundo existen hoy alternativas a esta dieta que no incluyen productos animales, pero dicha posibilidad no estuvo accesible para los cazadores-recolectores nómadas durante el Pleistoceno (el 97% del tiempo transcurrido desde nuestro origen en África hace unos 160.000 años) y sigue sin estarlo en los países en desarrollo.
- La importancia del hierro. También conviene tener en cuenta que los enterocitos del sistema digestivo humano absorben con preferencia el hierro ligado a la hemoglobina y a los compuestos de la porfirina (en productos animales), frente a los iones de hierro de la materia vegetal, cuya asimilación se reduce en un 50-70% debido a la presencia de fitatos y compuestos fenólicos, que inhiben la absorción. En cambio, los animales herbívoros no absorben el hierro de los compuestos ligados a la carne y dependen de los iones de hierro en las plantas.Una dieta vegana no satisface el aporte mínimo de 1,5 mg hierro/día y debe ser suplementada. Lo que, a la larga, termina dañando los riñones, pues buena parte de ese hierro no se absorbe y han de excretarlo. Por ello, aunque es verdad aquello que nos repetían nuestras abuelas de que “las lentejas tienen mucho hierro”, es una verdad a medias. Porque asimilamos mucho mejor el hierro de la sangre que lleva un buen filete de vaca o de atún.
Una dieta que aumenta la longevidad
Estas adaptaciones a la dieta omnívora se reflejan también en nuestras expectativas de vida. Los humanos tenemos una longevidad potencial un 30% superior a la de los grandes simios. La selección de genes adaptativos para el consumo de grasas animales, como el alelo ApoE3, jugó un papel relevante en el cambio hacia una dieta más carnívora y una vida más larga durante la evolución del género humano, reduciendo el riesgo de padecer alzhéimer, enfermedades vasculares e infecciones microbianas.
Por todo ello, no es casual que en tres cuartos de las sociedades de cazadores-recolectores nómadas, que representan nuestro estilo de vida tradicional (donde actuó la selección natural, a diferencia de en las sociedades modernas), la caza y/o la pesca supongan más del 50% de la dieta. Mientras que lo contrario ocurre solo en un 14% de ellas. En cambio, en los chimpancés la carne representa solo el 3% de la dieta.
El menor consumo de carbohidratos en las poblaciones humanas tras la adaptación a una dieta más carnívora pudo propiciar la aparición de la resistencia a la insulina (diabetes mellitus tipo II) como mecanismo para acumular grasa corporal en los momentos de abundancia de recursos. La frecuencia de esta enfermedad en las poblaciones humanas modernas oscila hoy entre el 7 y el 14%, aunque su prevalencia ha aumentado desde el 3-6% en 1980, debido al sobrepeso por consumo excesivo de ácidos grasos saturados, la escasez de fibra vegetal, las bebidas con azúcares libres y la vida sedentaria.
Finalmente, una evidencia más de nuestra adaptación temprana a la dieta carnívora proviene de las tenias, familia de cestodos parásitos que usan a los carnívoros como hospedadores definitivos. Tres especies del género Taenia se valen solo de nosotros para completar su ciclo, aunque también pueden infectarnos como hospedadores intermedios secundarios, lo que da lugar a la cisticercosis. En cambio, estos parásitos no infectan a los simios en condiciones naturales. Las últimas evidencias científicas indican que la adaptación de tales cestodos a infectar a los humanos en la fase final de su ciclo tuvo lugar en África poco después de que aparecieran nuestros ancestros en el continente. Es decir, que también ellos comían carne.
En función de estos argumentos, parece que una dieta exclusivamente vegana no solo resulta antinatural en nuestra especie, dado nuestro pasado evolutivo, sino que hay razones fisiológicas de peso que la desaconsejan. Como tal, no debería considerarse una alternativa recomendable frente a la dieta mediterránea, más equilibrada y saludable. La biología evolutiva es clara al respecto.
Sobre el autor: Paul Palmqvist Barrena es catedrático de paleontología de la Universidad de Málaga
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Artículo original.
Nelson Antonio Flores Díaz.
Muy interesante y aleccionadora su publicación acerca de la dieta humana desde nuestros lejanos ancestros. Saludos.
Masgüel
«¿Es natural que los humanos comamos carne?»
Claro que sí. Y bocadillos de amianto. Si es posible, es natural.
«muchos veganos consideran que quienes practican la dieta omnívora favorecen la explotación animal, la degradación ambiental y los postulados económicos neoliberales. Tales planteamientos no resisten un debate mínimamente serio.»
No hace falta ser vegano para compartir esas consideraciones, así que habrá que ponerse nariz de payaso si no puede ser serio, pero ese es el debate, incluso si uno considera que los animales no son sujeto de derechos, el cambio climático es inevitable o no existirá agricultura sostenible mientras no cambiemos el suelo dedicado a los cultivos por tanques de crecimiento.
«cuestionar la dieta vegana, considerada por sus practicantes como una alternativa saludable, equilibrada y sostenible frente a la alimentación tradicional, es ya harina de otro costal.»
La dieta de los veganos es vegetariana. El veganismo no es una dieta. Y, ¿qué es una dieta tradicional?. Los australopitecos carroñeros estaban expuestos a todo tipo de infecciones y parásitos. Los cazadores-recolectores más recientes, incluída nuestra especie, tenían una dieta muy variada (y buena parte de la proteína animal la obtienen de la recolección de huevos, pequeños reptiles e insectos), pero también estaban expuestos a hambrunas estacionales y a la frecuente toxicidad y escaso valor nutritivo de los vegetales no domesticados. La dieta de los hombres del neolítico era mucho peor, reducida casi en exclusiva a un solo cereal y expuestos a hambrunas catastróficas cuando se perdían las cosechas. La dieta (para el común de los comensales) no volvió a ser más variada hasta el intercambio colombino. Y, hasta hace dos telediarios, la gente se dejaba la dentadura con la piedra de molino que masticaba con el pan.
«asimilamos mucho mejor el hierro de la sangre que lleva un buen filete de vaca o de atún.»
O del vecino, porque también el canibalismo es tradicional en los homínidos.
«una dieta exclusivamente vegana no solo resulta antinatural en nuestra especie, dado nuestro pasado evolutivo»
Dado nuestro pasado evolutivo, tan natural es comer carroña podrida, frutos tóxicos o el hígado de la abuela. Lo antinatural es que los humanos comamos fantasmas o centauros.
«sino que hay razones fisiológicas de peso que la desaconsejan.»
Supongamos que sea cierto. Tan aconsejable será «un buen filete de vaca» como un buen plato de grillos. Que un alimento sea tradicional no lo hace mejor ni peor. Pero ese es el fondo del rechazo a la «moda vegetariana». Lo que molesta es el cuestionamiento de la costumbre.
«Como tal, no debería considerarse una alternativa recomendable frente a la dieta mediterránea, más equilibrada y saludable.»
La dieta mediterránea ya es tan minoritaria como el vegetarianismo. Y si es más equilibrada y saludable, no lo es por tradicional. Hoy la gente se alimenta de harinas refinadas, grasas saturadas, azucar y sí, mucha carne. Puestos a recomendar alternativas al vegetarianismo, tan equilibrada y saludable será la dieta mediterránea como una compuesta por algas, micoproteína, larvas de insectos, etc.
«La biología evolutiva es clara al respecto.»
No. La biología evolutiva es clara respecto a la importancia del consumo de carne y, aún más importante, el uso del fuego en la evolución de nuestra especie. Y la historia de la agricultura respecto a los cambios «recientes» de nuestra dieta. Sus resultados pueden ayudarnos a orientar nuestras decisiones. Nada más.
Andrea
Estoy totalmente de acuerdo contigo, se nota que la persona que ha redactado esto no es objetivo/a con el tema en cuestión, restando validez a sus argumentos.
Además, parece que hable de una dieta carnívora como si comiese carne a cada comida.
Rawandi
«también el canibalismo es tradicional en los homínidos»
Que algo sea natural o tradicional no significa que sea bueno, obviamente.
conde don vela
si no fuera por al carne seriamos vacas
Molbestia
Masgüel, viendo la naturaleza de tu respuesta, que es religiosa o tribal y no basada en estudios o en el conocimiento que existe desde la historia y la medicina, tus argumentos pierden validez. Por mí bien que comamos grillos, ratas o cualquier otra harina de bichos que tenga proteínas. Pero entonces te contradices, eres vegano o no??? Porque esta religión o secta considera que una planta no tiene derecho a vivir y un bicho feo tampoco, sin embargo, una vaca, animal creado por el hombre, ya que no existiría si no estuvieran en cautividad, es horrible. Lo que es horrible es que una religión, el veganismo, ignore las necesidades alimenticias de la clase trabajadora en el mundo. Sí!!! Es un insulto postmoderno que alguien se sienta agraviado porque un artículo defienda la dieta mediterránea, la más saludable del mundo, y pase por encima de las necesidades alimenticias de millones de pobres, que no tienen tiempo, ese tiempo burgués del que tú y yo disfrutamos, para elegir lo que te metes en la boca….
Masgüel
«Masgüel, viendo la naturaleza de tu respuesta, que es religiosa o tribal»
¿Si?.
«y no basada en estudios o en el conocimiento que existe desde la historia y la medicina»
¿No?.
«Pero entonces te contradices, eres vegano o no???»
No. No soy vegano. Nunca he dicho que lo fuese. Ahora dime donde está la contradicción.
«esta religión o secta considera que»
… lo que sea. No hablo en nombre del veganismo y mi respuesta no la aceptaría un vegano. Discuto los argumentos de esta entrada con los míos.
«una planta no tiene derecho a vivir y un bicho feo tampoco, sin embargo, una vaca, animal creado por el hombre, ya que no existiría si no estuvieran en cautividad, es horrible.»
Todavía no he visto un bicho feo. Las vacas domésticas son razas de bóvidos creadas por el hombre, pero no śe qué tienen de horrible. Ni las plantas ni los animales tienen derechos. Tampoco los seres humanos, si no nos los concedemos mutuamente. No soy iusnaturalista.
«Lo que es horrible es que una religión, el veganismo, ignore las necesidades alimenticias de la clase trabajadora en el mundo. Es un insulto postmoderno que alguien se sienta agraviado porque un artículo defienda la dieta mediterránea»
Repito. Poco me importa lo que ignore o deje que ignorar el veganismo. Yo no ignoro las necesidades alimenticias de la población humana, de la clase que sea, ni las condiciones que harían posible y sostenible cubrir tales necesidades. No seré yo quien se sienta agraviado porque un artículo defienda la dieta mediterránea. Mi afirmación es que tan equilibrada y saludable será la dieta mediterránea como otra menos tradicional compuesta por algas, micoproteína, larvas de insectos, etc. Y que tan minoritaria es la dieta mediterráea como el vegetarianismo. Ambas son carísimas. Los pobres comen harinas refinadas, grasas saturadas y azucar porque es muy barato. Hoy la obesidad es enfermedad de pobres.
Es otra guerra, pero solo desde la ignorancia se ha llegado a identificar el término «postmoderno» con un insulto.
«las necesidades alimenticias de millones de pobres, que no tienen tiempo, ese tiempo burgués del que tú y yo disfrutamos, para elegir lo que te metes en la boca»
Las necesidades alimenticias de millones de pobres no dependen de la ganadería intensiva de aves y mamíferos. Es una industria orientada al consumo de países ricos.
Ya que te sobra «tiempo burgués», te aconsejo que lo apreveches para estudiar un poquito, en lugar de intentar adivinar lo que hago con el mío. No aciertas ni una.
Mark
Vaya, ahora resulta que lo»natural» es criar animales modificados por el ser humano en macro granjas para saciar nuestra sed de carne a bajo precio.
Cómo han comentado el veganismo no es un dieta, hay que informarse un poco antes de ponerse a escribir pseudo artículos científicos con conclusiones nada científicas. Si hablamos de vegetarianismo estricto sus beneficios en la salud están ampliamente consensuados y avalados por sin fin de organizaciones de nutrición.
En cuántos a dietas en «general», la mediterranea que ya nadie sigue sería una más, las dietas asiáticas no usan leche, algo también natural?
En fin, puestos a criticar y analizar la alimentación actual, hablemos de los precocinados, de las grasas saturadas, del azúcar, el alcohol o la pésima calidad de los vegetales que consumimos, inmaduros en su cosecha para aguantar largos periodos en cámaras feigoricas y por tanto incompletos en nutrientes.