Divulgación científica e ingenieros en la España del Regeneracionismo (II): Temas

Investigación UPV/EHU Divulgación española en el Regeneracionismo Artículo 2 de 3

Jaume Navarro y Javier Sierra de la Torre

¿Por qué la inauguración de un paseo marítimo en Donostia aparece en la portada de una revista de vulgarización científica? ¿Qué tienen que ver un ferrocarril, un transatlántico y un aeroplano con la ciencia? ¿Por qué las revistas de vulgarización científica incluían noticias que para algunos quizás pertenecerían a publicaciones de otra índole?

Algunos historiadores de la ciencia se preguntan qué pensaban de sí mismos y de su trabajo los científicos e ingenieros del pasado. Para conocer esta identidad, podemos atender a los temas que vulgarizaban; es decir, conocer sus intereses y aquellas cosas que consideraban relevantes en la cultura científica. Al leer Ibérica y Madrid Científico, nos sorprendemos al encontrar construcciones como el Paseo Nuevo, buques trasatlánticos, ferrocarriles y tranvías eléctricos, automóviles y aviones que representan un proyecto específico de modernización.

Durante la llamada Edad de Plata (1898-1936) muchos de los ingenieros españoles eran funcionarios del estado. Su profesión se centraba en la administración de la burocracia técnica y trabajaban para ofrecer soluciones a problemas y requerimientos técnicos. La construcción de infraestructuras, de los canales y de los puertos, esenciales para el comercio, corrían a su cargo. La planificación del ferrocarril y el trazado de las carreteras, la electrificación de las ciudades, la repoblación de los montes, la explotación de las minas y el aprovechamiento de las aguas para el riego son algunos de estos problemas con requerimientos técnicos. En el esfuerzo por afrontar estas situaciones los ingenieros generaban conocimientos, construían herramientas, planteaban, ensayaban y modificaban procedimientos, creaban materiales y organizaban recursos. Lo que ellos veían en su trabajo era, a la vez, un proceso de modernización y un proyecto científico.

El aspecto que nos interesa destacar es la manera en la que los ingenieros se representaban a sí mismos como agentes del progreso de la sociedad y de la mejora de las condiciones de vida a través del conocimiento; se podría decir que entendían el progreso a través del desarrollo del conocimiento aplicado. Durante el Regeneracionismo, modernizar significaba, para ellos, saber construir puertos, carreteras, líneas de ferrocarriles, tendidos eléctricos, etc. También la ganadería y la agricultura plantearon problemas constantes para los ingenieros: el riego de los campos de cultivo, la lucha contra las plagas o el desarrollo de los abonos nitrogenados, por ejemplo, están muy presentes en sus revistas de vulgarización.

El ferrocarril es otro de los símbolos de la Revolución Industrial y de la modernidad. A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, ingenieros españoles organizaron la construcción de varias líneas y administraron e informaron el régimen legal de varias compañías ferroviarias (la Compañía del Norte, la Compañía Madrid-Zaragoza-Alicante, etc.). Con el tiempo, aumentó el conocimiento de la electricidad, y los ingenieros también buscaron electrificar las líneas de ferrocarril. Además, se invirtió capital en la modernización de las vías de comunicación urbana: el metropolitano y los tranvías de tracción, también eléctrica, se publicitaron reiteradamente en estas revistas.

La aeronáutica fue otro de los temas más vulgarizados por ambas revistas. Los autores mostraron a finales del siglo XIX los muchos ensayos de vuelos aerostáticos en todo el mundo. A partir de la primera década del siglo XX, comunicaron asiduamente el desarrollo de las tecnologías aeronáuticas igual que trataban la construcción de nuevos buques: describían las nuevas hélices propulsoras, los nuevos diseños de alas, los ensayos de aparatos y homenajeaban a los pilotos de prueba y a los fallecidos en accidentes aéreos. El automóvil tuvo también una persistente presencia en estas revistas.

Tras el fracaso de la marina española en la Batalla de Cavite (en Filipinas) y de la masacre de la escuadra del almirante Cervera en Cuba, se hizo evidente el atraso de la marina española para los vulgarizadores de Madrid Científico e Ibérica. Globalmente, la navegación marítima para el transporte de mercancías y de personas no hizo sino crecer con el cambio siglo. Ingenieros navales enrolados en compañías de construcción de buques competían por construir el mayor y más veloz navío posible; el prestigio y éxito modernizador de una nación muchas veces se asociaba en estas revistas al tamaño de las máquinas que construían sus técnicos. Los materiales con los que se construían los trasatlánticos, los blindajes de los buques de guerra y su armamento, los múltiples sistemas de propulsión, y las comodidades de a bordo también se detallaban en estas publicaciones. Y, normalmente, se comunicaba qué conocimiento se usaba en la creación de tal o cual herramienta, tal o cual motor, tal o cual aparato de telegrafía y tal o cual sistema de iluminación. El Canal de Suez, primero, y el Canal de Panamá, después, fueron construidos por ingenieros de todo el mundo en esta época e igualmente enseñados al público en Ibérica y Madrid Científico. Simultáneamente, las normas de seguridad de circulación de buques, y de trenes, tranvías y automóviles fueron desarrollándose a medida que estas nuevas tecnologías se volvían cotidianas.

La instalación de las líneas eléctricas para el transporte de corriente y la comunicación telegráfica, tanto con cables como sin hilos,fueron proyectos gestionados y planteados durante la Edad de Plata. Madrid Científico e Ibérica no solo informaban de la existencia de nuevas instalaciones, sino que vulgarizaron los conocimientos que había detrás de las nuevas herramientas de comunicación. Tras el hundimiento del Titanic, por ejemplo, alabaron la labor del telegrafista que pidió auxilio, y los ingenieros comunicaron la importancia del conocimiento de estas tecnologías. Muchos otros desarrollos tecnológicos eran comunicados por los ingenieros junto con los conocimientos (químicos, físicos, etc.) que usaban los inventores para construirlos, pero también con otros conocimientos no directamente relacionados con las tecnologías que mostraban. Al mismo tiempo que explicaban el proceso de licuefacción industrial de gases, se exponía el conocimiento de los propios gases; presentando un nuevo aparato de medición taquimétrica organizaban secciones sobre óptica y sistemas de medición; y al hablar sobre las diferentes formas de higienización del agua, enseñaban a sus lectores diversos tipos de microbios causantes de enfermedades.

Ibérica y Madrid Científico, definidas por sí mismas como revistas de vulgarización de la ciencia, normalmente explicaban y describían los nuevos instrumentos eléctricos, la construcción de centrales hidroeléctricas, los aparatos que permitieron ascender en globo y en aeroplano a los cielos. Cuando comunicaban y comentaban los nuevos conocimientos también exponían su idea de modernidad; idea que tenemos que situar en su momento para entender qué hacían y por qué lo hacían. Lo que el Paseo Nuevo de Donostia pinta en la portada de Ibérica es la representación de un proyecto concreto de progreso y de una imagen del conocimiento necesario para construirlo. Buques, ferrocarriles y líneas eléctricas compartían espacio con los demás conocimientos sobre historia natural, química, física y matemáticas porque el conocimiento y su uso componían el proyecto modernizador de los ingenieros españoles.

Sobre los autores: Jaume Navarro es Ikerbasque Research Professor en el grupo Praxis de la Facultad de Filosofía de la UPV/EHU y dirige el doctorado que Javier Sierra de la Torre está realizando sobre la divulgación científica en España a finales del XIX y principios del XX.

3 comentarios

  • Avatar de Masgüel

    Gracias. España nunca ha sido, como algunos pretenden, un erial para las ciencias y menos para las disciplinas técnicas y las ingenierías.
    No sé si esta serie tendrá continuación (que leeré con el mismo interés). Recomiendo un texto por si a alguien le interesa el siguiente capítulo. Sin los brillos de la plata, entre la ferralla del hormigón, los fosfatos norteafricanos, el desarrollo de la transferencia de tecnología nuclear estadounidense y muchas misas, los ingenieros fueron la columna vertebral de la economía política del franquismo. «Los ingenieros de Franco» de Lino Camprubí, premio del International Committee for the History of Technology en 2018, merece la pena.

  • Avatar de Juan Pedro

    Muy interesante revisión de las publicaciones científicas del último siglo. Creo que una revista que recoge los últimos 170 años de ciencia y técnica es la revista de obras públicas. Editada por el colegio de ingenieros de caminos desde el 1853, creo que es la más antigua y que continúa publicándose. Un saludo

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