No olvidar Seveso

Ciencia infusa

Ocurrió el sábado 10 de julio de 1976 a las 12:37 horas, la hora de la comida para los habitantes del lugar. Se escuchó un silbido sordo, amenazador, extraño. Un incendio se había declarado en uno de los edificios de una industria situada en el pueblo de Seveso, a unos 25 kilómetros al norte de Milán, en la Lombardía italiana. Seveso entonces tenía unos 17000 habitantes y algo más de 20000 en la actualidad. Aquel incendio liberó al ambiente, desde la planta, la dioxina TCDD que llegó a zonas pobladas y provocó efectos desastrosos.

Fuente: Wikimedia Commons

La planta industrial pertenecía a ICMESA o Industria Chimiche Meda Società, subsidiaria de Givaudan que, a su vez, pertenecía a Hoffmann-La Roche. La población la consideraba no peligrosa pero, en la fábrica se producía, además de aceites esenciales para perfumes y cosméticos, y como subproducto de la fabricación del herbicida conocido como 2,4,5-T y del jabón hexaclorofeno, la dioxina TCDD o 2,3,7,8-tetraclorodibenzo-p-dioxina, sustancia muy peligrosa y con altos niveles de letalidad. Era un defoliante que formaba parte del Agente Naranja. Se había utilizado en la guerra de Vietnam para eliminar la vegetación de la selva y descubrir a los grupos del Vietcong.

El incendio, provocado por un error humano, liberó una nube en forma de aerosol que contenía TCDD en cantidad entre algunos cientos de gramos y hasta algunos kilogramos, además de hidróxido de sodio, glicol y triclorofenato de sodio. De la válvula de seguridad de la chimenea del reactor de TCDD escapaba una nube grisácea compuesta de diminutas partículas, como arena fina, que llovieron alrededor de los obreros de la fábrica. Era una espesa neblina blanca, con olor a medicina y a cloro.

La nube, que se movía hacia el sur, en dirección a Milán, afectó a unos 18 kilómetros cuadrados de los alrededores de factoría. En poco tiempo había recorrido más de cinco kilómetros y la arenilla blanca caía sobre tejados y campos.

Fuente: Wikimedia Commons

La zona afectada se dividió en tres áreas. El área A, con unos dos kilómetros de longitud y 500 metros de anchura, tenía una concentración de TCDD superior a 50 microgramos por metro cuadrado de suelo y allí vivían 736 residentes que fueron evacuados el sábado 24 de julio. Poco después, el 29 de julio, se amplió la zona a evacuar y otros 600 habitantes fueron trasladados a lugares seguros.

El área B tenía entre 5 y 50 microgramos por metro cuadrado de suelo y vivían 4700 personas. Y en el área R, con menos de 5 microgramos de TCDD por metro cuadrado, vivían 31800 residentes. A todos ellos se les recomendó no tocar o comer vegetales de los cultivos locales ni aves de corral crecidas en la vecindad.

A los cuatro días, el 14 de julio, los médicos detectaron un aumento de erupciones cutáneas extensas tanto en adultos como en niños. Parecía evidente que se debían al paso de la nube de la fábrica, pero no conocían la naturaleza de la contaminación y, por tanto, no sabían cuál era el tratamiento adecuado. Desde la fábrica habían enviado muestras a Suiza, a la central, pero no tenían respuesta todavía. Además, comenzaron a encontrar gallinas y pájaros muertos y mascotas enfermas como gatos o perros, así como tomates quemados en las huertas y conejos sangrando por la nariz y los ojos. Días más tarde se estableció que la mortalidad animal era casi del 90%. En los días siguientes se sacrificaron unos 50000 animales en las zonas A y B. Incluso las abejas y sus panales se destruyeron en un radio de cinco kilómetros de la zona contaminada.

Sin embargo, la situación general no había llamado la atención en la prensa o la radio. Las noticias se propagaron lentamente. Los incidentes con pájaros o animales aparecían dispersos en varios medios de comunicación. En las personas las enfermedades eran bastante leves con erupciones cutáneas o molestias digestivas. Los médicos, más que alarmados estaban molestos por la falta de informaciones creíbles. Los relatos que empezaban a dispersarse entre la población se creían más bien rumores. Pero el viernes a la tarde llegó al hospital una niña de dos años con grandes llagas por todo el cuerpo. Y el sábado eran 18 niños los ingresados en el hospital con llagas, además de varios adultos con acné, náuseas y vómitos.

Para el 20 de julio, diez días después del incendio en la fábrica, comenzaron a aparecer gallinas, patos y conejos muertos en la población de Cesano Maderno, tres kilómetros al sur de Seveso. Entonces los periodistas de Milán comenzaron a tratar de la nube venenosa de Seveso. Parecía una noticia importante y de gran trascendencia.

El presidente de Ucrania Viktor Yushchenko fue envenenado en 2004 con la dioxina TCDD. Como consecuencia desarrolló cloracné cuyas señales se pueden observar en su cara. Fuente: Wikimedia Commons

El primer efecto de la exposición a dioxina en la población de Seveso fue el cloracné como único efecto vinculado con certeza con el accidente. La mortalidad y la morbilidad durante el período de 20 años posterior al accidente mostraron un mayor riesgo de neoplasia linfoemopoyética, cáncer del sistema digestivo (recto en hombres y vías biliares entre mujeres) y cáncer del sistema respiratorio (pulmón, entre hombres). En los análisis de incidencia, también el cáncer de tiroides y pleura apareció aumentado. También encontró el grupo de Angela Cecilia Pesatori, de la Universidad de Milán, efectos cardiovasculares (posiblemente vinculados tanto a la exposición química a la dioxina como a la experiencia estresante del desastre), efectos endocrinos (diabetes entre las mujeres) y efectos reproductivos. La exposición de los hombres a TCDD se relacionó con una menor proporción de sexo masculino respecto al femenino en la descendencia.

En estudios epidemiológicos hasta 2009 se encontraron incrementos de la tasa de incidencia de cáncer, no muy elevados, en sangre y mama según la revisión de Angela Cecilia Pesatori publicada en 2009, para 20 años después del accidente. Se centraron en los diagnósticos entre 1977 y 1996 para las zonas A y B.

Una revisión muy completa y con muchos datos sobre las consecuencias del accidente de Seveso la publicaron Brenda Eskenazi y sus colegas de la Universidad de California en Berkeley. El último apartado del texto se titula Lecciones aprendidas y lo resumo a continuación.

Confirman que un desastre ambiental, como el de Seveso, es claramente devastador para la población local e introduce posibles consecuencias ecológicas, económicas y de salud a largo plazo, tanto físicas como psicológicas. Desafortunadamente, una serie de desastres ambientales, tanto provocados por el hombre como naturales, han seguido al de Seveso y, sin duda, otros ocurrirán en el futuro. Seveso proporciona un ejemplo importante de los pasos que pueden tomar los epidemiólogos y los profesionales de la salud después de un desastre para documentar sus efectos en la salud. La investigación epidemiológica solo fue posible en Seveso debido al rápido establecimiento de un programa de vigilancia de la salud a largo plazo en la población, que incluyó, de manera crítica, la recolección y el almacenamiento de muestras biológicas de una gran cantidad de personas afectadas a pesar de que aún no se habían desarrollado métodos para analizar la exposición en esas muestras. Otros pasos importantes incluyeron un seguimiento cuidadoso de las personas con respuestas agudas a la exposición y, en este caso, de niños con cloracné, y el desarrollo o aumento de registros de salud, con los datos de cáncer y defectos de nacimiento, para recoger información sobre los efectos que podrían presentarse tanto en los primeros años como después de la exposición inicial.

A partir de lo ocurrido en Seveso, la Unión Europea instauró en 1996 nuevas y más exigentes normas de seguridad industrial conocidas como Directiva Seveso II (96/82/CE).

Un último dato a añadir a esta historia del accidente de Seveso: Paolo Paoletti, director de producción de la planta ICMESA fue asesinado el 2 de febrero de 1980 en Meda por la organización terrorista de izquierdas Prima Linea.

Referencias:

Eskenazi, B. et al. 2018. The Seveso accident: A look at 40 years of health research and beyond. Environment International 71-84.

Fuller, J.G. 1977. Sección de Libros: Niebla mortal. Selecciones del Reader’s Digest. Noviembre: 161-190.

Pesatori, A.C. et al. 2003. Short- and long-term morbidity and mortality in the population exposed to dioxin after the “Seveso accident”. Industrial Health 41: 127-138.

Pesatori, A.C. et al. 2009. Cancer incidence in the population exposed to dioxin after the “Seveso accident”: twenty years of follow-up. Environmental Health 8: 39.

Wikipedia. 2022. Desastre de Seveso. 20 abril.

Para saber más:

El caso de los enfermos de Minamata

Sobre el autor: Eduardo Angulo es doctor en biología, profesor de biología celular de la UPV/EHU retirado y divulgador científico. Ha publicado varios libros y es autor de La biología estupenda.

2 comentarios

  • Avatar de Oliver

    Conste que al quemar plásticos se producen dioxinas y por eso está prohibido. Pero por encima de 850º, en la incineración no se producen las dioxinas, lo digo por las incineradoras y el medio ambiente.

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