En el interior de nuestro cuerpo existe un mundo microscópico de gran complejidad que apenas se ha explorado: la microbiota intestinal, el conjunto de microorganismos (virus, bacterias, hongos, arqueas y diversos parásitos) que residen en el tracto gastrointestinal. Consta de miles de millones de microbios que suelen vivir en armonía con nosotros y que pueden llegar a tener un peso de en torno a 500 gramos. Este vasto ecosistema microscópico desempeña varias funciones vitales como la protección frente a la invasión de bacterias perjudiciales o la producción y absorción de determinados nutrientes como la vitamina K y varias vitaminas del grupo B.
La microbiota intestinal (conocida erróneamente como «flora intestinal» en la cultura popular) ha recibido un gran interés científico y médico en la última década. Los amplios avances en las tecnologías para estudiar el genoma de la inmensa variedad de microorganismos que colonizan el tracto intestinal han permitido empezar a conocer cómo estos podrían modular aspectos tan diferentes de la salud como el riesgo de padecer obesidad, alergias, diabetes tipo 2 o enfermedad inflamatoria intestinal. Sin embargo, la microbiota intestinal sigue siendo un gran misterio y multitud de especies que la pueblan (sobre todo virus) son desconocidas. De hecho, a día de hoy, ni siquiera sabemos qué es lo que diferencia a una microbiota sana de una enferma (salvo cuando existen infecciones por bacterias claramente patógenas), por la extrema variabilidad de la composición de esta entre distintas personas.
A pesar de nuestro limitado conocimiento de la microbiota intestinal, los científicos están desarrollando y evaluando potenciales tratamientos a partir de esta. En la actualidad, la terapia con más respaldo científico de entre todos ellos es el trasplante fecal para tratar a las personas que sufren una infección intestinal persistente por la bacteria Clostridioides difficile. Este microorganismo forma parte de la microbiota normal de muchísimas personas sin que cause ningún problema. No obstante, el uso de antibióticos y otros factores pueden destruir la microbiota normal y provocar que esta bacteria se expanda por el intestino y provoque graves enfermedades intestinales.
El pasado abril, la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos aprobó el primer producto de microbiota fecal por vía oral para la prevención de la recurrencia de la infección por Clostridioides difficile. En España, la empresa biotecnológica Mikrobiomik está llevando a cabo un ensayo clínico en fase III en más de 20 hospitales para evaluar un medicamento basado en la microbiota intestinal con el mismo fin.
Microbiota fecal contra el cáncer
En los últimos años los investigadores han descubierto que la microbiota intestinal podría ser una aliada inesperada en al tratamiento de diferentes tipos de cáncer. En concreto, el trasplante de microbiota fecal (TMF) podría potenciar la respuesta del sistema inmunitario contra el tumor, en combinación con las inmunoterapias que también estimulan a este sistema defensivo. Este enfoque se está evaluando actualmente en múltiples ensayos clínicos a lo largo del mundo.
Uno de los estudios más importantes y pioneros, que despertó el furor sobre la microbiota fecal contra el cáncer, apareció en la revista Science en 2020. Los autores evaluaron por primer primera vez en un ensayo clínico (fase I) la respuesta de diez pacientes con melanoma y metástasis al TMF en combinación con un tratamiento de inmunoterapia al que no respondieron antes. El pronóstico de un melanoma en un estadio tan avanzado suele ser muy pobre, la gran mayoría de los afectados no llega a sobrevivir ni 5 años. Las inmunoterapias son una opción para estos pacientes, pero no todos responden: en el 40-50% de los pacientes estas no resultan eficaces y se sospecha que la microbiota intestinal podría influir en la respuesta.
En el citado estudio, de aquellos que recibieron el novedoso trasplante, dos respondieron de forma parcial al tratamiento combinado y uno de forma completa, a pesar de que previamente no habían mostrado una respuesta positiva a la inmunoterapia. Además, diversas pruebas sugerían que el TMF había estimulado al sistema inmunitario para atacar con más eficacia al tumor.
Aunque el estudio anterior no nos permite asegurar que la aplicación de microbiota fecal sea una opción eficaz frente al cáncer, por sus importantes limitaciones (pocos pacientes y sin grupo control), sí que plantea indicios de que podría serlo. Desde la publicación de dicho ensayo han ido apareciendo resultados de más investigaciones que respaldan el valor del TMF. Ahora, un reciente estudio, publicado en la revista Nature Medicine, refuerza la idea de que esta novedosa estrategia terapéutica realmente podría potenciar los tratamientos de inmunoterapia.
En esta ocasión, los investigadores administraron a 20 pacientes con melanoma avanzado (sin haber recibido tratamiento previo) TMF de donantes sanos e inmunoterapia (nivolumab o pembrolizumab). En concreto, los voluntarios recibieron en una sola sesión en torno a 40 cápsulas con microbiota fecal una semana antes del comienzo de la inmunoterapia. El ensayo no solo mostró que el TMF es un tratamiento seguro, sino que también encontró resultados prometedores: el 65 % de los pacientes que conservaban la microbiota recibida tenían una respuesta clínica al tratamiento combinado. Sin embargo, cinco pacientes tuvieron que cesar el tratamiento de inmunoterapia por eventos adversos.
El mismo grupo de científicos ya ha puesto en marcha la fase II del ensayo clínico para conocer mejor los efectos del TMF, en combinación con la inmunoterapia, sobre el melanoma. Además, el equipo también está investigando el efecto de esta novedosa estrategia terapéutica en cáncer de pulmón, pancreático y de riñones. Sin duda, en los próximos 10 años vamos a conocer con mucha más profundidad el potencial del TMF frente al cáncer.
Sobre la autora: Esther Samper (Shora) es médica, doctora en Ingeniería Tisular Cardiovascular y divulgadora científica