El virus del papiloma humano (VPH) es un patógeno muy común en el ser humano que se transmite principalmente por contacto sexual o piel con piel. Tan frecuente es que se calcula que entre el 80 y el 90 % de la población sexualmente activa se infecta por el VPH alguna vez en su vida. En muchos casos, esta infección desaparece por sí misma y pasa desapercibida. Sin embargo, en otras ocasiones esta puede provocar verrugas y, en el peor de los casos, cáncer.
Algunos tipos del VPH (hay más de 200 identificados) tienen la capacidad de transformar las células que infectan, que comienzan a proliferar de forma descontrolada originando, con el tiempo, tumores. El principal cáncer que provoca este conjunto de virus es el de cuello uterino, pero también puede causar cáncer genital, de boca, garganta o anal, entre otros. Para prevenir este desenlace, en España se incluye desde 2007 la vacuna contra el VPH en el calendario vacunal. Primero su administración se dirigió a niñas y ciertos grupos de riesgo y, con el tiempo, se ha extendido su aplicación a niños.
El colectivo de hombres que tienen sexo con hombres con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) son un colectivo con especial riesgo de sufrir cáncer anal desencadenado por el VPH, pues tienen hasta 300 veces más riesgo de padecerlo que la población general. En la actualidad, la detección temprana de las lesiones en la región anal, provocadas por el virus del papiloma, que tienen una elevada probabilidad de convertirse en cáncer (conocidas como lesiones escamosas intraepiteliales de alto grado o HSIL) resulta un desafío. Normalmente, este tipo de neoplasia se detecta en una etapa tardía, tanto por su localización, como por sus síntomas y signos poco claros y específicos, lo que lleva a un peor pronóstico. Además, el método actual que se utiliza para el cribado de este tipo de lesiones, la citología anal, es poco específica (50 %): da con frecuencia muchos falsos positivos (casos detectados como de alto riesgo de cáncer que realmente no tienen este riesgo).
Detectar mejor el cáncer anal
Hace unos meses, un equipo internacional de investigadores, entre los que se incluyen científicos españoles, mostraron al mundo un enfoque innovador para detectar el cáncer anal de forma temprana y con más precisión que con la citología actual: la detección de dos biomarcadores asociados al microbioma de la región anal: la cobalamina (vitamina B12) y el succinil-CoA. Este hallazgo se ha publicado en la revista Nature Medicine.
Para el estudio, se seleccionaron a 213 participantes con VIH, principalmente (94 %) hombres cis que tenían sexo con hombres, a los que se les realizaron endoscopias anales y biopsias (toma de muestras de las lesiones sospechosas de poder convertirse en tumores). Los voluntarios se dividieron, a su vez, en dos grupos: 167 pacientes para investigar qué biomarcadores asociados al microbioma podían indicar alto riesgo de cáncer (HSIL) y 46 pacientes para validar los resultados.
Los investigadores comprobaron que no había ninguna composición particular del microbioma que se asociara claramente con un elevado riesgo de cáncer. Sin embargo, sí que detectaron que aquellos pacientes con HSIL tenían en la región anal bacterias que producían más cobalamina y succinil-CoA que en circunstancias normales. Es decir, existía algún tipo de interacción entre las células precancerosas, con alto riesgo de provocar cáncer y las bacterias, que modificaban su nivel de síntesis de ambas moléculas. De hecho, cuanto mayor era el riesgo de que la lesión se convirtiera en un tumor maligno, más altas eran las concentraciones de ambos biomarcadores. Otras investigaciones han encontrado también interrelaciones entre ciertos tipos de cáncer y cambios en la microbiota, como la asociación de cierta composición de la microbiota vaginal con un mayor riesgo de cáncer de cérvix uterino o con una mayor probabilidad de detectar la presencia del VPH.
El paso siguiente de la investigación fue comprobar cuál era la capacidad para detectar HSIL si se consideraban los niveles de dichas moléculas en los 46 pacientes del grupo de validación. Los científicos descubrieron que el cribado mediante el análisis de la cobalamina y el succinil-CoA ofrecía resultados mucho mejores que la citología convencional. En concreto, la sensibilidad (la probabilidad para detectar como positivo un caso de HSIL) de este método era de un 96,6 % frente al 91,2 % que aportaba la citología. Además, la mejora era mucho más notoria en la especificidad: la detección de los niveles de ambas moléculas arrojaba una especificidad (la probabilidad de que una persona sin HSIL arroje un valor negativo en la prueba) del 81,8 %, en comparación con el 34,1 % de la citología.
En otras palabras, el análisis de la cobalamina y el succinil-CoA en muestras anales ofrecía muchos menos falsos positivos de pacientes con lesiones anales con un alto riesgo de transformarse en cáncer. Ante estos resultados, los autores proponen usar ambos biomarcadores derivados del microbioma para mejorar la actual estrategia de screening de cáncer anal mediante citología (un método que podría hacerse sin problemas en muchos entornos clínicos). Con este enfoque habría muchos menos falsos positivos y, por tanto, una menor necesidad de biopsias para descartarlos, lo que supondría menos riesgos para los pacientes y un uso más racional de los recursos sanitarios. En todo caso, serán necesarios más estudios para validar este enfoque de cribado y confirmar su utilidad. De ser así, el screening actual solo mediante citología anal podría combinarse o sustituirse con este método en los próximos años.
Sobre la autora: Esther Samper (Shora) es médica, doctora en Ingeniería Tisular Cardiovascular y divulgadora científica