Ahora que estamos en época navideña y nos reunimos con nuestras familias y amistades, los juegos grupales al aire libre también adquieren un espíritu invernal. Y hay un deporte típico de invierno que a mí me chifla (aunque no entienda por completo las normas, lo reconozco), que se llama curling.
El curling es un deporte similar a la petanca, pero que se juega con unas piedras que se deslizan sobre una pista de hielo. La mayor diferencia con la petanca es que, una vez que la persona que actúa como lanzadora suelta la piedra, otras dos personas armadas con unos cepillos especiales van puliendo la superficie helada de la pista para frenar, acelerar o dirigir esa piedra hacia una diana marcada al final de la misma.
Hay evidencias de que este deporte, o al menos algo muy similar al mismo, nació en el siglo XVI en Escocia (Reino Unido), donde la gente se divertía lanzando rocas pulidas cogidas de los cauces de los ríos sobre las superficies congeladas de los mismos, intentando colarlas por agujeros perforados en el hielo o buscando dejarlas dentro de zonas delimitadas como si fuesen dianas. Posteriormente, la emigración escocesa llevó este divertido juego por medio mundo, llegando a alcanzar tanta popularidad en el centro y norte de Europa, así como en el norte de América, durante el siglo XIX, que ha terminado formando parte del programa de deportes oficiales de los Juegos Olímpicos de Invierno.
Pero vamos a centrarnos en la parte geológica de este deporte, las piedras. Estas consisten en un cuerpo ovalado y una base, que es la que se desliza sobre el hielo, completamente pulida. Tienen que estar realizadas de una roca que mantenga sus propiedades a pesar de estar sometidas a las duras condiciones de este deporte, ya que se van a deslizar sobre una superficie de hielo que se puede fundir ligeramente en la parte más superficial, por lo que tienen que soportar la humedad, la condensación y el roce sin agrietarse, erosionarse o alterar su volumen. Y la roca más resistente en estos casos es el granito.
El granito es una roca ígnea de tipo plutónica. Estas rocas se forman cuando un magma asciende hacia la superficie a través de la corteza terrestre. Pero nunca llega a alcanzar esa superficie, se queda atrapado en el interior de la Tierra donde, pasado el tiempo geológico, acaba enfriándose dando lugar a una roca formada por cristales bien desarrollados. Si me pongo geológicamente muy estricta, un granito es una roca plutónica compuesta por más de un 20% de cuarzo y menos de un 65% de feldespato alcalino (los que incluyen potasio o sodio en su composición), con bajos porcentajes de otros minerales como feldespato cálcico, micas, piroxenos o anfíboles. Si soy menos estricta, denominamos granitoide a cualquier roca plutónica que presenta cuarzo, en cualquier porcentaje, en su composición. Y, si nos vamos a la denominación de roca ornamental, un granito se refiere a cualquier roca plutónica, indistintamente de su composición, a la que solemos añadir un apellido de acuerdo al color distintivo de alguno de los minerales presentes en la roca (granito gris, rosa, verde, azul, etc.).
Volviendo a las piedras de curling, se ha aceptado que el mejor material posible para construirlas es el granito Ailsa Craig, en su variedad Blue Hone para la base de deslizamiento y Common Green para el cuerpo. De hecho, las piedras construidas con estos materiales son las únicas empleadas en grandes competiciones internacionales, como los Juegos Olímpicos de Invierno o el Campeonato del Mundo. En competiciones menores, como clasificatorias nacionales, se acepta el uso de otro granito para el cuerpo de las piedras, en concreto el granito Trevor en sus variedades Blue y Red.
Deportistas internacionales de máximo nivel de curling consideran el granito Ailsa Craig casi como un animal mitológico, ya que lo definen como el más puro, el más resistente y el único capaz de soportar las duras condiciones de juego sin alterarse lo más mínimo. Pero ¿qué lo hace tan especial y casi único para este deporte? Pues esta pregunta es la que se hicieron un par de investigadores de una universidad canadiense que, en 2022, publicaron un estudio geológico pormenorizado de las cuatro variedades empleadas casi exclusivamente para construir las piedras de competición de curling en todo el mundo.
Ailsa Craig es una pequeña isla situada en el Fiordo de Clyde, en Escocia, mientras que Trevor es una minúscula localidad de la Penrhyn Llŷn (Península de Lleyn), que se encuentra al norte de Gales. La historia geológica de ambas zonas es muy diferente, ya que la intrusión ígnea de Ailsa se produjo hace unos 61 Millones de años, mientras que la de Trevor tuvo lugar hace 460 Millones de años. Y, de acuerdo a su composición mineral, ninguna de las cuatro variedades de rocas se puede considerar un granito en sentido estricto, ya que solo incluyen entre un 15% y un 25% de cuarzo. Pero en este trabajo encontraron las dos características que hacen tan especial al granito Ailsa Craig Blue Hone: 1- todos los minerales que conforman la roca tienen un tamaño muy similar; y 2- los granos de cuarzo están muy poco alterados y casi nada deformados. Esto es lo que convierta a esta roca en tan resistente a la fricción y la rotura provocadas por el deslizamiento sobre el hielo durante la competición.
Sin embargo, la principal conclusión de este trabajo es la que más destaca: Ninguna de las propiedades analizadas por estos investigadores en las cuatro variedades estudiadas las hace únicas en comparación con cualquier otro granitoide del mundo. Es decir, que si encontramos entre las rocas plutónicas que afloran en la Península Ibérica una que esté formada por cristales minerales de tamaño muy similar y cuyos granos de cuarzo no estén alterados o deformados, podríamos construir unas piedras de curling fabulosas para competir al más alto nivel internacional.
Entonces, ¿qué hace especiales a las rocas de Ailsa Craig? Pues, por un lado, una publicidad fantástica. Si este deporte se inventó en Escocia, es lógico que cubran de cierto misticismo las rocas que afloran en su tierra para promocionarlas como el mejor material para construir las piedras con las que se juega. Y, por otro, la experiencia artesanal. Si llevan siglos construyendo esas piezas, han conseguido alcanzar tan nivel de perfección en su trabajo que les pone por delante de cualquier otra fábrica a nivel mundial.
La verdad es que podría haberos traído un pequeño milagro geológico navideño para comenzar el año, pero me gusta más desmontar mitos utilizando la ciencia. Lo que sí espero es no haberos quitado las ganas de seguir jugando lanzando piedras pulidas sobre el hielo, sobre todo cuando os he desvelado el secreto para elegir las más adecuadas para ganar.
Referencia:
Leung, D. y Mcdonald, A. (2022). Taking Rocks for Granite: An Integrated Geological, Mineralogical, and Textural Study of Curling Stones Used in International Competition. The Canadian Mineralogist, 60. 171-199. doi: 10.3749/canmin.2100052
Sobre la autora: Blanca María Martínez es doctora en geología, investigadora de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y colaboradora externa del departamento de Geología de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV/EHU