El sueño cumplido de Ícaro y Dédalo

Fronteras

Cuenta el mito que el arquitecto Dédalo y su hijo Ícaro escaparon de la isla de Creta gracias a unas alas de plumas y cera, como las de los pájaros, que el primero construyó. A pesar de las advertencias de su padre de que no volase demasiado alto porque el sol podría derretir sus alas, Ícaro hizo caso omiso y cayó al mar.

ornitópteros
La caída de Ícaro (1635-1637), de Jacob Peter Gowy, expuesto en el Museo del Prado. Créditos: Dominio público

Este no es el único mito en el que los Antiguos griegos trataron de prevenirnos acerca del peligro de forzar nuestros propios límites por arrogancia o ambición. Pero eso no significa que consiguieran detenernos, algo que se puede aplicar prácticamente a toda la historia de la ciencia y, sobre todo, de la tecnología y sus usos. Dentro de esa historia, el sueño concreto de convertirnos en Dédalo o Ícaro siempre fue uno de los más antiguos: el sueño de volar como los pájaros.

Y quiero recalcar lo de «como los pájaros», porque obviamente ya estamos acostumbrados a los aviones e incluso a los cohetes, pero ¿y a los ornitópteros? Estos son, probablemente, las máquinas voladoras más similares a un ave que hemos construido, pero todavía continúan más asociadas con la ciencia ficción que con la ciencia.

Casi desde los inicios de la historia o, al menos, que sepamos, desde la Antigüedad, con la paloma de vapor de Arquitas, han existido máquinas que han tratado de emular a las aves. En un principio se trataba de simples ingenios para entretenerse, ornamentos o juguetes de cuerda; con el tiempo se convirtieron en drones, proyectos de robótica o incluso en algo mucho más divertido: en ornitópteros.

ornitópteros
Seguramente, los ornitópteros más conocidos para el gran público sean los de la casa Atreides, en Dune. Créditos: Warner Bros. Pictures / Fair use

Un ornitóptero es un tipo de aeronave que vuela imitando el aleteo de un ave o un insecto, y he comentado que es divertido porque es un ingenio muy prototípico de los inventores locos. ¿Quién no ha escuchado alguna vez historias acerca de que tal o cual visionario se tiró de pequeño desde el tejado de su casa con unas alas construidas con lo que tenía por casa para intentar volar? Este tipo de aventuras suele acabar con algún susto —siguiendo el camino marcado por Ícaro—, pero eso no ha evitado que, a día de hoy, incluso algunos youtubers sigan intentando desafiar la gravedad de esta manera.

La idea práctica de emular a Dédalo y construir unas alas de pájaro nos lleva, inevitablemente, a Leonardo da Vinci, pero no fue hasta 1874 cuando el primer ornitóptero, el de Alphonse Pénaud, en Francia consiguió volar —que no despegar, porque hubo que lanzarlo desde cierta altura para que consiguiera la velocidad necesaria para sustentarse— durante 7 segundos a lo largo de 15 metros.

ornitópteros
A la izquierda, esbozo de unas alas de Leonardo da Vinci. A la derecha, el ornitóptero de Pénaud. Créditos: Dominio público.

Los primeros ornitópteros utilizaban solo la fuerza humana para propulsarse; los diseños hacían uso de poleas, muelles y gomas para minimizar el esfuerzo del piloto, pero no dieron resultados demasiado buenos. Fue cuestión de poco tiempo que a los inventores se les ocurriera utilizar máquinas de vapor o motores de combustión, como a Edward Purkis Frost, que lo hizo en 1902 sobre uno de sus modelos, aunque parece que, si bien fue capaz de levantar del suelo al piloto, no llegó a volar.

ornitópteros
Ornitóptero de E. P. Frost impulsado por un motor de combustión. Créditos: Dominio público.

Quien sí parece que consiguió hacerlo fue Alexander Lippisch en 1929. Este pionero de la aviación es más conocido por sus contribuciones durante y después de la Segunda Guerra Mundial, entre ellas, el diseño del primer avión propulsado por cohetes: el Messerschmitt Me 163 Komet, pero antes, y siguiendo la locura generalizada de aquellos tiempos, también cayó en la tentación de diseñar un ornitóptero de propulsión humana. Hans Werner Krause fue el conejillo de indias, y no solo logró alcanzar cierta altura, sino que consiguió mantenerse un ratito en el aire. De nuevo, haciendo un poquito de trampas, tal vez, porque el aparato se lanzó haciendo uso de una goma elástica, más o menos como si fuerza un tirachinas, y eso pudo suponer cierta ventaja.

Hans Werner Krause en la prueba del ornitóptero de Alexander Lippish (1929), que funcionaba con tan solo la fuerza del piloto. Créditos: Dominio público.

Los que he mencionado son una mínima fracción de todos los ornitópteros que se intentaron construir desde finales del siglo XIX hasta entrado el siglo XX. Pero ni siquiera la llegada de los aviones modernos y a reacción hizo que olvidáramos sueño de Ícaro y Dédalo. Desde el punto de vista del espíritu aventurero humano y la magia del sentido de la maravilla, sigue sin ser lo mismo volar que volar con unas alas «de verdad». Por eso algunos no cejan en su empeño de conseguirlo.

Dejando a un lado, por el momento, los innumerables proyectos de drones y robótica que simulan el vuelo de las aves de una u otra forma, pero que no están enfocados al transporte, en el Instituto de Estudios Aeroespaciales de la Universidad de Toronto han hecho cosas interesantes. A finales de los años noventa, James DeLaurier creó el UTIAS Ornithopter No. 1, que despegó en su primer vuelo de prueba el 8 de julio de 2006 y consiguió recorrer 300 metros. Asistido, eso sí, por un motor turborreactor.

En la misma institución crearon el UTIAS Snowbird, de propulsión humana, y que consiguió en 2010, con el estudiante de 28 años Todd Reichert a los mandos, recorrer 145 metros en 19,3 segundos tras recibir la asistencia de un vehículo para ponerlo en el aire.

Por el momento, lamentablemente, no parece que estos aparatos corran el riesgo de derretirse por acercarse demasiado al sol… pero con cada intento, al menos, estamos cada vez más cerca de él. Esperemos que no nos pase lo mismo que a Ícaro.

Bibliografía

Gil, J. M. y Polanco, A. (2017). Aviones bizarros. Glyphos.

Flying Wings (1999-2002). Alphonse Pénaud (1850-1880). Flying Wings.

Human Powered Ornithopter Project

James Botham, C. (9 de febrero de 2022). E. P. Frost’s ornithopters. On Verticality.

Sanderson, J. (2006). Project Ornithopter.

.
Sobre la autora: Gisela Baños es divulgadora de ciencia, tecnología y ciencia ficción.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos obligatorios están marcados con *