Los árboles pueden ayudarnos a predecir erupciones volcánicas

Irreductible

árboles
Los satélites de NASA podrían detectar cambios en la vegetación desde el espacio antes de la erupción de un volcán. Imagen: Jeff Schmaltz / MODIS / NASA

El diez por ciento de la población mundial vive en zonas susceptibles a peligros volcánicos. Sin ir más lejos, yo mismo escribo estas letras a la sombra del gran pico Teide, desde una isla que alberga más de un centenar de conos volcánicos. Aquellos que viven bajo sus laderas se enfrentan a rocas expulsadas, toneladas de polvo y material magmático, gases tóxicos e inflamables, nubes de ceniza, terremotos, deslizamientos de tierra e incluso tsunamis provocados por esa actividad. Afortunadamente, la ciencia ha avanzado de manera notable en las últimas décadas desarrollando conocimiento y tecnologías que hacen posible la detección e interpretación de las señales precursoras que anticipan una erupción. Un buen ejemplo de esta ciencia predictiva lo encontramos en la erupción de la isla de la Palma en 2021 que permitió minimizar el número de víctimas gracias a la alerta temprana de los vulcanólogos. Sin embargo, debemos reconocerlo, es un campo científico que está dando sus primeros pasos, aún estamos en pañales y cualquier ayuda que obtengamos será bienvenida.

Los fenómenos naturales no surgen de la nada, siempre existe un proceso de efectos y consecuencias que desencadenan una reacción. En la mayoría de los volcanes la erupción se produce «cuando el depósito en el que se almacena el magma alcanza una presión determinada y rompe, produciendo cambios de forma y/o terremotos, por lo que su vigilancia, permite en ocasiones, realizar pronósticos a corto plazo sobre una posible erupción». En los centros de investigación y seguimiento los vulcanólogos trabajan atentos a cualquier cambio que apunte al inicio de la actividad y a una posible erupción a corto o medio plazo. Esos indicadores incluyen «actividad sísmica, cambios en la altura del terreno y, especialmente, emisiones de gases como el dióxido de azufre o el dióxido de carbono».

Los compuestos de azufre son algo más fáciles de detectar desde el espacio, utilizando satélites en órbita, mientras que las emisiones de dióxido de carbono son mucho más difíciles de registrar y, a menudo, es necesario desplazarse en persona hasta el volcán con equipos de detección, con el riesgo que esto implica. Poder detectar con precisión emisiones de CO2 sería un paso en la dirección adecuada ya que el dióxido de carbono precede a la emisión de su homólogo sulfúrico y constituye uno de los primeros indicios de que el volcán está activo.

«Los volcanes emiten mucho dióxido de carbono», explica el vulcanólogo Robert Bogue en la web de NASA, «pero la cantidad de dióxido de carbono que ya hay presente en la atmósfera suele ser tan alta que a menudo resulta difícil medir específicamente el dióxido de carbono volcánico. Las grandes erupciones pueden expulsar suficiente dióxido de carbono como para registrarlas desde el espacio, con sensores como el Observatorio Orbital de Carbono 2 de la NASA, pero la detección de estas señales de alerta mucho más tenues resulta muy complicada. Un volcán que emita una modesta cantidad de dióxido de carbono que podrían presagiar una erupción no aparecerá en las imágenes satelitales».

árboles
El magma ascendente calienta una poza de agua en Costa Rica, cerca del volcán rincón de la Vieja y libera dióxido de carbono indicando un aumento de su actividad. Foto: Alessandra Baltodano / Universidad Chapman / NASA

Sin embargo, hace solo unos días la agencia espacial NASA ha publicado un artículo en su web oficial en el que descubrimos una ayuda inesperada para registrar esas emisiones de CO2: los árboles se vuelven más verdes, y eso sí que se puede detectar desde el espacio.

Conforme el magma volcánico asciende, liberando dióxido de carbono hacia la superficie, los árboles que absorben ese CO2 adquieren un color verde más intenso. Estos cambios en la tonalidad son visibles en imágenes de satélites, instrumentos meteorológicos y vehículos aerotransportados. «La detección remota del enverdecimiento de la vegetación por dióxido de carbono proporciona a los científicos otra herramienta que, sumada a las ondas sísmicas y los cambios en la altura del suelo, nos ofrecen una idea más clara de lo que está ocurriendo bajo el volcán».

En la actualidad contamos con numerosos satélites que podrían servir para realizar este tipo de análisis, el Landsat 8,el satélite Terra, el Sentinel-2 y otras sondas de observación terrestre y meteorológica a las que se pueden sumar proyectos aerotransportados como el Experimento Unificado de Validación Aérea: Tierra-Océano.

Los proyectos que ya se están llevando a cabo en este sentido cuentan con un añadido extra y sirven como experimentos multidisciplinares en los que, además de en la vulcanología podrían ser de utilidad en ecología y estudio de las consecuencias del calentamiento global. «Será muy interesante estudiar no solo la respuesta de los árboles al dióxido de carbono volcánico como alerta temprana de una erupción, sino también su capacidad de absorción, como una ventana al futuro de la Tierra cuando todos los árboles del planeta estén expuestos a altos niveles de dióxido de carbono».

Por supuesto esta señal natural en el color de los árboles tiene sus limitaciones, por ejemplo en volcanes donde la vegetación a su alrededor es escasa o inexistente. «Ninguna de las señales que utilizamos actualmente es la gran solución y monitorear los efectos del dióxido de carbono volcánico en los árboles tampoco será la panacea. Pero sí podría ser un punto de inflexión».

Referencias científicas y más información:

James Riordon «NASA Satellite Images Could Provide Early Volcano Warnings» NASA’s Earth Science News Team (2025)

Sascha Pare «The closer a volcano is to erupting, the greener the trees around it look from space» Live Science (2025)

Sobre el autor: Javier «Irreductible» Peláez es escritor y comunicador científico multimedia. Es ganador de tres premios Bitácoras, un premio Prisma a la mejor web de divulgación científica y un Premio Ondas al mejor programa de radio digital.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos obligatorios están marcados con *