A veces nuestros intentos de predecir el futuro pecan de optimistas —sobre todo en lo referente a la integridad humana a la hora de utilizar cualquier nuevo invento potencialmente revolucionario—, pero otras veces, se quedan muy cortos al tratar de imaginar lo que luego se ha convertido en realidad. Esto último es lo que le sucedió al pionero de la computación analógica Vannevar Bush cuando trató de imaginar una solución a un problema que empezó a ser más que acuciante tras la Segunda Guerra Mundial: el vertiginoso crecimiento de la producción científica, que hizo indispensable que idear nuevas formas de organizar, almacenar y acceder al conocimiento.

Un registro, para que le sea útil a la ciencia, debe ampliarse continuamente, debe almacenarse y, sobre todo, debe consultarse. Hoy en día hacemos el registro de forma convencional mediante la escritura y la fotografía, seguidas de la impresión, pero también grabamos en película, en discos de cera y en cables magnéticos.
En mayo de 1945, Bush escribió un artículo para The Atlantic Montly titulado «As we may think», donde apareció por primera vez una idea que, aunque nunca se llevó a cabo, sí inspiró a la generación de informáticos, ya digitales, que llegó después: el memex.
Un memex es un dispositivo en el que un individuo puede almacenar todos sus libros, registros y comunicaciones, y que está mecanizado de modo que puede consultarse con enorme rapidez y flexibilidad.
Podríamos pensar en un ordenador, en algún tipo de libro electrónico o incluso en internet, y lo cierto es que la cosa iba por ahí. Pero lo realmente divertido del artículo de Vannevar Bush es lo tremendamente corto que se quedó respecto a lo que estaba por venir en realidad. Aunque algo llegó a ver, porque vivió hasta 1974, así que estuvo allí cuando se produjo la invención del transistor y el desarrollo de los primeros ordenadores digitales… pero no deja de resultar hasta tierna la ingenuidad que mostró en 1945.
El memex era un dispositivo tan analógico como el analizador diferencial —el gran invento de Vannebar Bush, un computador analógico electromecánico capaz de resolver ecuaciones diferenciales de hasta dieciocho variables—. Tal vez fue por eso que su imaginación no pudo ir más allá, no pudo evitar ser un hijo de su tiempo y de la forma de hacer las cosas de entonces. Le faltó el salto mental cualitativo que permitiría muy pronto la invención del transistor y los circuitos integrados. El memex era, así, una especie de escritorio «inteligente» con un mecanismo interno que permitía almacenar microfilmes con información y proyectarlos en pantallas translúcidas. Se controlaba a través de una serie de teclas y palancas que permitían hacer búsquedas y, no solo eso, sino enlazar documentos entre sí. Esa fue, en realidad, la genialidad de Bush, no el aparato en sí.

«La mente humana […] opera por asociación», escribió. Su intención era reproducir esa característica en el memex para facilitar la búsqueda de información, en lugar de indexar los contenidos, por ejemplo, por orden alfabético, palabras clave u otra característica similar. De esta manera cada usuario podía crear su propio mapa de conocimiento. En otras palabras, se anticipó al hipertexto, a la exploración no lineal de la información que hoy prácticamente define internet.
No por casualidad el memex de Vannebar Bush fue una de las piedras angulares sobre la que se empezaría a construir internet, una posibilidad que él no supo ver en aquel momento. Habló de que se crearían enciclopedias y libros en microfilm especialmente pensados para aquel aparato, que se podrían ampliar e incluso anotar… pero, al menos en aquel artículo, no planteó la posibilidad de que varias máquinas pudieran conectarse entre sí o incluso compartir información.
Quienes sí advirtieron el potencial de aquel concepto fueron personajes como Douglas Engelbart, inventor del ratón y el sistema NLS (oN-Line System);[1] Ted Nelson, que acuñó el término «hipertexto» en los años sesenta y usó el concepto en su proyecto Xanadu,[2] y Tim Berners-Lee, el artífice de la World Wide Web.

Vannevar Bush había nacido en 1890 —la mayor parte de los «padres de la computación» lo harían a comienzos del siglo XX, así que fue el maestro de muchos de ellos— y, aún así, supo ver el potencial de aquellas máquinas analógicas que podrían, algún día, ayudarnos a pensar y ampliarían nuestra limitada memoria humana. Hacia el final de su artículo, escribía:
Sin duda se han ignorado dificultades técnicas de toda clase, pero también se han pasado por alto medios aún desconocidos que podrían aparecer en cualquier momento y acelerar el progreso técnico con tanta violencia como lo hizo la llegada de la válvula termoiónica.
Amén; el transistor se inventó justo dos años después.
Bibliografía
Berners‑Lee, T. (s. f.). Frequently asked questions by the Press [FAQ]. W3C.
Bush, V. (julio de 1945). As we may think. The Atlantic Montly.
Bush, V, (1967). Science is not enough. William Morrow & Company.
Nelson, T. (1981). Literary machines. Mindful Press.
Notas:
[1] El NLS fue un entorno digital que permitía que varios usuarios trabajaran sobre el mismo documento a la vez, conectar documentos mediante hiperenlaces de forma similar al memex, tenía una rudimentaria interfaz gráfica con la que se interaccionaba gracias al primer ratón.
[2] Se trataba, básicamente, de una especie de gran enciclopedia que recogería todo lo que se había escrito, y que consistiría en una gran cantidad de ordenadores interconectados.
Sobre la autora: Gisela Baños es divulgadora de ciencia, tecnología y ciencia ficción.