Los cuervos siempre han fascinado a la humanidad; sus vidas han caminado paralelamente al desarrollo de nuestra cultura (o de nuestras culturas). Los hemos observado con admiración y terror a partes iguales, algo que parece un reflejo de que sean tan parecidos y, a la vez, tan diferentes a nosotros. Hace apenas unos días la ciencia revelaba la noticia de que los cuervos poseen su propia teoría de la mente (Francis @emulenews, lo cubría en Naukas), confirmando que sus cerebros, pese a lo diferentes que son estructuralmente, funcionan de forma muy parecida al nuestro. Pero no siempre hemos sabido tanto sobre los cuervos, como ha ocurrido con todos los asuntos que nos han importado, hasta hace muy poco tiempo eran sólo las religiones las que trataban de generarnos respuestas. Y, como todas las respuestas que la religión es capaz de regalar a la sociedad, éstas están cargadas de elementos de las culturas que las generaron; sus miedos, sus conocimientos y sus perspectivas del mundo. En la mayor parte de los casos han quedado como fósiles, cargados de información tan sólo para aquellos que sepan apreciarlas.
Una historia popular musulmana cuenta que Mahoma huía de sus enemigos cuando encontró una cueva. En ella había un cuervo blanco (todos eran blancos, según la leyenda) que graznó “¡Ghar! ¡Ghar!” que en árabe significa “¡gruta!” o “¡cueva!” (y se transcribe como “غار”). Mahoma enfadado lo castigó con el color negro, y desde entonces la única palabra que el cuervo ha podido decir es esa; “¡cueva!”.
Los judeo-cristianos también convergen en alguna de estas historias con los musulmanes. Dios/Alá envió un cuervo para enseñar a Adan y a Eva a enterrar a su hijo Abel. En recompensa por enseñarles, Dios/Alá alimentó a los hijos del cuervo hasta que sus plumas se pusieron negras. Es curioso que sea un cuervo el que enseñe a enterrar cadáveres, especialmente ahora que sabemos que son (en cierta medida) conscientes de la muerte.
Especialmente interesantes son aquellas leyendas que nos llegan de culturas muy alejadas de la nuestra. Otras culturas, no provenientes del desierto (como judíos, cristianos y musulmanes), tienden a relacionar más los animales unos con otros. Los haida de Norteamérica consideraban al cuervo uno de los seres más poderosos existentes, responsable nada menos que de la existencia de la humanidad (el cuervo sacó al hombre del interior de una concha de molusco).
Es llamativa la forma en la que estas leyendas suelen relacionar a los cuervos con los búhos, quizás por ser ambas aves muy enigmáticas, o quizás por la observación de sus interacciones en la naturaleza. Los esquimales cuentan la historia así:
“El búho y el cuervo eran muy buenos amigos. Un día el cuervo le hizo un vestido nuevo al búho, con manchas negras y blancas. A cambio el búho hizo para el cuervo un par de botas de hueso de ballena, y comenzó a tejerle un vestido blanco. Cuando el búho quiso probarle el vestido al cuervo éste saltaba y no se quedaba quieto. El búho se enfadó muchísimo y dijo «si vuelo sobre ti con la lámpara de aceite, no saltes» Pero el cuervo, no paraba de moverse. Finalmente el búho se enfadó tanto que volcó la lámpara de aceite de ballena sobre el vestido blanco. El cuervo lloró «¡Quaarc, Quaarc!». Desde entonces el cuervo ha sido negro.” (FirstPeople.es)
Este es un bonito corto “stopmotion” de 1973 que cuenta esta historia de una forma similar (6:41 min, Imdb)
Para los hindús la historia es, sorprendentemente parecida, haciendo también hincapié en su turbulenta relación. De acuerdo con las fábulas del Panchatranta (siglo III AC.), las aves tenían que elegir a un rey y determinar el aspecto terrestre que iba a tener. Habían elegido al búho y estaban comenzando a organizar su fastuosa coronación. Entonces llegó el cuervo y comenzó a reírse de la decisión, protestaba porque el búho era demasiado feo, no podía ser el rey. Además, Garuda, el águila que servía de montura a Visnú ya era su rey. Elegir otro podría ser un grave pecado, los dioses podrían castigarlos de una forma terrible. Los otros, asustados por las advertencias del cuervo, decidieron retirar la propuesta.
Al ser un ave nocturna el búho estaba durmiendo durante la discusión. Cuando se despertó descubrió su coronación cancelada por culpa de los argumentos y la actitud hostil del cuervo. Desde entonces las dos especies no han parado de pelearse entre sí. (CorvidResearch)
Todo esto viene a colación por el siguiente vídeo, donde un cuervo (Corvus corax) y un búho nival (Bubo scandiacus) coinciden en un campo de golf. Tenemos la suerte de que lo ha comentado uno de los mayores especialistas en cuervos del mundo, Bernd Heinrich (Autor de libros como “Mind of the Raven”). Os dejo con el simpático vídeo y la descripción del afamado autor traducida.
“Lo primero que se aprecia es que el búho no se siente NADA impresionado. No está asustado en lo más mínimo; el cuervo no tiene intenciones agresivas. Empieza solo monstrando curiosidad, algo así como: «¡¿qué demonios es esto?!» así que lo pone a prueba. Intenta conseguir alguna reacción por parte del búho, pero éste sigue completamente impasible. Llega un punto en el que el cuervo intenta algo diferente, se pone en pose de «Soy un tipo grande», y muestra erguidas las plumas de sus «orejas». Normalmente adoptan esta actitud para demostrar estatus en la presencia de superiores en potencia, pero aquí curiosamente al mismo tiempo se encorva y aletea, lo que usan para suplicar si NO se están enfrentando a alguien. Así que creo que el cuervo se lo está pasando bien en principio, luego comienza a tenerle algo de respeto, porque esa enorme cosa blanca NO va a cooperar y no va a ser su juguete”. Bernd
Este post ha sido realizado por Antonio J. Osuna Mascaró (@Biotay) y es una colaboración de Naukas con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.
La imagen superior es una composición de dos ilustraciones de estilo haida, autores originales: Maria Hatefi (búho) y Glen Rabena (cuervo).