Berlín, año 1704. El químico e inventor de pinturas suizo Johann Jacob Diesbach se encuentra trabajando en el laboratorio. ¿Su objetivo? Elaborar una laca rojiza a partir de cochinillas. Sin embargo, el destino es caprichoso, por lo menos para algunos. Tras un tiempo trabajando en la elaboración del pigmento rojizo, casi había conseguido su meta cuando al pobre Diesbach se le truncó el experimento. Se le acabó la ceniza que tenía que emplear para finalizar su labor.
No obstante, no todo acaba ahí. Como en toda buena historia llegó la salvación, con nombre de Johann Conrad Dippel. Dippel, compañero de trabajo, o más bien jefe de Diesbach, le prestó un material de sustitución denominado aceite Dippel, un aceite obtenido mediante la destilación destructiva de huesos. Y funcionó. Bueno, no exactamente.
Aunque su propósito final fuera una laca rojiza, de la mezcla realizada salió un azul excepcional, lo que hoy en día conocemos como el azul de Prusia (Fe7N18C18). Y fue así como nació, por un caso de serendipia, una sustancia azul que ha inspirado a diversidad de artistas en la creación de obras de arte muy conocidas. ¿Sabríais decirme cuáles?
Imagen: Johann Jacob Diesbach y el azul de Prusia (1704). (Animación: Ainhoa Caporossi Esteibar)
Referencias consultadas:
- Bartoll, Jens (2008). The early use of Prussian Blue in paintings. 9th International Conference on NDT of Art, Jerusalem Israel, 25-30 Mayo 2008.
- Wikipedia: Azul de Prusia (fecha de consulta: 01/2019).
Autora: Ainhoa Caporossi Esteibar (@laveceria), alumna del Postgrado de Ilustración Científica de la UPV/EHU – curso 2018/19
Artículo original: Ensayo sobre el azul. Oskar González, Cuaderno de Cultura Científica, 23 de septiembre de 2017.
“Ilustrando ciencia” es uno de los proyectos integrados dentro de la asignatura Comunicación Científica del Postgrado de Ilustración Científica de la Universidad del País Vasco. Tomando como referencia un artículo de divulgación, los ilustradores confeccionan una nueva versión con un eje central, la ilustración.