Pedro Pablo Rubens llenaba sus lienzos con “putti”. Estos niños angelicales ayudaban a la gente a llegar al cielo, se sentaban en las cornisas de los edificios tocando instrumentos musicales, volaban desplegando pancartas, y llevaban los instrumentos de tortura a los mártires.
Eran seres ágiles, hábiles, buenos por naturaleza y, en general, bastante listos y despiertos. Características todas ellas ideales para un ayudante de laboratorio. Por ello no es de extrañar que en los dibujos que realizó para Opticorum libri sex philosophis juxta ac mathematicis utiles, de François d’Aguilon (1613) Rubens optara por los putti para esta función. Así podemos verlos examinando el ojo del Cíclope,
midiendo el Coloso de Rodas,
aprendiendo las sutilezas de la visión binocular,
demostrando la horóptera,
usando el primer fotómetro,
o demostrando cómo se realiza la proyección estereográfica.
Los jesuitas, orden a la que pertenecía d’Aguilon, se dieron cuenta rápidamente de la utilidad de usar ángeles en los experimentos. Dos razones podrían explicar el uso frecuente de esta iconografía inusual. En primer lugar, la aparición de putti en un nuevo entorno, emergente y amenazante, como era la filosofía natural en el siglo XVII permitía hacerla más familiar y, de alguna forma, domesticarla, recordando que al final era Dios el que lo dirigía todo. Por decirlo gráficamente, si los angelotes tenían a bien jugar con barómetros, la investigación experimental de la atmósfera no podía de ninguna de las maneras amenazar ni al estado ni a la Iglesia. El uso de putti sería pues un mensaje tranquilizador hacia las autoridades.
La segunda es más sutil y se basa en el hecho de que los putti, como los electrones, son indiscernibles. Esta característica permitía que se usasen para reemplazar a los jesuitas individuales a la hora de representar a la propia Compañía de Jesús en su conjunto en los libros de la ciencia emergente. En algunos casos con intención política. Un magnífico ejemplo lo tenemos en el tomo que la Provincia Belga de la Compañía publicó con motivo del primer centenario de la fundación por parte de Ignacio de Loyola: un niño alado desnudo da vueltas a una manivela en los cielos que hace que la Tierra gire por medio de un conjunto de engranajes; debajo, como leyenda, la frase Societas iesu convertit mundum; conforme el ángel hace girar el mundo, los jesuitas a los que representa lo convierten; un mensaje dirigido quizás no tanto a los protestantes, sino a otras órdenes religiosas, como la de los dominicos (frailes predicadores encargados de la Inquisición).
Los putti aparecerían como ayudantes de laboratorio en muchos libros de matemáticas y filosofía natural publicados en el siglo XVII y principios del XVIII.
Pero, si hay un libro llamativo por sibilino es el Nova experimenta magdeburgica (1658) del jesuita Gaspar Schott. Schott ya había explicado en un libro anterior, Mechanicahydraulica-pneumatica (1657), el famoso experimento de Otto von Guericke con las esferas para demostrar el vacío obtenido con la bomba de aire. En sus gráficos los experimentadores son humanos:
Sin embargo en Nova los experimentadores son putti. Éstos manejan la bomba de aire librando del trabajo duro a sus colaboradores humanos. Y esto no tendría nada de extraordinario si no fuese porque Otto von Guericke era protestante, y los putti simbolizarían la improbable colaboración para la época entre católicos (jesuitas) y protestantes. Un mensaje sutil para expresar la colaboración en la investigación del mundo entre dos personas que eran amigos epistolares aunque, formalmente, enemigos irreconciliables.
Esta anotación ha sido realizada por César Tomé López (@EDocet) y es una colaboración de Naukas con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.
CooperacionIB
“: Los putti, los jesuitas y la ciencia – http://t.co/O4oMLQ9hET http://t.co/pjwZCP73OR”
José Ramón
Interesante y divertido. Jamás pensé que los putti iban más de un elemento decorativo, disfrutaré mucho más cuando los vea en un cuadro.
Antonio Segura Morís
Solo una observación de carácter formal: si el texto está escrito en español, debe decirse “angelitos” y no el italiano “putti” que, además, en español, suena fatal.
También debe evitarse el galicismo “angelote” -del francés “angelot- en primer lugar por ser un barbarismo y, en segundo, porque en español la terminación -ote es de aumentativo y, en este caso, lo que les va a esas figurillas es el diminutivo.
Recuerdo muy bien que, en mi infancia, -años cincuenta- se los llamaba “angelitos” como corresponde en español.
Hasta que, a partir de un cierto momento, empezó a llamárselos “angelotes”, lo que sugiere la idea de un ángel inmenso que es, justamente, lo contrario de lo que es.
Empezaba entonces ese sistemático arrumbamiento del español -en el que, básicamente, seguimos- y su sustitución por cualquier otro idioma, en especial por el inglés, como si el español careciese de la capacidad de expresar conceptos, cosa que no es verdad.
Así, pues, “angelitos”.
Ni el italiano “putti” ni el francés “angelotes”.
Expresémonos en español cuando hablamos o escribimos en español.
César Tomé
El texto está escrito en español. Y en español, en francés, en alemán, inglés y en italiano se les llama putti a los motivos ornamentales de niños desnudos y alados y es un tecnicismo de historia del arte. Por cierto, conserva la forma latina original, por aquello de que el latín era la lengua culta en los ambientes, que no es otra que el plural de putus, niño, muchacho; palabra que quizás usted conozca más en su forma femenina por ser la muy española y mucho española puta. La voz alternativa para referirse a estos ornamentos es erotes, pero entonces encontraría usted quizás el inconveniente de que es griega y no latina.
Otrosí (mire, más latinajos evolucionados, alterum sic) le digo que angelote es palabra española para referirse a un ángel niño gordezuelo, y no lo digo yo, lo dice el Diccionario de la Real Academia. Un putto es un ángel niño grandote por sobrepeso, así de ángel, angelote.
Lo del «arrumbamiento del español» es un lugar común histórico. Lo único que indica es que quien lo esgrime no sabe muy bien como funcionan las lenguas. Las lenguas evolucionan continuamente y no existe una forma correcta de expresarse; existe una norma que suele corresponder a un determinado grupo considerado de prestigio, pero que no es más válida que otras. Le sugiero que para el próximo comentario no se deje llevar por las apariencias e investigue un poco antes de escribir. Y si esta réplica le parece ofensiva, incluso chulesca, me permito recordarle ese refrán tan español: donde las dan, las toman.