Mira estas cuatro caras e identifica si son de hombre o de mujer. Tómate tu tiempo, será poco, pues este ejercicio es muy fácil para tu cerebro,todo un especialista en esta tarea. Si ya tienes la respuesta, fíjate mejor en las dos caras de arriba. Son caras quiméricas, como la del Barón Ashura de Mazinger Z. Ambas caras son resultado de mezclar la mitad izquierda y la mitad derecha de dos caras de hombre y de mujer, ajustando el color y la textura.Por tanto, ni son de hombre, ni son de mujer.
Tu cerebro te ha engañado. Compruébalo tapando con la mano la mitad izquierda y la mitad derecha de estos rostros. Si has pensado que la cara de arriba a la izquierda es de hombre y la de arriba a la derecha es de mujer es que has usado el lado izquierdo de estos rostros para determinar su género.
Muchos estudios experimentales afirman que reconocemos las caras con un sesgo a la izquierda (desde el punto de vista del observador, es decir, en la parte derecha del rostro observado). Este sesgo ha sido demostrado en humanos desde los 6 meses hasta la edad adulta, en macacos Rhesus y en perros domésticos cuando se muestran imágenes de rostros humanos, caras de monos e incluso pareidolias con objetos inanimados. Los estudios con seguimiento ocular (eye tracking) confirman este resultado: al mirar un rostro pasamos más tiempo contemplando su lado izquierdo.
¿Por qué existe el sesgo a la izquierda al reconocer rostros? La respuesta más obvia es que el reconocimiento de caras se realiza en el hemisferio derecho del cerebro, el llamado sesgo perceptual (PB del inglés Perceptual Bias). Sin embargo, los estudios realizados con enfermos con lesiones en el encéfalo indican que se requiere la participación de ambos hemisferios, aunque el único que parece indispensable es el hemisferio derecho. Otra posibilidad es que el sistema oculomotor, los músculos que mueven los ojos para dirigir la mirada a cierto punto, tienen un sesgo hacia la izquierda, el llamado sesgo de mirada (GB del inglés Gaze Bias). También se han propuesto otras explicaciones.
Los que somos de ciencias tendemos a olvidar lo difícil que es concebir experimentos en ciencias sociales que permitan estudiar hipótesis como las anteriores. Hay muchos detalles que pueden influir y son difíciles de controlar cuando los sujetos de estudio son personas. ¿Influye el primer lugar de la cara en el que se fija la atención? ¿Cómo influye en los resultados el cansancio al repetir el experimento muchas veces con la misma persona? ¿Qué relación causa/efecto hay entre PB y GB? Diseñar experimentos fiables para decidir si PB es causa de GB, o GB es causa de PB, o ambos tienen una causa común, o incluso si no hay ninguna relación entre ellos, no es tarea fácil.
Te propongo un reto. Diseñar un experimento para determinar cómo influye la posición del primer lugar de la cara en el que una persona fija su atención (cómo influye en determinar el género del rostro). Piensa un poco, ¿qué harías para lograr que una persona mire por primera vez un rostro en un punto concreto? Puntos como los coloreados en esta imagen de un rostro femenino. Recuerda que tiene que ser un procedimiento repetible y que debes de ser capaz de justificar la fiabilidad de tu método.
Todo esto viene a colación porque he leído un artículo de la psicóloga experimental Hélène Samson (Universidad de París V René Descartes) y varios colegas publicado en la revista PLoS ONE [1], del que he extraído estas figuras. El artículo presenta varios experimentos realizados a un grupo de 32 jóvenes estudiantes de su universidad, 16 hombres y 16 mujeres. Se les ha presentado en una pantalla de ordenador 64 caras neutras de una base de datos disponible en la web [2], tanto caras normales, como caras quiméricas. Los autores han usado un sistema de seguimiento de ojos para estudiar los movimientos oculares sacádicos (cómo se mueven los ojos cuando miramos una escena buscando características interesantes en ella).
¿Ya has diseñado el experimento que te he propuesto? Mi entras sigues pensando un poco más, te comentaré que la primera fase del experimento debe ser comprobar que los sujetos son buenos reconociendo caras. En el artículo [1] la prueba fue superada con un porcentaje de aciertos del 76% (±5,35%), bien alejado de un resultado al azar (50%).
No te hago pensar más. Samson y sus colegas resolvieron el problema pidiendo a los sujetos que miren fijamente a una cruz en una pantalla en negro y presentado un poco más tarde la imagen con el rostro de tal forma que el punto de la imagen que queremos que mire el sujeto esté colocado en la posición donde estaba la cruz. Hicieron experimentos centrando el rostro en la posición de la cruz, desplazándolo hacia arriba, hacia abajo, hacia la derecha o hacia la izquierda.
Además, el rostro fue mostrado durante un tiempo corto, tanto fijo (0,15 segundos), experimento en modo Fixation, como variable, lo que dure el primer movimiento sacádico del sujeto, modo Saccade. Tras este tiempo el rostro desaparece y el sujeto tiene que pulsar un botón si el rostro le pareció de mujer y otro si le pareció de hombre.
En la figura presenta los porcentajes de acierto según la posición de la cara respecto al punto en el que se fija la vista. El porcentaje es más alto cuando se permite acabar el primer movimiento sacádico que cuando se expone la imagen durante un tiempo fijo. También es mayor cuando la cara se desplaza hacia la izquierda o hacia la derecha, siendo el peor caso cuando la imagen se desplaza hacia arriba (esto significa tener la vista fijada en la zona de las fosas nasales).
¿Te parecen razonables estos resultados? Si has diseñado tu propio experimento, ¿crees que los porcentajes que obtendrías serían muy diferentes? No quiero discutir en detalle las conclusiones del artículo de Samson y sus colegas, mi objetivo es ilustrar que los experimentos en ciencias sociales suelen ser más difíciles de diseñar que los experimentos en ciencias puras. Por ello, muchos estudios obtienen resultados contradictorios entre sí, incluso cuando se repite un experimento ya realizado para utilizarlo como base para nuevos experimentos.
Para más inri, los experimentos en ciencias sociales tienen múltiples interpretaciones en conflicto y diferentes investigadores pueden afirmar que apoyan sus hipótesis incluso cuando estas son contradictorias. Esto también pasa en ciencias puras, pero mucho menos. A veces nos sentimos retratados en los resultados de estos experimentos, como cuando vemos una telenovela, pero no nos debemos dejar engañar. Luchar contra los sesgos cognitivos en la interpretación de los experimentos en ciencias sociales es mucho más difícil que en ciencias puras.
No quiero acabar sin resumir las conclusiones del trabajo de Samson y sus colegas. Su estudio pretende determinar si existe alguna relación entre el sesgo perceptual y el sesgo de mirada en el reconocimiento del género de rostros. La conclusión de su artículo de 18 páginas es que no se ha observado ninguna relación reseñable, salvo que influye el sujeto. Ello no quita que te recomiende leer el artículo y que te rete a rediseñar los experimentos que presenta.
¿Por qué te hablo de un artículo cuyas conclusiones no parece que merezcan ser noticia? Porque los nuevos resultados contradicen muchos resultados previos, estudios que han publicado relaciones de todo tipo. En mi opinión el nuevo artículo nos muestra la esencia de los experimentos en ciencias sociales: diseñar el experimento para que sea repetible y sus conclusiones sean firmes.
Los que somos de ciencias puras tendemos a olvidar lo difícil que es concebir experimentos en ciencias sociales. Difícil, pero también apasionante.
Esta anotación ha sido realizada por Francisco R Villatoro (@emulenews) y es una colaboración de Naukas con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.
Referencias.
[1] Samson H, Fiori-Duharcourt N, Doré-Mazars K, Lemoine C, Vergilino-Perez D (2014), “Perceptual and Gaze Biases during Face Processing: Related or Not?,”PLoS ONE 9(1): e85746. DOI:10.1371/journal.pone.0085746
[2] Stimuli Face Database, UT Dallas. http://agingmind.utdallas.edu/stimuli
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