
El 7 de diciembre de 1972, a las 12:33 a. m, el colosal cohete Saturno V despegaba desde el actual Centro espacial Kennedy rumbo a la Luna. Se trataba de la última misión del programa Apolo y en ella viajaba la última tripulación que pisaría la Luna hasta nuestros días. Apenas cinco horas después del lanzamiento los astronautas Eugene Cernan, Ronald Evans y Harrison Schmitt se encontraban ya a casi 30.000 kilómetros de nuestro planeta cuando decidieron mirar por la ventanilla y observar la Tierra desde la distancia. La fotografía que tomaron en aquel momento se conoce popularmente como «la canica azul» y pronto se convirtió en un icono de los movimientos medioambientales de los setenta inspirando la idea de que debemos cuidar nuestro único y frágil hogar en el inmenso cosmos.
Era la primera vez que un ser humano captaba una imagen de la Tierra de manera completa, nítida y sin sombras. La fotografía original, tomada por la tripulación desde el Módulo de Mando y Servicio (CSM), mostraba el Polo Sur en la parte superior de la imagen pero posteriormente fue girada para cumplir con las expectativas y convenciones de orientación con el norte en su lugar. También fue única al captar la Antártida y casi todo su casquete polar, así como la costa de África, tanto en el Atlántico como en el Índico e incluso el potente ciclón de Tamil Nadu que, apenas unos días antes, había provocado fuertes vientos e inundaciones en la India.
Pero, además de las características físicas y geográficas de la fotografía, más allá de su simbología y trascendencia o de las incontables tecnologías que fueron necesarias para poder tomar una fotografía así desde el espacio, la célebre «Blue Marble» fue posible gracias al albedo de nuestro planeta. Ya sea un pequeño punto azul pálido o una canica brillante en el oscuro vacío del espacio, nuestra querida Tierra es visible desde el espacio porque refleja la luz… aunque según los todos estudios y datos satelitales de las últimas décadas, cada vez menos.

El albedo es un concepto científico que expresa el porcentaje de luz solar que refleja una superficie. La nieve, por ejemplo, puede tener un albedo de hasta un 0,9, es decir puede reflejar hasta el 90 % de la luz solar que incide sobre ella. Por otro lado, «el océano abierto puede tener un albedo inferior a 0,1, lo que significa que absorbe más del 90 % de la luz solar incidente y reflejando menos del 10 %».
Un nuevo estudio, publicado hace unas semanas en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), vuelve a confirmar que nuestro planeta está perdiendo albedo y, desde hace décadas, es un cuerpo cada vez más y más oscuro. Los autores, encabezados por el investigador Norman Loeb, pertenecen al departamento de Ciencias de la radiación de NASA y han utilizado datos de tres satélites diferentes que miden «la luz solar incidente frente a la radiación de onda larga saliente, es decir, la cantidad de radiación reflejada de vuelta al espacio».
Los datos proceden del programa CERES, un acrónimo cuyas siglas se corresponden con «Sistema de Nubes y Energía Radiante de la Tierra» y que cuenta en la actualidad con una red de satélites que miden el balance de radiación terrestre (BRT). Desde el año 2000, CERES ha estado registrando cuánta luz solar absorbe nuestro planeta así como la cantidad de radiación infrarroja que escapa de vuelta al espacio. El equipo de Loeb utilizó estas mediciones para analizar el balance energético de nuestro planeta en los últimos 24 años (2001-2024) y, posteriormente, combinó estos datos con otras fuentes de información como cámaras espectrales de alta resolución, mapas de nieve y nubes, y modelos climáticos por computadora para llegar a una conclusión esperada: la Tierra lleva décadas oscureciéndose.
Un sistema desequilibrado en el Hemisferio Norte
El trabajo publicado no solo ha utilizado los datos satelitales del programa CERES para confirmar el paulatino oscurecimiento de la Tierra sino que además, y puede ser su mayor aportación, incluye un descubrimiento con importantes repercusiones: El Hemisferio Norte se está oscureciendo más rápido que el Sur.
Según las mediciones del estudio, el Hemisferio Norte «absorbe aproximadamente 0.34 vatios más de energía solar por metro cuadrado por década que el Hemisferio Sur», una diferencia que parece menos pero que, teniendo en cuenta toda la superficie del planeta, supone una «cantidad enorme», explica Loeb en Eos.org.
Hasta ahora se pensaba que la Tierra absorbía y reflejaba la energía procedente del Sol de manera balanceada y que no había una diferencia significativa entre ambos hemisferios, sin embargo este nuevo estudio descarta esa hipótesis y apunta a un desequilibrio notable entre hemisferios en el que el Norte está absorbiendo un plus energía y, por tanto, se oscurece más.
¿Por qué el Hemisferio Norte se oscurece más?
El trabajo publicado también expone los motivos de este desequilibrio e indica tres factores fundamentales. El primero, quizá el más obvio, es el deshielo. En el Hemisferio Norte la nieve y el hielo, especialmente en el Ártico, se están derritiendo a un ritmo más acelerado y eso reduce el albedo exponiendo la tierra y el océano que hay debajo.
El segundo aspecto a tener en cuenta son las regulaciones medioambientales que, en los últimos años, han logrado disminuir la contaminación en lugares como China, Estados Unidos y Europa, lo que significa que «hay menos aerosoles en el aire para reflejar la luz solar. En el Hemisferio Sur ocurre lo contrario».
Y en tercer lugar, los autores mencionan el vapor de agua. «Debido a que el Norte se está calentando más rápido, también retiene más vapor de agua, un gas de efecto invernadero que no refleja la luz solar sino que la absorbe. Esa es otra razón por la que el Hemisferio Norte está absorbiendo más calor».
Pero todavía quedan incógnitas que resolver en este panorama y factores de los cuales aún desconocemos su influencia, como por ejemplo la cobertura de nubes. Otro de los hallazgos interesantes de este estudio es que, en los últimos 20 años, la cobertura de nubes no ha cambiado significativamente a pesar de la asimetría Norte-Sur. «Debería verse más reflexión por parte de las nubes en el Hemisferio Norte (en comparación con el Sur), pero no la vemos», concluye Loeb.
En definitiva, el nuevo estudio publicado por NASA nos muestra que nuestro planeta está absorbiendo cada vez más radiación, reflejando menos luz y calentándose de manera acelerada, sin olvidar que el Hemisferio Norte lo hace más rápido que el Sur.
Si los astronautas del Apolo 17 mirasen en nuestros tiempos por la ventana de su módulo, la fotografía de nuestra «Canica Azul» sería hoy algo menos brillante y más oscura, un punto azul cada vez más pálido…
Referencias científicas y más información:
Loeb, Norman G., et al. (2025) Emerging Hemispheric Asymmetry of Earth’s Radiation Proceedings of the National Academy of Sciences doi:10.1073/pnas.2511595122.
Larissa G. Capella (2025) «New Satellite Data Reveal a Shift in Earth’s Once-Balanced Energy System» Eos.org
Margherita Bassi (2025) «Earth Is Getting Dimmer—and the Northern Hemisphere Is Losing Brightness Faster Than Scientists Expected» Smithsonian Magazine (2025)
Ryan Green (2025) «Earth Is Getting Darker, Which Could Accelerate Global Warming» Scientific American
Sobre el autor: Javier «Irreductible» Peláez es escritor y comunicador científico. Autor de «500 Años de Frío» (2019) y «Planeta Océano» (2022). Es ganador de tres premios Bitácoras, un premio Prisma a la mejor web de divulgación científica y un Premio Ondas al mejor programa de radio digital.
