Cada vez sabemos con más certeza que los microorganismos simbiontes que viven con nosotros pueden afectar a nuestra salud de varias maneras. La mayor prueba de ello se concentra en el eje intestino-cerebro, si bien es cierto que continuamente encontramos más interacciones y recibimos constantemente noticias sobre la relación entre la microbiota y varios sistemas y aparatos de nuestro cuerpo.
En esta ocasión, ha sido el trabajo realizado por Agarwal y sus colaboradores en el Hospital Pediátrico de Cincinnati en Estados Unidos el que ha llamado la atención de la comunidad científica. Ya sabemos que las células de la sangre se crean en la médula ósea y que el origen de todas ellas es la célula madre hematopoyética (CMH). Las CMH se encuentran en la médula ósea y, cuando el cuerpo precisa de más células sanguíneas, esta se divide para crear más células de la sangre. Al envejecer, con el paso del tiempo, algunas CMH acumulan mutaciones, y puede ser que una de esas mutaciones le confiera una ventaja competitiva a una CMH mutada concreta. Gracias a dicha ventaja, la CMH mutada obtiene la capacidad de crecer más deprisa y traspasa su mutación a sus células sucesoras. Este fenómeno es conocido como hematopoyesis clonal. Las personas con hematopoyesis clonal tienen un mayor riesgo de desarrollar un cáncer de sangre. Se cree que la probabilidad de padecer un cáncer que afecte a las células sanguíneas aumenta un 1 % en las personas afectadas por este fenómeno. De hecho, junto con la capacidad de crecer más rápido, también aumenta la probabilidad de padecer otras mutaciones y se convierten en células preleucémicas; esto es, células cerca de crear leucemia, y es que un pequeño cambio las puede llevar a convertirse en células cancerosas.

Los investigadores estadounidenses, al profundizar en la hematopoyesis clonal, encontraron una relación directa con la enfermedad inflamatoria intestinal (EII). En el caso de la EII, el paciente padece de inflamación crónica del intestino y, en consecuencia, se perjudica el epitelio que lo cubre y protege. Al perjudicarse, pierde la capacidad de marcar un límite con la luz (o lumen, la cavidad a través de la que circulan los alimentos en el intestino) y comienzan a entrar al cuerpo diferentes elementos. Por lo que se ha observado, uno de esos elementos son las bacterias gramnegativas de la microbiota. Dichas bacterias crean una molécula llamada ADP-heptosa, y esa molécula está presente en la sangre de enfermos de EII. La ADP-heptosa la crean las bacterias gramnegativas, y además de contar con la capacidad de activar el sistema inmune, también es capaz de atravesar la membrana celular. Una vez dentro de la célula, la ADP-heptosa activa la encima ALPK1 y se crea una reacción en cascada que llega hasta el núcleo de la célula y, por último, se acelera el ciclo celular.
Cuando las bacterias gramnegativas entran en la sangre, son capaces de llegar a cualquier rincón del cuerpo, y lo mismo ocurre con la ADP-heptosa que producen. Por lo tanto, pueden promover el crecimiento de cualquier célula; pero se ha observado que esa influencia es muy significativa en la médula ósea. Si las CMH con mutaciones previas —esto es, las seleccionadas por la hematopoyesis clonal— entran en contacto con la ADP-heptosa, aumenta considerablemente su capacidad de división en comparación con la de las CMH sin mutaciones. Por lo tanto, aumenta sobremanera el riesgo de que las mutadas prevalezcan en proporción.
Esta investigación, además de describir mecánisticamente y clínicamente la relación directa entre las dos enfermedades, nos da la oportunidad de profundizar en la prevención. La ADP-heptosa que podemos medir en la sangre puede ayudar a prever el cáncer de sangre antes de que este se forme, y los tratamientos que se creen en el futuro podrían ser útiles para poder curar ese tipo de cáncer en su fase inicial.
Referencias:
Puneet Agarwal, Avery Sampson, Kathleen Hueneman, Kwangmin Choi, Niels Asger Jakobsen, Emma Uible, Chiharu Ishikawa, Jennifer Yeung, Lyndsey Bolanos, Xueheng Zhao, Kenneth D. Setchell, David B. Haslam, Jessica Galloway-Pena, John C. Byrd, Paresh Vyas & Daniel T. Starczynowski (2025) Microbial metabolite drives ageing-related clonal haematopoiesis via ALPK1 Nature doi: 10.1038/s41586-025-08938-8
Siddhartha Jaiswal 1 , Pierre Fontanillas, Jason Flannick, Alisa Manning, Peter V Grauman, Brenton G Mar, R Coleman Lindsley, Craig H Mermel, Noel Burtt, Alejandro Chavez, John M Higgins, Vladislav Moltchanov, Frank C Kuo, Michael J Kluk, Brian Henderson, Leena Kinnunen, Heikki A Koistinen, Claes Ladenvall, Gad Getz, Adolfo Correa, Benjamin F Banahan, Stacey Gabriel, Sekar Kathiresan, Heather M Stringham, Mark I McCarthy, Michael Boehnke, Jaakko Tuomilehto, Christopher Haiman, Leif Groop, Gil Atzmon, James G Wilson, Donna Neuberg, David Altshuler, Benjamin L Ebert (2014) Age-related clonal hematopoiesis associated with adverse outcomes N Engl J Med. doi: 10.1056/NEJMoa1408617
Sobre el autor: Iker Badiola Etxaburu es doctor en biología, Profesor Pleno en la Facultad de Medicina y Enfermería de la EHU, y director de la Cátedra de Cultura Científica de la EHU