Propongo el fin del embargo

Firma invitada

Pere Estupinyà

Al periodista no le gusta hacer copy-paste de la información. Él o ella lo que quieren es hablar con las primeras fuentes, contrastar, e intentar ser los primeros en dar la noticia o explicar la historia. Por eso cuando el periodista de ciencia se encuentra a una astrofísica que le dice “el pasado 28 de marzo descubrimos una señal muy extraña en nuestro telescopio de rayos gama, que pensábamos era una supernova, pero resulta que es una estrella siendo ingerida por el agujero negro del centro de nuestra galaxia. Tendrá implicaciones muy importantes, y lo estamos preparando para Nature”, su instinto le incita a pedirle más datos y publicar la historia lo antes posible. Pero entonces se encuentra con una gran realidad del periodismo de ciencia: “no puedo explicarte más, porque está embargado, y las revistas nos prohíben hablar con periodistas”. “Pues vaya mierda!”, piensas de inmediato. Luego te calmas, y ves las ventajas del embargo; se evitan blufs, tienes tiempo para preparar bien la historia, y al lector le llega la información de manera rigurosa. Bien. Pero luego te sulfuras de nuevo al darte cuenta de qué más implica todo esto: las notas de los diferentes medios serán prácticamente idénticas, en realidad no hay intriga ni historia sino exposición de datos, el periodista no tiene motivación para ir más allá de lo que tan bien mascadito nos regalan los embargos, no hay controversia, ni opiniones desfavorables, la historia desaparece a los dos días, y en última instancia, la ciencia se vuelve más aséptica y poco interesante para el público general. Mi conclusión particular: el embargo contenta a los investigadores pero disminuye radicalmente las posibilidades de hacer un periodismo de ciencia interesante sobre temas de actualidad. Propongo el fin del embargo.

Hablamos de muchas otras cosas sobre comunicación de la ciencia. En mi caso defendí la exploración desde dentro para “rascar donde no pica” y encontrar historias originales, el añadir la emoción como herramienta a los ya consabidos rigor, sorpresa y narración de historias, y a que ante el público hay que empezar ganándonos primero sus corazones y luego sus cerebros. Pero pensando en la continuidad de discusión ante próximos eventos, el tema del embargo es un asunto a incluir, y discutir puntos de vista en presencia también de investigadores consagrados

Nota: este texto resume la presentación que hizo el autor en el seminario “Nuevos modelos de Comunicación Científica” que se celebró en Bilbao el 26 de mayo de 2011, organizado por la Cátedra de Cultura Científica y la Fundación Biofísica Bizkaia. Ver aquí la crónica y las imágenes que publicó GUK sobre el desarrollo del seminario.

Adenda del editor: Aunque en este breve resumen casi se ha limitado a tratar del daño que hacen los embargos al periodismo científico (se ve que había tenido alguna experiencia poco grata recientemente), Pere Estupinyá habló en su intervención de más cosas. Recurrió a su experiencia y puso ejemplos bastante sabrosos. Se mostró contrario al “rigor” que en muchas ocasiones invocamos los científicos, porque limita las posibilidades de convertir una información científica en una narración atractiva para el gran público. Su postura generó controversia, quizás porque contradecía abiertamente la opinión que antes había dado Xurxo Mariño. Pero sea como fuere, el contraste resultó enriquecedor, porque los asistentes tuvieron ocasión de comprobar que las dos posturas contaban con buenos argumentos a favor y en contra.


Sobre el autor: Pere Estupinyà (@Perestupinya) es químico y bioquímico de formación, y trabaja de periodista científico. Es autor del libro «El ladrón de cerebros» y escribe en «Apuntes científicos desde el MIT (El País)» y en Knight Science Journalism Tracker (MIT).

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