El papel de la ciencia en la extensión de la democracia y los derechos humanos

Series La ciencia y los objetivos del milenio Artículo 8 de 8

Foto: Evidence for Democracy
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He señalado en una anotación anterior que la influencia de la ciencia y la tecnología sobre el desarrollo socioeconómico de los países, principalmente occidentales, no se ha limitado a los aspectos materiales y de salud, sino que la misma Ilustración no podría entenderse sin su contribución. Por ello, a la hora de valorar el papel que puede tener sobre el cumplimiento de objetivos de desarrollo, no debe desdeñarse su posible influencia en la configuración de sociedades abiertas, libres y democráticas.

No se trata de que exista un relación necesaria y directa entre el desarrollo científico y la democracia y la libertad, sino de que hay razones para pensar que esas dos esferas de la civilización se encuentran relacionadas y pueden ser, hasta cierto punto, interdependientes. No es este el momento de analizar ese asunto con la debida profundidad pero creo que merece la pena que cite el dato de que, considerando a todos los países del mundo con más de medio millón de habitantes, existe una fuerte y muy significativa correlación positiva (r2= 0,72, n= 150) entre índice de transparencia (un buen indicador de historial democrático) y desarrollo científico (producción de artículos científicos per capita). Hay razones de fondo que apoyan la existencia de esa correlación. Por un lado, ciencia y democracia comparten valores y, por el otro, la educación constituye un fuerte nexo entre esas dos esferas. La ciencia necesita un importante esfuerzo formativo en la sociedad, y la formación genera, a su vez, ciudadanos críticos.

Por todo ello, yo también creo que es importante que en la formulación de los objetivos del milenio para 2030 se haga mención expresa del sustento científico de algunos de los objetivos y metas. Y de que la ciencia tenga una presencia significativa en la agenda para el desarrollo de los países menos favorecidos. Porque estoy convencido de que no sólo por sus efectos sobre la generación de riqueza, la alimentación y la salud, sino por su influencia sobre el carácter de las sociedades, la ciencia es un potente agente de desarrollo.


Complemento: Desarrollé este tema más extensamente en este mismo Cuaderno en una serie titulada Ciencia y democracia.


Sobre el autor: Juan Ignacio Pérez (@Uhandrea) es catedrático de Fisiología en la UPV/EHU y coordinador de su Cátedra de Cultura Científica.

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