Muchas veces me preguntan cómo encuentro algunas de las sorprendentes historias y anécdotas que voy escribiendo en los diversos blogs en los que participo. La verdad es que no hay una única respuesta… en ocasiones, como en este artículo, simplemente me las tropiezo de sopetón mientras tengo la cabeza en otros sitios. Algo llama mi distraída atención y cuando lo miro me digo… no, no puede ser. Es entonces cuando pienso, esto merece un post…
Hace unos días, en el Cuaderno de Ciencias de Yahoo publiqué una fascinante imagen de una joven tras una operación de trasplante de corazón. Se llama Penny y antes de que su órgano fuese incinerado, como suele ser costumbre, los doctores le permitieron hacerse una fotografía con su “antiguo corazón”… Esta estampa me ha estado rondando la cabeza desde entonces y comencé a mirar un poco más, aquí y allá…
La curiosidad sobre este tipo de operaciones y otras técnicas cardiacas novedosas me llevó a descubrir al primer hombre de la Historia que ha vivido sin corazón. Se llamaba Craig Lewis y, a pesar de que falleció hace ahora un año, consiguió sobrevivir cinco semanas sin corazón y sin pulso gracias un revolucionario artefacto compuesto por dos rotores.
Corazones artificiales… ¿Quién sería el inventor del primero? ¿Cómo os imagináis los inicios de este novedoso avance de la medicina actual y futura?
Es en este momento donde saltó la sorpresa y para descubrirla debemos viajar a Nueva York a principios de la loca década de los años ’20. Allí, en 1922 en el seno de una familia de inmigrantes polacos nacía Paul Wilchinsky, que posteriormente sería conocido con el nombre artístico de Paul Winchelll.
A la temprana edad de 13 años el joven contrajo poliomielitis y tuvo que ser ingresado durante un tiempo en el Hospital donde, para pasar las horas muertas, consiguió un barato equipo de ventrílocuo por apenas 10 centavos y con el que comenzó a imitar voces e inventar diálogos… Cuando por fin pudo regresar al colegio, y con ayuda de un profesor, construyó su primer muñeco ganando el primer premio de un concurso de radio… tenía solamente 14 años y este era el inicio de una carrera como ventrílocuo, humorista y actor de voces que duró hasta su muerte en junio del 2005.
Con el auge de los dibujos animados y de la mano de grandes productoras como Walt Disney o Hanna-Barbera, le llegó la oportunidad de dar voz a algunos de los más famosos personajes de las últimas décadas.
Winchell dio voz durante casi 40 años a Tigger, compañero inseparable del osito Winnie The Pooh, al inolvidable Pier Nodoyuna tanto en las múltiples series de “Los autos locos” como en las de “El escuadrón diabólico” o al malvado Gargamel de los Pitufos… y eso por citar tan solo algunos ejemplos puesto que prestó su voz para incontables personajes animados en dibujos como Los Aristogatos, Los Osos Gummi, El Oso Yogui o La Pantera Rosa…
Sin embargo las habilidades de nuestro protagonista incluían también una especial capacidad inventiva que le llevó a patentar los más variados y curiosos artilugios entre los que se encontraban una maquinilla de afeitar desechable, una pluma estilográfica retráctil, un encendedor sin llama y hasta un liguero invisible…
Winchell invirtió parte de sus beneficios en negocios tan sorprendentes como una fábrica de camisas o un criadero de peces. Con estos últimos, intentó llevar a cabo un proyecto humanitario para países africanos basado en piscifactorías de tilapia, realizando recogidas de fondos con ayuda de actores famosos como Richard Dreyfuss o Ed Asner.
Pero sin duda, la más espectacular de las 30 patentes de Paul Winchell fue lo que la mayoría de fuentes consideran como el primer corazón artificial de la Historia.
A Winchelll le interesó desde muy joven la medicina, y aunque realizó el curso de preparación para ingresar en la Universidad de Columbia, sin embargo jamás llegó a completar la carrera.
Durante un programa de televisión coincidió con Henry Heimlich, el médico estadounidense célebre por desarrollar la maniobra de compresión abdominal para liberar las vías respiratorias obstruidas. [Maniobra de Heimlich]. De aquel encuentro surgió una intensa amistad que llevó a Winchell a quedar fascinado por las intervenciones quirúrgicas que se realizaban en su Hospital.
En la autobiografía que más tarde publicó, Winchell describió aquel momento así:
“Mi trabajo en televisión era hacer reír a la gente, pero los milagros que acababa de presenciar me hicieron sentir que estaba viendo otro extremo del mismo espectro. Aprovechando la oferta de Hank (Henry Heimlich) lo visité con frecuencia y poco a poco se fue convirtiendo en mi mejor amigo…
Una mañana, encontré muy triste a George Robinson (un médico del Hospital) puesto que había perdido a un paciente durante una cirugía a corazón abierto, y una idea me fue surgiendo. Hablé con Hank y le dije: acabo de ver a George perder a su paciente y me pregunto si un corazón artificial con su propia fuente de energía podría mantener a un paciente con vida durante un periodo de tiempo importante.
Hank, me miró y sonrió: “Serías un buen médico, Paul. Tú construyes tus propios muñecos así que… ¿por qué no haces un modelo con tu idea?. Si necesitas mi ayuda cuenta con ella encantado”.
Ahora, todo lo que necesitaba comprobar era que mi idea no era imposible de realizar y fui corriendo a trabajar en la construcción de un modelo”
Winchell se embarcó en el laborioso proceso de realizar un modelo artificial que pudiera suplir las funciones de un órgano tan complejo como un corazón humano:
“Por extraño que pueda sonar, construir un corazón no era tan distinto de construir un maniquí. Las válvulas y las cámaras no eran tan diferentes de la boca y ojos en movimiento de una marioneta.
Durante meses trabajé y revisé el modelo, acudiendo a Hank para que me asesorara cada vez que me quedaba atrapado. Tal y como me prometió, Heimlich siempre estuvo disponible con consejos y sugerencias para correcciones y mejoras.
Como yo no tenía muchos conocimientos en la dinámica de la función cardíaca, tuve que pasar por alto varios problemas circulatorios, pero con la ayuda de Hank puse el modelo en marcha.
Por fin, y después de revisar todos los cambios, Hank me miró y me dijo: “Si fuera yo quien hubiera tenido esta idea, la patentaría”… casi no podía creer lo que oía. Después de tantos meses de ensayo y error, Hank me daba el visto bueno y en el verano de 1956 me encaminé a la oficina de mi abogado de patentes”.
La patente le fue concedida años después, en 1963 con el número de entrada US003097366 convirtiéndose en la primera que recogía un dispositivo funcional de corazón artificial. (Podéis consultarla aquí)
Para terminar de redondear una vida fascinante, Winchell donó la patente a la Universidad de Utah, donde llegó hasta un médico investigador llamado Robert K. Jarvik que, basándose en su funcionamiento, realizó el Jarvik-7 que en 1982 se convirtió en el primer corazón artificial implantado en un paciente humano.
En efecto… Muchas veces me preguntan cómo encuentro algunas de las sorprendentes historias y anécdotas que voy escribiendo en los diversos blogs en los que participo. La verdad es que en ocasiones creo que lo realmente difícil es no encontrarlas… chicas con su propio corazón en la mano, hombres que viven sin pulso y humoristas que se sacan de la chistera grandes avances para la medicina. La ciencia es apasionante y si tienes algo de curiosidad por mirar un poco más, aquí y allá encontrarás infinidad de historias y anécdotas sorprendentes.
Fuentes, referencias y más información:
Artificial heart patent (Web del MIT)
Washington Post 27 junio 2005
The most wonderful thing about Tigger (General Patent Corporation)
Patente del corazón de Winchell (Oficina de Patentes de EEUU)
Web de Winchell en IMDB
Web de Winchell en Wikipedia
Jarvik Heart (Web que reclama una patente anterior a la de Winchell)
Este post ha sido realizado por Javier Peláez (@irreductible) y es una colaboración de Naukas con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.
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Pol
Hola. Te corrijo, el primer corazón artificial implatado en un ser humano fue inventado por el entrerriano Domingo Liotta, e implantado por el cirujano Denton Cooley en 1969. Estos yankis se quieren hacer los descubridores, inventores y hacedores de todo, resulta que ahora dicen que el pimer bypass lo hizo Debackley, cuando en realidad lo hizo Favaloro….. la historia es una gran mentira porque la escriben los que ganan.
raquel
Quien haya sido el inventor de la invención valga la redundancia, fue una excelente obra por la cual se salvó una vida y eso es más importante que el tema de quien lo haya inventado
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