¿Un renacimiento científico en el mundo islámico?
Los ciudadanos occidentales, o más en concreto, los ciudadanos occidentales que tenemos alguna relación con la ciencia, pensamos que en los países islámicos la investigación científica es prácticamente irrelevante y que, incluso, el desarrollo científico en esos países se presenta como una misión imposible. Factores tanto políticos como religiosos se erigirían como los obstáculos a un desarrollo científico homologable a lo que conocemos en Occidente. Sin embargo, es posible que quienes así pensamos estemos en un error.
La revista The Economist ha publicado un interesante análisis de la situación de la ciencia en los países islámicos y de las perspectivas de desarrollo para los próximos años. Comienza dando el dato de que en 2005 la Universidad de Harvard, ella sola, produjo más artículos científicos que los 17 países de lengua árabe juntos. Señala también que los 1.600 millones de musulmanes del mundo han producido dos premios Nobel en Física y en Química; los dos emigraron a Occidente y el único vivo trabaja en California. Los 57 países de la Organización de la Conferencia Islámica dedican un 0’81% de su PIB a la I&D, mientras que los Estados Unidos destinan un 2’9% e Israel, un 4’4%.
Sin embargo, la situación parece haber cambiado de forma importante. Uno de los ejemplos más notables ha sido la creación en Arabia Saudí de la King Abdullah University of Science and Technology, que se inauguró en 2009 y que cuenta con un fondo (endowment) de 20.000 millones de dólares. Científicos occidentales se desplazan a esa universidad en número creciente. Qatar, por su parte, planea elevar sus inversiones en I&D desde el 0’8% hasta un 2’8% de su PIB, lo que significaría una cantidad de 5.000 millones de dólares anuales; es mucho dinero. En Turquía los recursos destinados a I&D se han elevado a razón de un 10% anual entre 2005 y 2010, de manera que la inversión realizada duplicó la de Noruega en ese último año. Como consecuencia de ello, la producción de artículos científicos en ese país se elevó desde los 5.000 en el año 2000 hasta los 22.000 en 2009. Irán, con menores inversiones, pasó de 1.300 a 15.000 artículos en ese periodo. Y también la calidad de las publicaciones ha mejorado.
A pesar de los progresos, subsisten serias dudas acerca de las posibilidades de estos países de que puedan experimentar un desarrollo científico y tecnológico similar al de Occidente. Por un lado están las dificultades derivadas de la interpretación de los escritos religiosos en lo relativo a la aceptación de ciertas teorías científicas (en el campo de la cosmología y la evolución, principalmente) que hacen las autoridades civiles y religiosas de algunos de esos países; aunque lo cierto es que similares dificultades se pueden llegar a producir en los Estados Unidos. Y por el otro, está la dificultad que entraña un desarrollo científico normal en entornos carentes de libertad.
En definitiva, quizás ha llegado el momento de empezar a mirar a los países musulmanes de una forma diferente en lo que se refiere al desarrollo científico y tecnológico. Las élites de esos países han empezado a dar importancia a esos conocimientos y muchos de ellos cuentan con los recursos necesarios para invertir en ellos.
[El artículo en cuestión se puede leer, en inglés, aquí.]