Cuando uno piensa en la complejidad del problema, resulta difícil de creer que nuestro cerebro consiga desenmarañar la madeja de sonido e identificar su fuente de manera instantánea. Pero en el proceso, además, nos aporta información en la que rara vez reparamos, (cegados, paradójicamente, por la prevalencia de la vista). Si volviésemos al experimento del primer párrafo y aceptases cerrar los ojos, conseguirías oír no sólo ese sonido que identificas como «cuerda»: podrías intuir, además, qué tamaño tiene la sala, cuántos muebles la ocupan, cómo de alto es el techo o desde dónde torturo al pobre instrumento. El espacio, con sus resonancias y sus reflejos, más la forma de nuestras orejas, modula todos los sonidos que percibimos. El cerebro, en un alarde de ingeniería inversa, nos proporciona información sobre el espacio que nos rodea, con una precisión que pone los pelos de punta. Literalmente: y si no, prueba a escuchar el siguiente ejemplo (muy importante: con auriculares y preferiblemente, los ojos cerrados)
No es la única ocasión en la que los ingenieros de sonido se ven forzados a reproducir la propia realidad para conocer fielmente el comportamiento del sonido. Aunque en otras ocasiones lo hacen cambiando de escala. Uno de los aspectos que más se debe cuidar en el diseño de auditorios y salas de espectáculos en general, es precisamente la acústica arquitectónica. Para ello, aunque cada vez se hace menos, los arquitectos reproducen la forma de la sala con maquetas en miniatura donde se presta atención a cada mínimo detalle: los materiales, las butacas, todo. Se colocan una serie de pequeños micrófonos repartidos por la sala y se emiten los sonidos habituales para un escenario. Los habituales… salvo por un detalle: del mismo modo que el espacio queda miniaturizado en la maqueta, el sonido debe escalarse.
Por ello, los ingenieros usan ultrasonidos en sus simulaciones, cuya longitud de onda es mucho más corta (en la misma proporción que la maqueta). En la actualidad todo este proceso se suele realizar mediante simulaciones computacionales que simplifican y, sobre todo, abaratan el proceso, me divierte pensar en los ingenieros jugando con su enorme palacio de muñecas chillonas. Si alguna vez encuentro una de esas maquetas, prometo montar un coro de pulgas y todas ellas serán sopranos líricas.
Los arquitectos e ingenieros de estas salas saben que sonido y espacio son inseparables, gracias a las reverberaciones y resonancias. ¿Qué pasa entonces cuando estas desaparecen?, ¿podríamos oír «sola» la cuerda de violín que pulsé en el primer párrafo?, ¿y si le «restamos» el espacio al sonido? Bien, esta pregunta también tiene una respuesta muy empírica: la de aquellos que han podido entrar en una sala anecoica. Una sala anecoica es un espacio diseñado para que todos los sonidos que llegan a sus paredes sean absorbidos en más de un 99%. Para ello, están cubiertas con cuñas de cierto material, que consiguen que el sonido solo sea reflejado hacia el interior de la pared. El resultado es la ausencia total de reverberación y el silencio más absoluto que puede alcanzarse en la Tierra.
Curiosamente, quienes entran en ellas, preferiblemente siempre acompañados, dicen no poder permanecer demasiado tiempo dentro (un máximo de 45 minutos, según leo). Una de las causas aducidas es la desorientación, el desequilibrio: resulta difícil saber dónde está el suelo si ningún sonido reflejado procede de él. Pero hay otras: la propia voz se convierte en una extraña. Empieza a dejarse oír la inquietante sinfonía del propio cuerpo: el fluir aguido de la circulación de la sangre, el estruendo rítmico de la respiración, cada crujido y cada restallido de los huesos y los músculos antes tan callados…
A fin de cuentas, rara vez oímos nada de lo que produce sonido. Pero si lo hiciésemos, si pudiésemos escuchar esa cuerda de violín vibrando desnuda, sin espacio, desde la nada, quién sabe si podríamos reconocerla: posiblemente, ni siquiera soportarla.
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Este post ha sido realizado por Almudena M. Castro (@Puratura) y es una colaboración de Naukas con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.
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Nota de edición: Una foto de sala anecoica ha sido reemplazada y la otra eliminada. En las originales aparecían por error salas anecoicas de radiofrecuencia.
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[…] Apenas oímos lo que produce sonido. No hay que alarmarse, no es síntoma de sordera: pero si yo, ahora mismo, pulsase la cuerda de un violín frente a tus ojos, apenas la oirías. No "sólo" la cuerda,… […]
Joan Fornes
Creo justo reconocer que el artista que desarrollo la tecnica del sonido 3D o tambien llamado Holofonias, es el maestro Hugo Zacarelli…….gracias maestro.
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Pablo
soy ingeniero acústico, muy chulo el post. Y me gustaría añadir que el proceso del sonido desde la entrada al canal auditivo, hasta la cóclea, la vibración de la membrana basilar y la comunicación aferente y eferente entre cerebro y núcleo auditivo es sin duda otra parte fascinante!!
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Raquel
Reblogueó esto en Maestra y aprendiz de la Ciencia.
Wilburn I. Pope
Esta colección es una garantía de disfrute para las orejas de los que (se presupone en los sintesistas) amamos el sonido en sí mismo, hasta incluso considerar que todo sonido es musical si lo escuchamos o aplicamos con la debida atención e intención. Bajaos esta excelente colección de sonidos, escuchadla y acostumbraros a ella (os vendrá también muy bien para hacer pruebas subjetivas de equipos audio, que es para lo que en realidad se produjo esta recopilación).Son grabaciones hechas en condiciones realistas (sala reverberante adaptada a cada caso –instrumentos en gran sala con tiempo de reverberación de 1,60 segundos, voces con 0,3 segundos, etc.-).
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[…] Así comienza la colaboración de Almudena de la semana pasada con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU. Los despistados pueden seguir leyendo en el Cuaderno de Cultura Científica. […]
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Fernando
He llegado a escuchar que es imposible estar más de media hora sin alucinar sin ninguna prueba por ahora
https://www.youtube.com/watch?v=mXVGIb3bzHI
El espacio como instrumento — Cuaderno de Cultura Científica
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