Este texto de José Manuel López Nicolás apareció originalmente en el número 12 de la revista CIC Network (2012) y lo reproducimos en su integridad por su interés.
Algo está cambiando tanto en el mundo de la difusión como en el de la divulgación científica. Si hasta hace pocos años los contenidos publicados en las principales revistas de ciencia eran coto privado de unos pocos especialistas, en los últimos tiempos la presión de los investigadores, la irrupción de los blogs de divulgación y el auge de las redes sociales ha facilitado no solamente el acceso a dichos contenidos sino también a su comprensión y discusión.
Como prueba de ello, y a pesar de que algunos científicos siguen desconfiando de la divulgación científica como un factor primordial para el desarrollo de la ciencia, la fuerza que ha cobrado la misma ha obligado a las autoridades españolas a hacerle un importante hueco dentro de la nueva Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación que profundiza en la vertebración de las relaciones y en el diálogo entre ciencia, tecnología, innovación y sociedad.
En particular, dicha ley reconoce las actividades de divulgación y de cultura científica y tecnológica como consustanciales a la carrera investigadora para mejorar la comprensión y la percepción social sobre cuestiones científicas y tecnológicas y la sensibilidad hacia la innovación.
Como declaración de intenciones que muestra la importancia que se espera que cobre la divulgación científica en los próximos años, uno de los objetivos generales de la Ley 14/2011 de 1 de junio es impulsar la cultura científica, tecnológica e innovadora a través de la educación, la formación y la divulgación en todos los sectores y en el conjunto de la sociedad.
Por otra parte, y ahondando aun más en la proyección de la divulgación como herramienta imprescindible en el nuevo marco de la ciencia en nuestro país, otro de los objetivos generales de dicha Ley es promover la participación activa de los ciudadanos en materia de investigación, desarrollo e innovación, y el reconocimiento social de la ciencia a través de la formación científica de la sociedad y de la divulgación científica y tecnológica.
Para intentar alcanzar todos estos objetivos generales relacionados con la divulgación científica, la Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación ha dedicado su artículo 38 a la Cultura Científica y Tecnológica, estableciéndose que en los Planes Estatales de Investigación Científica y Técnica y de Innovación se deberán incluir las medidas pertinentes para la consecución de los siguientes objetivos:
···· Mejorar la formación científica e innovadora de la sociedad, al objeto de que todas las personas puedan en todo momento tener criterio propio sobre las modificaciones que tienen lugar en su entorno natural y tecnológico.
···· Fomentar la divulgación científica, tecnológica e innovadora.
···· Apoyar a las instituciones involucradas en el desarrollo de la cultura científica y tecnológica, mediante el fomento e incentivación de la actividad de museos, planetarios y centros divulgativos de la ciencia.
···· Fomentar la comunicación científica e innovadora por parte de los agentes de ejecución del Sistema Español de Ciencia, Tecnología e Innovación.
···· Proteger el patrimonio científico y tecnológico histórico.
···· Incluir la cultura científica, tecnológica y de innovación como eje transversal en todo el sistema educativo.
En el marco hasta ahora descrito donde la divulgación científica se espera que sea en los próximos años uno de los pilares básicos del sistema científico español, los blogs de divulgación de la ciencia se han convertido en una de las herramientas básicas para potenciarla. Así, en los últimos tiempos se ha producido un espectacular incremento del número de bitácoras colectivas y personales que divulgan con estilos muy diferentes todas las ramas del conocimiento científico.
Pues bien, dentro de los blogs científicos, un grupo especial, debido a que tienen una serie de características que los diferencian del resto de bitácoras científicas, lo componen aquellos cuyo autor es un profesional universitario que habitualmente compagina sus labores docentes e investigadoras con la divulgación de la ciencia. A pesar de que todas las webs de divulgación científica tienen como principal objetivo, tal y como expresó en su famoso decálogo uno de los padres de la divulgación en nuestro país recientemente fallecido, Manuel Calvo Hernando, el «poner al alcance de la mayoría el patrimonio científico de la minoría», los blogs universitarios tienen una serie de peculiaridades que los convierten en un subconjunto muy complejo dentro del mundo de las bitácoras científicas.
Debido a ello, y a los recientes acontecimientos que están ocurriendo alrededor de las webs dirigidas por ‘blogueros’ pertenecientes a instituciones universitarias, los siguientes apartados del presente artículo versarán sobre sus principales características incidiendo en las ventajas e inconvenientes en comparación con los blogs científicos convencionales. En lo relativo a las ventajas que tienen las bitácoras dirigidas por investigadores universitarios podemos destacar aquellas que repercuten tanto sobre la institución como sobre el propio investigador.
En primer lugar, es de sobra conocido que la universidad española está atravesando momentos difíciles. La delicada situación económica por la que está pasando nuestro país está reduciendo al máximo las inversiones en investigación y en educación lo que está provocando que los parámetros de calidad de muchas de estas instituciones estén desplomándose. Sin embargo, y en ese contexto, un reducido grupo de universidades han decidido apostar decididamente por la divulgación científica logrando hacerse un importante hueco dentro del panorama universitario. A pesar de que la divulgación no puede, ni debe, sustituir nunca en importancia a la investigación ni a la docencia universitaria, la gran diferencia de recursos económicos necesarios para desarrollar estas actividades le ha otorgado a la divulgación un valor añadido que no tenía anteriormente y del que se están aprovechando ciertas instituciones con gran perspectiva de futuro en periodo de crisis.
Por otra parte, el investigador/divulgador universitario que se lanza a la aventura de la divulgación abriendo un blog científico también puede retroalimentarse del mismo. Evidentemente, la labor del divulgador científico tiene una importancia social fuera de toda duda y digna de elogio. Sin embargo, y si se sabe vehiculizar convenientemente, el divulgar los propios resultados de investigación a través tanto de los blogs como de las redes sociales puede ayudar al ‘bloguero’ a conseguir diversos objetivos profesionales.
Por un lado, la presencia en las redes sociales de diversos profesionales pertenecientes a empresas relacionadas con las líneas de investigación a las que se dedica el profesional universitario le permite a éste contactar con dichas empresas mucho más fácilmente que por otras ‘vías oficiales’. Gracias a ello, son varios los casos que se han dado en los cuales los investigadores logran difundir y divulgar sus resultados entre el tejido empresarial que más se ajusta a sus intereses. Fruto de esos vínculos establecidos entre universidades y empresas gracias a la labor divulgativa realizada desde los blogs científicos se han establecido acuerdos de colaboración que de otra forma serían difíciles de alcanzar ya que, como es bien sabido por la comunidad científica, la conexión entre el sector privado y los organismos públicos de investigación aún tiene muchas lagunas por subsanar, como es el caso de la falta de información empresarial sobre las actividades llevadas a cabo por los grupos universitarios.
Por otra parte, son varios los científicos que divulgan sus propias investigaciones empleando estrategias que les permitan llegar a un grupo mucho más amplio de personas que las que componen el cerrado círculo de especialistas que habitualmente lee sus artículos científicos. En los últimos tiempos está cobrando gran importancia el uso de la ciencia ficción, el humor o el cine fantástico para divulgar los resultados en los blogs de ciencia una vez publicados en una revista científica de alto índice de impacto. Personajes del comic, superhéroes, o los protagonistas de la trilogía de El Señor de los Anillos han servido a ‘blogueros’ universitarios para explicar las nociones más complejas de la física, bioquímica o la encapsulación molecular. Pues bien, esta manera de divulgar la ciencia, que para muchos ‘puristas’ es una frivolidad, está revolucionando el mundo científico ya que no solo ha logrado ampliar enormemente el abanico de personas a la que están llegando los nuevos avances de la ciencia, sino que también ha dado lugar a colaboraciones inesperadas entre científicos pertenecientes a distintos grupos de investigación que comparten aficiones muy alejadas del método científico.
Pero a pesar de todo lo expuesto no es oro todo lo que reluce en el mundo de la divulgación científica que se realiza desde los blogs universitarios, siendo diversos los problemas que se encuentran los profesionales que trabajan en una universidad y que deciden divulgar la ciencia. En primer lugar, la labor del profesor universitario que divulga tanto sus resultados como los de otros científicos a través de un blog no está por lo general bien vista por parte de la comunidad universitaria. Todos los que tenemos una bitácora personal desde la que practicamos la divulgación hemos escuchado alguna vez cómo se nos acusa por nuestros propios compañeros de invertir en la divulgación científica horas laborales que deberían ser empleadas solamente en tareas docentes e investigadoras, ya que la divulgación científica no pasa para muchos de ser un mero hobby. Esta opinión, mucho más generalizada de lo que en un principio se pueda pensar, crea un ambiente enrarecido que no facilita la labor divulgativa del profesional universitario. Sin embargo, esta actitud que en algunos casos llega a ser despectiva dentro de la propia comunidad universitaria hacia la divulgación científica, y que en mi opinión es fruto en la mayoría de las ocasiones del propio desconocimiento que se tiene del funcionamiento y de la utilidad de los blogs y de las redes sociales, debe cambiar urgentemente por varias razones.
En lo referente a la divulgación de los resultados obtenidos bajo el amparo de proyectos de investigación financiados por fondos públicos, los divulgadores siempre han defendido que la sociedad tiene el derecho a conocer no solamente dichos resultados sino también las posibles utilidades de los mismos. Fruto de esta manera de entender la divulgación científica recientemente una noticia conmocionó el mundo científico.
A partir del año 2014 las investigaciones académicas serán de acceso libre en Reino Unido lo que supondrá un importante avance en el deseado acercamiento entre el mundo académico y la ciudadanía, lo que incrementará el valor social de las investigaciones. De esta forma cualquier persona, empresa, universidad o institución podrá consultar y descargarse cualquier publicación académica financiada con dinero de los contribuyentes de forma totalmente gratuita, sea cual sea su finalidad.
Como decíamos al principio de este artículo, la presión llevada a cabo por numerosos investigadores, que consideraban abusivas las cuotas de suscripción a muchas revistas científicas, ha dado sus frutos a la hora de que los resultados de su trabajo lleguen al mayor número de personas posible. Sin embargo, algunas voces se han levantado en contra de esta medida ya que consideran que el hecho de que el gobierno británico haya tomado esta medida con cargo al presupuesto actual dedicado a la ciencia podría menoscabar la calidad de las investigaciones públicas y reducir su cantidad… pero éste es el camino.
Otro de los problemas a los que se enfrenta el divulgador universitario es el pensamiento casi unánime existente en la comunidad universitaria de que los profesores universitarios que dedican parte de su tiempo a la divulgación científica no deben obtener ningún tipo de reconocimiento académico por ello. A pesar de que la nueva Ley de la Ciencia contempla la promoción de las labores de divulgación, en la actualidad éstas no forman parte de ningún baremo curricular por lo que muchos divulgadores pertenecientes a instituciones universitarias se están replanteando si es rentable el esfuerzo que están haciendo por la divulgación científica.
Sin embargo, y aunque pueda parecer un poco sorprendente, la posición de los divulgadores al respecto del reconocimiento o no de las labores divulgativas no solamente no es homogénea, sino que ha generado en los últimos tiempos un gran debate entre los propios defensores de la divulgación que es conveniente recordar. Utilizando un símil pugilístico, a un lado del ring se posicionan aquellos que consideran que no deben ser los docentes e investigadores los encargados de divulgar los resultados obtenidos por sus grupos de investigación sino que deben ser las Unidades de Cultura Científica (UCC) de las propias instituciones universitarias las que se encarguen de ello. Para los partidarios de esta opción, los universitarios deben centrar todos sus esfuerzos en aumentar la calidad investigadora de la institución y dejar en manos de otros profesionales (periodistas, científicos, etc.) la difusión de sus resultados por lo que las labores divulgativas que realicen los docentes e investigadores no deben tener ningún tipo de reconocimiento ya que no forman parte de sus funciones.
Por otra parte, al otro lado del cuadrilátero nos alineamos aquellos que entendemos que la divulgación debe ser reconocida curricularmente al igual que se hace con otras labores. En los tiempos que corren, con una universidad totalmente burocratizada, labores como la gestión universitaria, la tutorización de alumnos, la dirección de másters y programas de postgrado y muchas otras tareas tienen un reconocimiento en forma curricular, económica o de reducción de carga docente. Pues bien, si estas tareas son premiadas por la máxima institución docente e investigadora, la divulgación científica debería serlo, al menos, de la misma forma.
Además, y en lo referente a la labor de las UCC, una puntualización debe ser hecha. A pesar de que en muchos centros universitarios existen excelentes unidades de cultura científica que se dedican, entre otras cosas, a divulgar los resultados de los grupos de investigación que forman parte de su comunidad universitaria, es evidente que estas unidades solamente pueden hacer llegar al público un mínimo porcentaje de los trabajos publicados por sus investigadores. Estoy absolutamente de acuerdo en que, en una situación idílica, esas unidades u otras agencias externas deberían ser las encargadas de divulgar los resultados obtenidos por los centros de investigación a los que pertenezcan… pero la realidad queda muy lejos de esa situación porque es materialmente imposible que una UCC, formada habitualmente por un grupo muy reducido de personas, la mayoría de ellas no especializadas, pueda divulgar de forma correcta la producción científica de la institución correspondiente.
Concluyo. Durante muchos años la labor investigadora de un universitario se ha centrado en estudiar el estado actual de un tema, formular una hipótesis acerca del mismo, diseñar y realizar una serie de experimentos que confirmaran o descartaran esa hipótesis, escribir los correspondientes resultados y, finalmente, enviarlos a una revista científica especializada esperando que el editor diese el visto bueno a su publicación. Una vez culminada exitosamente esa serie de pasos, el ciclo comenzaba de nuevo su andadura. Sin embargo, ha llegado el momento de incluir definitivamente en esa rueda un nuevo elemento: divulgar a la sociedad los principales resultados obtenidos de forma que el ciudadano pueda entender sus posibles aplicaciones. Los blogs de divulgación científica son una herramienta muy valiosa para conseguirlo y la nueva Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, si cumple lo establecido, será el marco ideal para la consolidación de la divulgación y la difusión de la ciencia. Ya veremos.
El caso L’Oréal
A pesar de que el principal objetivo de la divulgación científica es dar a conocer a la sociedad los nuevos avances producidos en el campo de la ciencia de una forma comprensible para el público en general, otra de las finalidades de la misma es denunciar, y a ser posible enmendar, el mal uso de la ciencia que se produce por parte de determinados grupos de interés. Concretamente, muchos son los sectores industriales que han encontrado en la ciencia, o mejor dicho en el marketing pseudocientífico, un aliado para poder anunciar en sus productos todo tipo de propiedades que, aunque no han sido demostradas científicamente, llegan a confundir al consumidor. Alimentos que previenen y curan todo tipo de enfermedades, cosméticos que prometen la eterna juventud, suplementos deportivos con surrealistas propiedades, muchos son los productos que emplean eslóganes científicos en su publicidad que no se corresponden con la realidad.
Sin embargo, la irrupción en los últimos años de las redes sociales y de los blogs como medio de control de la rigurosidad científica ha supuesto un freno a muchas empresas que, amparándose la mayoría de los casos en la inexistencia de una legislación al respecto, han abusado de la ciencia hasta límites insospechados. Un caso que merece la pena ser citado por la tremenda repercusión que ha tenido es el affaire ocurrido en el año 2012 entre la multinacional de la cosmética L’Oréal y el blog de divulgación científica Scientia, del que me honro ser su autor. En un anuncio de un champú protagonizado por la famosa actriz y cantante Jennifer López, la poderosa empresa francesa denominó proteína a la arginina, un aminoácido que forma parte de los ingredientes del producto anunciado.
Aproveché la oportunidad que me ofrece mi blog para denunciar mediante dos posts este hecho, que aparentemente parece no tener importancia, en el sentido de que consideraba que representaba ni más ni menos una nueva artimaña de las grandes empresas -de ésta en concreto- para contrarrestar una peligrosa tendencia que se ha apoderado de la sociedad española, como es la quimiofobia.
La cada vez más acuciante moda que están empleando algunas empresas para no usar términos relacionados con la química a la hora de anunciar sus productos llevó a L’Oréal a huir del término aminoácido para nombrar a la arginina, ‘elevándola’ a la categoría de proteína, palabra más aceptada que aminoácido por una sociedad donde, infundadamente, los productos naturales son mejor vistos que aquellos procedentes de la química.
Sin embargo, y gracias a la gran difusión que tuvieron en las redes sociales Twitter y Facebook los posts anteriormente citados, la multinacional francesa se vio obligada a cambiar el anuncio en cuestión en el que el marketing pseudocientífico y la quimifobia le habían ganado la partida a la rigurosidad científica, reconociendo en un comunicado en el blog Scientia su error… con lo que quedó demostrado de esta forma la importante labor de vigilancia que se puede hacer desde blogs y redes sociales para que se cumpla el rigor científico.
José Manuel López Nicolás es profesor titular de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Murcia, donde forma parte del grupo de excelencia Bioquímica y Biotecnología enzimática siendo su principal línea de investigación la encapsulación molecular de compuestos bioactivos. Es autor del blog Scientia.
Edición realizada por César Tomé López a partir de materiales suministrados por CIC Network
Joaquín
Estando de acuerdo en lo sustancial, si me gustaría introducir algunas consideraciones en un hipotético debate sobre el tema de la divulgación por parte de los científicos profesionales, más concretamente los profesores universitarios.
Así como la investigación disciplinar y la docencia son inexcusables para el 100% de ellos, no tengo nada claro que la divulgación debiera serlo. Además de la docencia y la investigación los profesores de universidad tenemos una amplia gama de posibilidades para completar nuestro servicio a la sociedad: tutorización de programas internacionales (Erasmus y similares), colaboración con empresas establecidas, creación de empresas nuevas (spin-offs o eibt’s), apoyo a emprendedores, participación en títulos propios, en actividades interuniversitarias (torneos de debate, de deportes, etc.), escritura de libros (docentes, de investigación, de opinión, incluso ficción), no sigo, porque la lista es interminable. No todos hemos de hacer todo (aunque no debería haber nadie sin hacer alguna), y la divulgación es una más de la lista. En orden de magnitud hay 100000 investigadores profesionales en España, ¿de verdad sería de utilidad social que todos mantuvieran un blog de publicación cuando menos semanal?
En la misma línea, tampoco tengo claro que haya de darle un valor curricular importante a esta tarea, de la misma manera que no la tienen la mayoría de las cosas de la anterior lista. Como profesores nos quejamos de que nuestros estudiantes no le dedican tiempo a nada que no entre en el examen, que no amplían conocimientos y que no se forman como auténticos intelectuales, que es lo que uno esperaría de un universitario. Apliquémonos el comentario a nosotros mismos. Es verdad que muchos compañeros no harán divulgación si no se les remunera por ello de forma que vean a priori el interés de ese esfuerzo. Probablemente la divulgación que harían esos compañeros fuera totalmente prescindible.
Antonio
Al hilo de todo esto, ¿la nueva Ley de Propiedad (sic) Intelectual afectará a los blogs científicos? Si hay que pagar por cada enlace bibliográfico, la mayoría de los blogs tendrá que echar el cierre, supongo.
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Francisco Javier
Gracias Jose Manuel L. N. por tu trabajo y aportación a la Ciencia en España y en el Mundo.
Me alegra saber de ti.
Un fuerte abrazo
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