Las plumas estaban en los dinosaurios desde el principio

Naukas

Kulindadromeus zabaikalicus. Ilustración de Andrey Atuchin
Kulindadromeus zabaikalicus. Ilustración de Andrey Atuchin

Por fin, tras meses de expectación, aparecen en Science los rumoreados dinosaurios emplumados de Siberia; unos fósiles que confirman la hipótesis más «radical» de las barajadas hasta ahora sobre el origen de las plumas, con serias implicaciones sobre el hipotético aspecto de los dinosaurios y consecuencias para su reconstrucción e ilustración.

Son pequeños herbívoros bípedos, de escasos 1,5 metros de largo contando una larga cola, de una nueva especie jurásica: Kulindadromeus zabaikalicus. Godefroit y compañía, autores del trabajo*, describen en estos fósiles tres tipos de escamas distribuidas por las extremidades y la cola y tres tipos de estructuras «semejantes a plumas» cubriendo la mayor parte del cuerpo de los animales.

Las escamas son interesantes, especialmente las placas imbricadas a lo largo de la cola, pero centrémonos en el «plumaje». En primer lugar, el Kulindadromeus poseía filamentos simples, como pelos finos y cortos, cubriendo la cabeza, el tórax y la espalda. En segundo lugar, en el brazo (en la zona del húmero) y en la pierna (fémur) aparecen estructuras más complejas. Son haces de fibras cortas, y cada uno de estos haces nace de una especie de placa. Estas placas se distribuyen separadas unas de otras siguiendo un patrón hexagonal. El tercer tipo de estructura aparece también en la pierna pero en la zona de la tibia, y es la más parecida a una pluma típica; se trata de grupos de «cintas», cada una de ellas aparentemente con un eje central y filamentos paralelos.

Bueno, ¿y qué? Ya sabíamos que, dejando aparte las aves, algunos dinosaurios tenían plumas, o cosas semejantes a plumas, o estadios evolutivos intermedios en la evolución de las plumas. Pues este pequeñajo de Siberia es simplemente otro dinosaurio emplumado de esos que han ido apareciendo durante los últimos 18 años, ¿no?

Es más interesante que eso. El Kulindadromeus es un ornitisquio. Es decir, de los dos grandes grupos en los que se dividen los dinosaurios (saurisquios y ornitisquios), pertenece justo al grupo en el que no surgen las aves. Evolutivamente hablando, está muy alejado de las aves; está más emparentado con un Triceratops, un Stegosaurus, un Iguanodon o un Ankylosaurus (por mencionar a los más conocidos) que con los emplumados velocirraptores que, por cierto, tan penosamente obsoletos van a quedar en la nueva entrega de Parque Jurásico. En el árbol de los dinosaurios ornitisquios, el Kulindadromeus ocupa una posición basal, una rama baja. Es, además, de aspecto primitivo; los primeros dinosaurios ornitisquios se parecían más a él que a cualquier famoso gigante cuadrúpedo con cuernos o escudos.

Ya conocíamos otros ornitisquios con filamentos en la piel: el Psittacosaurus, esencialmente escamoso pero con largos «pelos» flexibles sobre la cola, y el Tyanyulong, gran sorpresa del 2009, cubierto de gruesos filamentos simples. Pero no estaba claro que esas fibras tuvieran algo que ver con las plumas. Al presentarse en dinosaurios tan alejados de las aves, podría tratarse de un invento evolutivo independiente. El Kulindadromeus echa abajo esa hipótesis gracias a su complicación tegumentaria. Que los filamentos simples surjan dos veces puede aceptarse a regañadientes, pero en el caso de las estructuras más complejas no se justifica defender sin pruebas una evolución duplicada.

Por tanto, la navaja de Occam nos obliga a pensar que las plumas con distintos niveles de complejidad aparecen muy temprano entre los dinosaurios, antes de que se separasen saurisquios y ornitisquios y antes de que evolucionaran la inmensa mayoría de los dinosaurios conocidos. Quizá mucho antes de que surgieran los primeros dinosaurios, ya que sus primos los voladores pterosaurios también presentan cobertura pilosa.

Es cierto que, aunque todos los dinosaurios desciendan de ancestros con plumas, varios linajes posteriores pudieron haberlas perdido del todo. Especialmente si, por su gran tamaño, no las necesitaban para conservar el calor corporal. Sin embargo, sabemos por los fósiles del tiranosauroide Yutyrannus que se puede lucir un enorme corpachón de 9 metros de largo y, al mismo tiempo, un magnífico abrigo de protoplumas.

Hay pocos fósiles de piel de dinosaurio y los que hay suelen ser fragmentos no extrapolables a todo el cuerpo. La piel y su cobertura se desconocen en la inmensa mayoría de las especies, y en general los paleoartistas las han dibujado exclusivamente escamosas o con una apariencia vagamente elefantina. El Kulindadromeus nos dice, sin embargo, que la piel mixta, emplumada + escamosa, no fue una rareza tardía de cierto linaje sino que era probablemente el aspecto «por defecto» de los dinosaurios.

Este post ha sido realizado por @Paleofreak y es una colaboración de Naukas con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.

*Pascal Godefroit, Sofia M. Sinitsa, Danielle Dhouailly, Yuri L. Bolotsky, Alexander V. Sizov, Maria E. McNamara, Michael J. Benton & Paul Spagna (2014) A Jurassic ornithischian dinosaur from Siberia with both feathers and scales. Science 345( 6195): 451-455 DOI: 10.1126/science.1253351

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