Si una especie fuera a extinguirse y tomara conciencia de ese cierto futuro, quizá, antes de su final, trataría de hacer saber a otras posibles criaturas inteligentes de su planeta o de otros mundos que un día estuvieron ahí. Puede que intentaran legar algo de su conocimiento e incluso, si las saben o las sospechan, las causas de su desaparición. Decir a quienes eventualmente pudieran oírles, que durante milenios, los hijos de los hombres nacieron, crecieron, avanzaron, descubrieron y evolucionaron en un planeta que les dio posibilidades de hollar su superficie. Aunque no era esa su intención, la placa a bordo de las Pioneer diseñada por Carl Sagan bien podría cumplir la función de epitafio si desapareciéramos mañana.
Y si tal cosa ocurriera, y en la Tierra con el paso del tiempo apareciera una nueva especie humana inteligente que nos reemplazase, pudiera darse el caso de que sus científicos encontraran en el interior de una cueva del sur de la península ibérica, pegada al mar, una estratégica elevación del terreno en medio de dos galerías casi en el punto más alto de la cueva, y sobre una piedra que sobresale unos centímetros del suelo, en un lugar hechas para ser vistas, grabadas unas marcas simétricas, unas líneas paralelas que se cortan con otras perpendiculares, en forma de rejilla, como si fuera un tres en raya, y entonces comprendieran que no eran los primeros humanos sobre el planeta.
La situación ya ha ocurrido. Unas marcas descubiertas en el suelo de la caverna de Gorham, en Gibraltar, bien podrían ser el adiós de los miembros de una tribu, el último intento de congraciarse con el Cosmos, ante la lenta pero inexorable pérdida de individuos, o la firma, la huella del neandertal que decía “Yo estuve aquí” y se resistía a desaparecer sin dejar un rastro de su existencia a otros seres del futuro. A nosotros, aunque ellos no lo supieran entonces.
En realidad no sabemos qué significan o cuál era el uso que daban a esas líneas, pero en todo caso, sugieren la capacidad de su autor de tener y expresar pensamientos puramente simbólicos. Además, nos han dejado una pista de su autoría. El dibujo es simétrico, o por lo menos busca la simetría. Y ese es un rasgo muy humano.
Tanto, que hasta ahora se debatía si propio, en exclusiva, del humano moderno y por lo tanto no aplicable a otros humanos como los neandertales. Tras este descubrimiento, la de Gorham constituiría el primer ejemplo y la prueba definitiva de la capacidad de abstracción de los neandertales. Como resumía el director del Instituto Catalán de Paleoecología Humana (IPHES), Eudald Carbonell, “es muy importante reconocer que no somos la especie elegida”.
El grabado
Según la descripción de los autores del estudio en su artículo publicado en PNAS, el grabado, de unos milímetros de profundidad, tiene unos 39.000 años, una antigüedad que descarta la autoría de los humanos modernos que aún no habían alcanzado esa zona de la península ibérica, y se encuentra en una zona plana situada en el centro de una plataforma natural de roca, de un metro cuadrado y elevada unos 40 centímetros sobre el suelo de la cueva.
Cubre una superficie de aproximadamente 300 centímetros cuadrados y está compuesto por 8 líneas profundas, formando un patrón de entrecruzamiento incompleto y atravesado oblicuamente por dos grupos de dos y tres líneas más cortas y delgadas.
La conservación del grabado hasta nuestros días ha sido posible por la acumulación de sedimentos sobre él, al menos 40 centímetros, que han hecho las veces de pantalla protectora.
La datación del nivel IV, donde se ha localizado el grabado, ha traído consigo otra polémica sorpresa. Según el método del radio carbono, ese nivel Neandertal estaría entre los 38.500 y los 30.500 años, es decir, que la cueva de Gorham podría ser también el último reducto de supervivencia Neandertal tardía en el sur de Iberia.
¿Arte Neandertal?
Algo que también parece propio de la especie humana es preguntarse por el significado de las cosas, y el caso del grabado de Gorham no ha sido una excepción.
Los intentos de replicarlo, basados en la arqueología experimental, han llevado a los investigadores a decir que el trabajo fue realizado concienzudamente mediante el paso repetido y cuidadoso de robustas puntas o filos líticos hasta conseguir las formas geométricas.
Distintos autores del Cuaderno de Cultura Científica han reflexionado ya sobre el arte y su relación con otras ciencias. Raúl Ibáñez, nos proponía, visitar los museos también en clave matemática, y recientemente en un curso de verano de la Universidad del País Vasco, organizado por Marta Macho, co-autora de la sección Matemoción, artistas, matemáticos y poetas fueron sistemáticamente cuestionados por el público acerca de la belleza.
Lo bello, mucho tiempo después de las marcas de Gorham, en la arquitectura civil de la antigua Roma sobre todo si estaba destinada a los ricos, estaba asociado, entre otros, a conceptos como, precisamente, el de simetría.
Jordi Rosell, uno de los autores del estudio, investigador docente de la Universidad Rovira y Virgili y adscrito al IPHES, cuenta que uno de los miembros del equipo aseguraba que lo realmente importante es la constatación de que los neandertales pensaban en líneas y ángulos rectos. “Y ese es un esquema matemático que es tremendamente sugerente. No sé si es arte o no lo es, pero en cualquier caso están transmitiendo un código, un símbolo, una señal que tiene repercusión más allá del tiempo”.
Adelanta Rosell, que el trabajo más interesante empieza ahora, cuando el grabado sea visitado por expertos en arte y simbología prehistórica. “Ellos le pueden sacar más punta y quizá sean capaces de decirnos, si no el significado real de este símbolo, sí al menos darnos más datos sobre él, porque cuanto más sentido de modernidad le damos a estos homínidos, cuanto más se parecen a nosotros, más misteriosa se vuelve su desaparición. Mi pregunta ahora es la siguiente: ¿Por qué se extinguieron ellos y no nosotros?”.
Referencias:
Joaquín Rodríguez-Vidala, Francesco d’Errico, Francisco Giles Pacheco, Ruth Blasco, Jordi Rosell, Richard P. Jennings, Alain Queffelec, Geraldine Finlayson, Darren A. Fa, José María Gutiérrez López, José S. Carrión, Juan José Negro, Stewart Finlayson, Luís M. Cáceres, Marco A. Bernal, Santiago Fernández Jiménez, and Clive Finlayson. “A rock engraving made by Neanderthals in Gibraltar”. PNAS September 2, 2014.doi: 10.1073/pnas.1411529111
Fernández Vega, Pedro Ángel. La casa romana. AKAL. Madrid. 2003.
Sobre los orígenes del Arte, Zientziateka de Marcos García, profesor del departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología de la UPV/EHU e investigador del Grupo de Investigación de Prehistoria del Gobierno Vasco-UPV/EHU. .
Esta anotación ha sido realizada por Javier San Martín, (@SanMartinFJ) (@ACTIVATUNEURONA) y es una colaboración de Activa Tu Neurona con el Cuaderno de Cultura Científica.
arat
Especulando, me parecen líneas con objeto de hacer un mapa genealógico, así que de alguna manera también buscarían dejar un legado, aunque en este caso más dirigidas a sobrevivir a la muerte de la persona más que a la de la especie.
JULIO FABIAN BASOALTO SAN JUAN
Excelente hallazgo, cuantas ideas y paradigmas emergen en nuestras mentes, mi primer pensamiento es trasladar el dibujo al espacio exterior de la cueva y tal vez descubrir hallazgos interesantes, en segundo término que profundidad posee la cueva y si tal vez en sus profundidades hallar mas testimonios, si el suelo es rocoso observar cada paso. Un saludo desde Bs As. Lic Basoalto Graduado en Evolución Humana Pasado y Futuro (Universidad de Wisconsin)
Jesus Las Comas
Cuatro pares de rallas grabadas sobre piedra, desnudan de casi todo lo que la mayoria de la gente creia saber, arrojando respuestas a los pocos que teniamos ciertas preguntas prohibidas. Fantastico !
sargentopez
A mi me parecen muescas propias de afilar objetos. He visto cosas parecidas más cercanas y mundanas. No veo más muestra de arte que en la tabla de cortar de mi cocina.