Cuando la montaña era mar

Fronteras

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Foto: geoturismo.es

Entre las leyendas, en ocasiones no lo son, que las personas mayores de algunos pueblos del interior cuentan con cierta asiduidad, está la de que en la iglesia, generalmente bajo el altar mayor, hay túneles que salen de la población y que usaron los combatientes en la guerra civil. Los más osados llevan el uso de esos túneles hasta épocas mucho más tardías, como la medieval. Incluso, dependiendo de la confianza adquirida con los interlocutores, todavía es posible remontarse más atrás en el tiempo. Los arqueólogos de campo cuentan como hace no tanto, no era extraño llegar a uno de aquellos pueblos y encontrarse en plena excavación con alguno de estos guardianes de la memoria que indicaban lugares, más o menos precisos, donde era posible localizar restos romanos.

La anécdota, referida por Alfredo Pérez-González, director del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana (CENIEH), ilustra la complejidad de la percepción del tiempo: “Cuando les decías que trabajabas buscando fósiles de hace 200 o 300 o 400 millones de años, te respondían que ahí, hace años, había un yacimiento romano, es decir, te contestaban con algo inmediato”.

La misma idea era expresada en Activa Tu Neurona Radio Nº 10 por José María Rodríguez Ponga, secretario del patronato de la Fundación Atapuerca: “El tiempo que sentimos no pasa de un siglo. Todos conocemos a personas de nuestro entorno próximo que se han acercado al siglo, y ese es un periodo de tiempo que somos capaces de interiorizar, de sentir. 500 años, sabemos racionalmente cuanto es, cinco veces eso, pero no lo interiorizamos. 5.000 años desde luego no lo interiorizamos…y un millón de años es completamente imposible de interiorizar. Así que 2.000 años nos parece algo muy lejano en el tiempo, pero en realidad está ahí mismo”.

Comosentenciaba el director del CENIEH “la geología no es fácil de comprender. La gente, aunque no tenga ni idea, habla de política, de religión,…pero de geología no habla”.

Así que, encontrarse con conjuntos de pequeños fósiles marinos en forma de caracol, en plena meseta castellana, a más de 700 metros de altitud, no deja de ser una sorpresa, que te lleva a mirar alrededor con cierta incredulidad y a preguntarte, dónde está el mar, y cómo es posible que se haya retirado más de 300 kilómetros desde ese lugar.

Base del depósito de tsunami con los moldes de las huellas de dinosaurios
Base del depósito del tsunami con los moldes de las huellas de dinosaurios

Una sensación parecida es que la que cualquier viajero experimenta cuando llega a algunos parajes de Aragón, como al pliegue de Aliaga que se muestra en la primera fotografía. Hace 128 millones de años, la zona de Aliaga-Miravete, en el actual Maestrazgo turolense, era una franja costera con una barra de arena que la separaba de mar abierto, lo que se conoce en geología como una isla-barrera. Entre las ondulaciones del terreno, que se retuerce sobre sí mismo y las formas desnudas y caprichosas de los riscos contemporáneos, no cuesta mucho imaginarse a aquellas criaturas gigantes, conocidas genéricamente como dinosaurios, camino de algún río o escondida laguna donde saciar su sed.

Entre las icnitas, es decir huellas, en este caso de dinosaurios, que los investigadores han localizado en ese lugar, se encuentran las de ornitópodos- literalmente pies de pájaro- o saurópodos – dinosaurios con pie de reptil.

Lo más llamativo del artículo recientemente publicado en Sedimentary Geology, sin embargo, no es el hallazgo en sí de estas pisadas de animales, sino la constatación de cómo se han conservado hasta nuestros días.

La investigadora principal Rocío Navarrete junto a Carlos Liesa, ante una huella de ornitópodo.
La investigadora principal Rocío Navarrete junto a Carlos Liesa, ante una huella de ornitópodo.

Los investigadores, encabezados porRocío Navarrete,del área de estratigrafía de la Universidad de Zaragoza han concluido que un gran tsunamiafectó a lo que hoy es la provincia de Teruel hace 128 millones de años, fosilizando cientos de huellas de dinosaurios, que forman el yacimiento de icnitas de mayor extensión conocido en Europa. Las huellas están ubicadas a lo largo de más de 7 kilómetros tierra adentro de lo que entonces era la costa, y en realidad son contramoldes, es decir, que aparecen en relieve sobre la roca arenisca.

Las distintas características litológicas que surgen de la formación y transformación de la base rocosa han llevado a los científicos a concluir que el origen del depósito pudo ser un tsunami multi-episódico.

Así, la geología confirma que hubo, al menos, cinco incursiones marinas en las que el tren de olas asociado al tsunami fue erosionando repetida y progresivamente la isla barrera arrastrando gran cantidad de granos de arena varios kilómetros hacia el interior, que se fueron sedimentando principalmente durante los periodos de los respectivos reflujos.

Aunque se han propuesto varias posibilidades como causantes del tsunami, los geólogos se decantan por un terremoto en mar abierto como el responsable de la sucesión de tsunamis que golpearon el margen oriental de la costa de entonces y probablemente también de atrapar a algún dinosaurio, aunque como adelantan los investigadores “todavía no ha sido encontrado”.

Referencia:

Navarrete, R., Liesa, C.L., Castanera, D., Soria, A.R., Rodríguez-López, J.P., Canudo, J.I. (2014). «A thick Tethyan multi-bed tsunami deposit preserving a dinosaur megatracksite within a coastal lagoon (Barremian, eastern Spain)» Sedimentary Geology 313, 105-127. doi:10.1016/j.sedgeo.2014.09.007.

Esta anotación ha sido realizada por Javier San Martín, (@SanMartinFJ) (@ACTIVATUNEURONA) y es una colaboración de Activa Tu Neurona con el Cuaderno de Cultura Científica.

4 comentarios

  • Avatar de Julen

    Mi madre nación en un pueblo del interior de Cantabria. Muy del interior. Limítrofe con Palencia. Cerca de ese pueblo pasa un río, de nombre Polla, afluente del Ebro. Y cerca de ese río, de pequeña, jugaba con sus amigas a buscar «pollas», que no eran otra cosa que unas pequeñas piedrecillas que llamaban la atención por ser todas muy parecidas entre ellas y parecer estar talladas formando estrías.

    Un verano, paseando por la zona referida me volvió a contar la historia de las «pollas» y nos pusimos a buscarlas. ¡Y encontramos algunas! Y resulta que esas piedrecillas no eran sino bivalvos fósiles parecidos a berberechos. No sé si aquellos bivalvos eran de agua dulce, pero yo desde entonces siempre me he imaginado aquel valle cubierto de agua salada, lleno de fauna marina, con bivalvos depositándose en un fondo marino que ahora es el suelo de un valle del sur de Cantabria.

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