¿Cuándo es noticia la ciencia?

Fronteras

cuando la ciencia es noticia

Hemos hablado por activa y por pasiva sobre la necesidad de comunicar la ciencia fuera de sus nichos naturales de actuación. Es necesario, vital e imprescindible que la ciencia (igual que la historia, la literatura, el arte o la música, pero esa es una batalla perdida) esté presente en los medios de comunicación generalista y llegue a ese público que no se acerca a los canales científicos.

Esta necesidad no implica, ni mucho menos, que TODA la ciencia deba aparecer en los medios de comunicación. De hecho, hay muchísimas noticias relacionadas con la ciencia cuyo ámbito de interés debe ser circunscrito exclusivamente al mundo académico o profesional.

Todos estamos de acuerdo entonces en que son necesarias las noticias de ciencia y en que hay ciencia que no puede ni debe comunicarse a la sociedad, pero ¿cómo saber si lo que investigo o aquello sobre lo que trabajo es susceptible de ser material de pieza en un informativo, entrevista en una radio o artículo en un periódico?

Obviamente, el criterio para decidir si una información relacionada con la ciencia es o no noticiable no es científico, es periodístico y, obviamente también, discutible. En nuestros días el criterio periodístico está sujeto además, mejor dicho constreñido, a conseguir clics, retuits, followers, comentarios, y a la necesidad ser compartido en redes, lo que ha introducido otra serie de variables a mi modo de ver muy perjudiciales para la comunicación de la ciencia y para el periodismo en general.

¿Qué criterios hacen que mi información sea susceptible de ser noticia?

La novedad es la esencia de cualquier noticia. Cualquier información nueva o desconocida hasta el momento asegura el interés por parte de los medios. Si esa información, además de ser nueva, supone un impacto (presente o futuro) en la vida diaria, aumentan sus posibilidades de conseguir espacio en las noticias.

La actualidad es otro factor a tener en cuenta y esa actualidad puede referirse a acontecimientos que estén ocurriendo en el momento de comunicarse la información científica o a un descubrimiento o a algo que puede parecer más frívolo, como la época del año. Así, por ejemplo, la instalación o mejora de un nuevo telescopio tiene más posibilidades de ser noticiable si coincide con algún tipo de lanzamiento de la NASA o la ESA, y las informaciones sobre el cáncer de piel son más habituales en verano, por la exposición al sol.

La controversia es un valor codiciado por los medios de comunicación, por lo que cualquier noticia que pueda titularse de manera llamativa en oposición a la creencia general tiene casi asegurado un hueco en prensa.

La apariencia es importante. Informar sobre un aterrizaje en un asteroide, la llegada del Curiosity a Marte, el deterioro de las barreras de coral o el nuevo exoesqueleto que ha permitido andar a un niño serán más noticiables por la posibilidad de acompañar la información con imágenes y vídeos interesantes que capturen la atención del público, en comparación, por ejemplo, con la solución a un enigma matemático o una información sobre teoría de física cuántica. Esto puede gustarnos o no, pero una imagen vale más que mil palabras y también se aplica a las noticias científicas.

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¿Qué NO es noticia?

La ciencia avanza despacio, muy despacio; cualquier descubrimiento, cualquier confirmación de una hipótesis o teoría lleva años, décadas incluso. Durante todo ese tiempo los avances que se van produciendo, los pequeños pasos, son importantes y necesarios, pero no son noticia. Este desconocimiento, por parte de casi todo el público, del «tiempo de la ciencia» ha transmitido la errónea sensación de que la ciencia es más una cuestión de inspiración, de momento «eureka» por parte de los científicos, pero aún así los progresos graduales de la ciencia no son noticia.

Las mejoras tecnológicas en métodos o técnicas científicas tampoco tienen interés para los medios. Es evidente que dentro de su campo su impacto puede ser, y de hecho lo es, fundamental para la mejora del conocimiento y para conseguir resultados mejores, más rápidos o más precisos, pero el camino no interesa a los medios.

En ciencia, en el método científico, la confirmación de teorías, hechos o descubrimientos, la repetición de experimentos que consigan reproducir resultados anteriormente conseguidos son muy importantes. Constituyen la prueba de que ese avance o teoría es cierta… pero tampoco esa confirmación es noticia.

Por la misma razón, los trabajos científicos que reúnen los últimos resultados en un campo de la ciencia o de las últimas publicaciones no interesan como noticia. Son fundamentales para investigadores, expertos y público especializado, pero no para los medios ni para su público.

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Todos estos criterios, tanto los favorables a hacer una información científica como los desfavorables a conseguir que la ciencia ocupe un espacio en los medios, pueden ser y de hecho son discutibles, pero son los que hay. Hasta que vayan cambiando, y no tengo claro que esto vaya a ocurrir ni que ese cambio sea a mejor, lo único que puede hacer la ciencia, y que yo creo debe hacer, es aprovecharse de ellos. Pensar ¿cómo puedo hacer que mi información sea atractiva para los medios? Y hacerlo.

No se trata de enmascarar, esconder, engañar o deformar la ciencia para ajustarla a los medios, sino de pensar en ella de otra forma, pensarla desde fuera, no con un criterio científico sino con el del público al que quieres llegar.

Sobre la autora: Ana Ribera (Molinos) es historiadora y cuenta con más de 15 años de experiencia en el mundo de la televisión. Es autora del blog Cosas que (me) pasan y responsable de comunicación de Pint of Science España.

6 comentarios

  • […] Hemos hablado por activa y por pasiva sobre la necesidad de comunicar la ciencia fuera de sus nichos naturales de actuación. Es necesario, vital e imprescindible que la ciencia (igual que la historia, la literatura, el arte o la música, pero […]

  • Avatar de Antonio Sánchez

    Gracias por el artículo. El tratamiento que hace de la mercadotenia de la ciencia me parece excelente. También es verdad que echo en falta un criterio básico más para hacer noticiable a la ciencia. Se trata, esta vez, de ese lado oscuro y no tan limpio de la ciencia que la aparta de esa imagen de pureza y justicia aparentes y la convierte en presa del clientelismo del momento y del interés económico y político de la coyuntura histórica. En este sentido, no comprendo la investigación sin saber quien la financia.
    Por otro lado, sí veo que la tarea divulgadora debería proponerse una tarea social prioritaria de contrapoder en España. Estoy pensando en su lucha contra el pensamiento mágico que existe en nuestras vidas y que todavía tiene peso en nuestra sociedad como rémora de otros tiempos más medievales (creo que esto va seguir siendo de interés político en estos tiempos que se avecinan). El pensamiento científico todavía se considera un punto de vista endemoniado sin alma ni corazón que no comprende la idiosincrasia de las capas más populares de la gente. O como ese conocimiento elitista sólo al alcance de los poderosos. O como ese temor informe a modo de la deidad gótica que desde los cielos lo controlará todo. Sin embargo, pienso que con este pensamiento científico se hacen muchos avances y desarrollos humanos. Tan solo insisto en resaltar ese otro lado que se utiliza también para conquistar pueblos, servir a los poderosos, engañar, y si me apura, hasta para ganar elecciones.
    Creo que sigue quedando por hacer en un terreno cercano y cotidiano de la vida de cada español. Ahí es donde me parecería importante evidenciar el diálogo entre el pensamiento mágico y el pensamiento científico.

  • Avatar de Juan R

    Completamente de acuerdo con lo expuesto. Creo que se pretende demasiado con salir en los medios por parte de los científicos y los gabinetes de prensa de los centros de investigación, claro. Y es debido a que se cumplen pocas premisas o condiciones del panel verde y muchas del panel rojo en un gran porcentaje de trabajos científicos publicados.

    Sin embargo y como he expresado en otras ocasiones, sería también oportuno recordar a los periodistas de ciencia cuándo un artículo en determinada revista No es noticia. Y que no siempre se deben dejar encandilar por el titular, o el resumen del artículo, sin considerar las normas de línea editorial (la calidad de la revista donde se publica), y el contenido real más allá de lo que la nota de prensa y e incluso la entrevista con el científico explique.

    Y es que debido al boom de la sección de ciencias en los periódicos (sean de la calidad que sean tanto la ciencia que se cita como el periódico en cuestión) ahora se consume ciencia y ello lleva a que se requieren “titulares”. En ese sentido se puede ver que las 5 últimas condiciones que se proponen en el panel verde “cuando es noticiable”, la pueden cumplir un montón de artículos de ciencia que estarían al mismo tiempo cumpliendo todas las del panel rojo, “cuando No es noticiable”. Y entonces ¿cómo acierta el periodista?.

    Un ejemplo lo tenemos hoy mismo en ABC. Se pone la noticia de sobre el diseño de una proteína beta-amiloide artificial para mejorar el estudio de Alzheimer. Así que una cosa así, está relacionada con la actualidad, podría afectar a la vida diaria, es atractiva etc.. pero al mismo tiempo: es un simple avance gradual (y dudoso diría yo) del conocimiento, solo mejora un modelo, confirma algo conocido, etc.

    ¿Cuál es la razón por la que un artículo puede cumplir condiciones de los dos paneles? Y en tal caso, tiene que decidir el periodista si es material para un artículo o no… ¿cómo lo decide?. ¿Cómo pone en la balanza o qué balanza utiliza el periodista para determinar el peso de las condiciones del panel verde versus panel rojo, cuando se cumplen algunas de cada panel?.

    La mayoría de los artículos que cumplen condiciones para los dos paneles están en revistas como la que contiene el ejemplo de arriba que hoy proporciona ABC, se trata de la revista Scientific Reports, cuyas normas editoriales calcan las 4 primeras condiciones del panel rojo, y solo exige que en métodos y técnicas el trabajo sea impecable. Otras revistas como Plos One y todas las Frontiers, utilizan las mismas condiciones editoriales. Es una forma de enganchar trabajos de investigadores que necesitan publicar rápido y fácil. Los trabajos que se publican son respetables hasta donde cumplen el criterio editorial (aunque además he encontrado algunos buenos y muy buenos en esas revistas, pero solo algunos…), pero la calidad es la que es, y la capacidad de ser noticia se queda en el titular, simplemente. ¿Ese titular es el que luego engancha al periodista para lanzar su noticia?.

    Claramente, se está abusando de sacar noticias y titulares de estas revistas científicas,. Claro! Se necesitan titulares para la maquinaria que ahora consume ciencia, pero se aporta poco, muy poco a la sociedad si lo que aparece en un artículo periodístico procede de artículos con un nivel en ciencia que no es exigente (insisto, si respetable por cuanto es el trabajo de un grupo de investigación y no pongo en dudas la profesionalidad, otra cosa son los resultados). Casi sería un engaño destacar en los periódicos estos trabajos como “avances” e “interés para conseguir la cura de enfermedades”.

    La autora de este artículo acierta en la idea de que no toda ciencia es noticia y aporta criterios. ¿Sería mucho pedir un artículo semejante en el que se ilustre a los periodistas científicos sobre la importancia de las fuentes, sobre el criterio que deben tener sobre resultados y no solo sobre el discurso que el científico tiene sobre su trabajo?. Leyendo los artículos periodísticos de ciencia se observa que el discurso del investigador es correcto en general, pero la entrevista viene a raíz del artículo científico que por el contrario no sujeta con resultados el discurso del autor. ¿Está el periodista preparado para distinguir estas cuestiones?.

    Pido perdón por adelantado si cuestionar el trabajo de profesionales del periodismo científico crea dudas sobre eso precisamente, la profesionalidad. No es la intención. Pero si poner de manifiesto que si bien el trabajo científico está revisado y criticado desde muchos flancos, los propios científicos, las agencias de financiación, la opinión pública, el periodista, el divulgador, etc., el trabajo del periodista científico una vez llega a la opinión pública es casi un texto sagrado. Y ello puede tener consecuencias importantes en la opinión pública tanto sobre el avance de la ciencia como sobre los límites (que cada tiempo tiene) de la ciencia. Es más, actualmente ya hay periodistas científicos que “crean opinión” y cuyo criterio es intocable, y las ideas que transmiten indiscutibles. Y esto último, sinceramente, es mucho más grave intentar que un artículo científico sea noticiable, aunque no sea todo lo sexy que requiere la prensa científica.

    Insisto en lo adecuado de este artículo y propongo a la autora la cuestión sobre el criterio que sigue el periodista para transmitir “calidad” en contenidos e ideas a la sociedad.
    Y para finalizar otra cuestión, en el periodismo de política hay uso y abuso de la opinión periodística, el periodista tiene capacidad no sólo de contar lo que sucede sino de interpretarlo a su gusto y contarlo así. En política todo es opinable. Pero ¿puede este mundo de la opinión trasladarse al periodismo científico?.

    Saludos.

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