Inmunoterapia contra el cáncer

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2014 será recordado por haber sido el año en que se aprobaron los primeros tratamientos de inmunoterapia contra el cáncer. La palabra inmunoterapia hace referencia a la inmunidad y, por lo tanto, al dispositivo responsable de hacerla efectiva: el sistema inmunitario. Éste es el que nos protege de las enfermedades. Por ello, ha de ser capaz, en primer lugar, de identificar a los agentes agresores, para lo que debe diferenciarlos de las células y estructuras normales del organismo. Y una vez que los ha identificado, los destruye o, al menos, lo intenta.

Normalmente asociamos el funcionamiento del sistema inmunitario con los agentes infecciosos. Sin embargo, no sólo nos protege de microbios patógenos, sino que también nos defiende de las células tumorales, aunque esta función sea escasamente conocida. Y gracias a ciertos elementos de ese sistema muchas de esas células son destruidas, evitándose así la proliferación celular característica del cáncer. En ocasiones ocurre, sin embargo, que las células cancerosas consiguen evadir su ataque. Al fin y al cabo, esas células no son elementos ajenos, no son invasores, sino que son nuestras propias células y por lo tanto, su identificación como elementos peligrosos y posterior destrucción no resulta tan sencilla. A eso se debe que en ciertas ocasiones el sistema inmunitario no sea capaz de controlar la expansión tumoral.

Hace ya mucho tiempo se empezó a considerar la posibilidad de diseñar tratamientos contra el cáncer que actuasen ayudando a nuestras propias defensas a realizar mejor su tarea, pero hasta fechas recientes los resultados de las investigaciones en esa dirección habían sido poco prometedores. Las cosas, sin embargo, han empezado a cambiar. A partir de investigaciones iniciadas y lideradas por la norteamericana Suzanne Topalian, el pasado mes de julio las autoridades japonesas aprobaron un tratamiento para combatir melanomas avanzados, tratamiento que ayuda a los linfocitos T en su tarea de identificar las células tumorales y destruirlas. Dos meses después las autoridades sanitarias de los Estados Unidos aprobaron otro fármaco del mismo tipo, y lo más probable es que esos u otros similares lleguen poco a poco a otros países.

Los pruebas clínicas cuyos resultados favorables han conducido a la aprobación de estos tratamientos se realizaron en 2013 y por esa razón la revista Science consideró a la inmunoterapia contra el cáncer como el descubrimiento científico de ese año. En éste, sin embargo, ha sido la revista Nature la que ha incluido a la doctora Topalian como uno de los diez personajes científicos de 2014, y lo ha hecho precisamente porque ha sido este año cuando se han aprobado los tratamientos cuyo desarrollo ella ha liderado.

La inmunoterapia seguramente no estará exenta de problemas, contraindicaciones y efectos secundarios, pero por su especificidad -sólo ataca a las células cancerosas- puede llegar a ser más efectiva que la quimioterapia –que, no lo olvidemos, se basa en el uso de agentes químicos de acción inespecífica- y no tendrá los devastadores efectos de ésta. Es un gran logro, por supuesto, pero conviene no perder de vista que el cáncer no debe ser considerado como una única enfermedad con la que podrá acabarse mediante un único tratamiento omnipotente. Hay muy diferentes tipos de cáncer y lo que en unos casos funciona no tiene por qué ser efectivo en otros. Sigue siendo necesario, por tanto, hacer más investigación científica y hacerla en diferentes frentes y recurriendo a distintas estrategias. En las terapias contra el cáncer se ha avanzado mucho en las últimas décadas pero todavía queda por delante un largo camino por recorrer. Y ni siquiera podemos afirmar que ese camino vaya a tener un final.


Sobre el autor: Juan Ignacio Pérez (@Uhandrea) es catedrático de Fisiología y coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU

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Este artículo fue publicado el 7/12/14 en la sección con_ciencia del diario Deia

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