Educar para interesar 

Fronteras

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En los últimos meses ha habido un interesante (a ratos) y encendido (casi todo el tiempo) debate en las redes y en innumerables blogs sobre la escasa presencia de las mujeres en las carreras científicas. Se han difundido estudios que demuestran que a edades tempranas todos lo niños independientemente de su sexo sienten interés y curiosidad por la ciencia y es a una edad más tardía cuando las chicas se descuelgan y por unas razones u otras dejan de lado las ciencias para optar por otros estudios.

Centrarnos en el problema de las mujeres nos ha hecho olvidar la realidad de fondo que es la falta de vocaciones científicas en general. El descenso en matriculaciones en carreras de ciencias en favor de carreras consideras más útiles es una tendencia que es una constante en los últimos años.

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Muchas son las causas para esta falta de interés por ejercer una profesión científica: la escasa presencia de la ciencia en los medios de comunicación, la percepción por parte de la sociedad de la ciencia como algo ajeno y elitista, la visión del científico como un friki y la dificultad por parte de la comunidad científica para elaborar un discurso que conecte con la gente joven. Todos estos factores son determinantes, pero creo que hay uno mucho más crucial y que está en la base de nuestra sociedad: la educación y el discurso que proyectamos los padres a nuestros hijos.

«¿Para qué vas a estudiar eso?»

«Eso no sirve para nada».

«Si estudias eso te vas a morir de hambre».

Con el post de hoy, pretendo ir al principio del problema, a la educación más temprana de los niños y niñas y a ese momento en el que tienen que decidir qué estudiar. Pretendo dar unas pautas a los padres de los niños que en el futuro se van a enfrentar a la elección de una carrera, de unos estudios universitarios, con la ilusión y esperanza (más o menos real) de trabajar en algo relacionado con esos estudios.

He tomado como base los consejos que da la web Girls.Inc para promover la vocación a carreras científicas entre las niñas y jóvenes, pero son consejos para poner en práctica con todos nuestros hijos: niños y niñas. Porque en mi opinión, ahora mismo, el mayor peligro para la elección de un futuro profesional es la ola de paraqueísmo que nos invade. Estamos dejando que la preocupación natural de todo padre por el futuro de sus hijos condicione, encauce y en muchos casos limite los intereses de nuestros hijos.

Consejos para padres

1.- Hay que asumir el interés de nuestros hijos por la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas. Preguntarles qué clases son las que más le gustan y qué temas les interesan más.

2.- Debemos saber cómo se sienten nuestros hijos con respecto a lo que aprenden en el colegio. Averiguar qué profesores son los que prefieren, los que más les alientan en sus intereses. Animar a nuestros hijos a preguntar a esos profesores todas las dudas que tengan y a pedir ayuda sobre esas asignaturas. Por supuesto, si es posible conviene contactar con esos profesores para saber qué opinan de los intereses de nuestros hijos, cómo encauzarlos y cómo podemos ayudarles en casa.

3.- Preguntar a nuestros hijos cómo ven ellos a los científicos y qué creen que es la ciencia. Mostrarles que la ciencia forma parte de nuestra vida, de nuestro día a día. Visitar museos, exposiciones y cualquier otro lugar donde puedan «ver» la ciencia. Ahora mismo hay miles de documentales accesibles para todos tanto en contenidos como en forma para que nuestros hijos entiendan la ciencia y se interesen.

4.- Animar a nuestros hijos a percibir sus intereses, sean los que sean, como algo fascinante y que merece la pena. No dejarles creer que algo «es de niños» o «de niñas». Ayudarles a sentirse más cómodos, a tratar con confianza y tranquilidad los contenidos y materiales de la ciencia. Enseñarles que algunos de los más grandes descubrimientos han surgido de grandes problemas y errores.

5.- Preguntarles cómo se ven en el futuro. ¿Qué quieres ser de mayor? En el caso de la ciencia, animar a las niñas a explorar un campo que tradicionalmente no se ha asociado a los hombres y, en el de los niños, animarles justo a lo contrario. ¿Por qué no animar a los niños a ser enfermeros, profesores de infantil o matronas?

6.- Tienen que conocer modelos variados, especialmente mujeres de cualquier campo. Es necesario que la presencia de la mujer sea obvia y evidente no solo para las niñas sino también para los niños. Normalizar los modelos femeninos. Hay que intentar ir más allá de lo que sale en la televisión: futbolistas, cantantes o famosos sin más. Contarles la historia de científicos, vivos o muertos, y de gente cercana a ellos que sean ingenieros, químicos, físicos o matemáticos, que les permitan conocer todos los campos en los que se puede trabajar en ciencia.

7.- Tener hijos es descubrir el mundo otra vez, o por primera vez en algunos campos. Parcelas de la vida que jamás nos habían provocado curiosidad pueden ser increíblemente interesantes para ellos, por lo que pueden hacernos miles de preguntas. Nosotros, como padres, estamos de suerte, somos mucho más afortunados que las generaciones que nos precedieron. Contamos con un instrumento potentísimo, Internet, para encontrar respuestas a sus preguntas, resolver nuestras dudas y, lo que es más importante, bucear juntos en busca de esas respuestas, sintiendo el placer de investigar y resolver, para seguir avanzando desde ahí.

8.- Muchos padres tuvimos en nuestra infancia una relación difícil con alguna asignatura; pudo ser la física, la química o la historia. Debemos reconsiderar esa posición, intentar cambiarla y, desde luego, impedir que nuestro pasado rechazo hacia esa materia mediatice el interés de nuestros hijos.

9.- Enseñarles a pensar «no lo sé, ¿quién puede enseñarme?o «lo intentaré«, en vez de «no puedo». Es fundamental enseñarles que sí que pueden, aunque no vaya a ser fácil. La persistencia y el trabajo son fundamentales no solo para estudiar ciencias o algo distinto, sino como actitud ante la vida. Equivocarse en matemáticas, física o cualquier otra cosa no significa no ser bueno en algo, significa que se ha intentado.

10.- No decirles jamás «eso es muy difícil» o «en esa carrera hay que estudiar muchísimo». Y menos seguido de «… y luego no hay trabajo». ¿Hay algo más difícil que estudiar algo que no te gusta, que no te llama, que no te interesa sólo porque hay una hipotética posibilidad de encontrar trabajo en el futuro? Animemos a nuestros hijos a estudiar aquello que les interesa y apoyémosles más aún cuando crean que no pueden, que es muy difícil y quieran tirar la toalla. No seamos nunca quienes les digamos que no pueden o que no merece la pena.

Todos estos consejos son más bien actitudes que creo que debemos tomar en la educación de nuestros hijos. Todos se pueden aplicar exactamente igual si a nuestros hijos les interesa la historia, el arte o la arqueología.

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La educación no es la preperación para la vida: la educación es la vida misma.

No debemos olvidar que una carrera universitaria no es y no debería ser una fábrica de trabajadores, aunque muchos quieran hacer de la Universidad una factoría de empleados a la carta. La Universidad debe ser un lugar para aprender unos conocimientos, para aprender a pensar, a organizar la cabeza y desarrollar el pensamiento crítico.

Aparquemos el paraqueísmo en los estudios, hagamos que nuestros hijos se interesen por la física, la química, el arte o lo que sea que les provoque curiosidad y animémosles a seguir esa vocación. Sea la que sea.

Sobre la autora: Ana Ribera (Molinos) es historiadora y cuenta con más de 14 años de experiencia en el mundo de la televisión. Autora de los blogs: Cosas que (me) pasan y Pisando Charcos.

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