Muchas personas sueñan con hablar varios idiomas pero a la hora de la verdad se queda en eso, en sueño. Ya sea por falta de tiempo o poca fuerza de voluntad, la mayoría termina dejando la idea aparcada como un propósito de cada nuevo año. Seguramente mucha culpa de que eso pase tiene aquella creencia popular de que ‘si no has aprendido un idioma cuando eres niño después es imposible’.
Pues bien, de imposible nada, porque si bien es cierto que cuando somos pequeños nuestro cerebro es más plástico, o lo que es lo mismo, es más sencillo que genere nuevas conexiones neuronales, con el paso de los años sigue siendo posible aprender.
Por supuesto que cuando somos niños aprendemos de manera inconsciente, sin que nos suponga un gran esfuerzo, y sobre todo por imitación de lo que sucede en el entorno.
Con los idiomas también es así, entre los mecanismos que utilizan los más pequeños para entender a quienes les rodean y aprender a hablar se encuentra el de mirar a la cara de su interlocutor y recientemente se ha demostrado que los bebés bilingües leen los labios antes y durante más tiempo que los monolingües.
A medida que los bebés empiezan a balbucear (alrededor de los ocho meses de edad) comienzan a dirigir la atención hacia la boca de la persona que habla para aprovechar la gran cantidad de información que pueden recoger observando sus labios. Se trata de un truco que emplean los niños bilingües ya que necesitan esta información extra para otros motivos tan o más importantes, como son poder diferenciar y establecer que hay dos lenguas a su alrededor.
Esta investigación puede ser útil para profundizar en el conocimiento de los diferentes factores que puedan estar relacionados con las dificultades para adquirir el lenguaje en etapas tempranas del desarrollo. Aunque siguiendo con los cambios en el cerebro, se sabe que no hay diferencias entre las personas bilingües y monolingües cuando escuchan su idioma materno, pero sí cuando lo hablan. En concreto, se ha demostrado que cuando a una persona monolingüe y a una bilingüe se les pide que realicen una acción, la primera lo hará más rápido que la segunda y las áreas del cerebro que se activan son diferentes en una y otra.
Según el estudio que lo demostró, quienes solo hablan un idioma utilizan más que los otros áreas cerebrales propias del lenguaje (como el giro temporal medio izquierdo), mientras que los bilingües utilizan más áreas relacionadas con el control del lenguaje (como el cingulado posterior). Sin embargo, no se encontraron diferencias entre bilingües y monolingües cuando escuchan palabras.
Pero si los monolingües que están leyendo este artículo han dado un salto de alegría al pensar que son más veloces resolviendo tareas y por ello se han sentido mejores, ¡alto el carro!. Cuando del cerebro se trata, siempre ganan quienes más lo usan y en este caso llevan ventaja los bilingües porque no siempre se trata de hacer las cosas rápido sino de hacerlas bien.
Pensando que la mayor parte de la población desea vivir muchos años y hacerlo de manera digna, quizá nadie debería descartar aprender otro idioma. Las enfermedades neurodegenerativas son una de las ‘plagas’ del siglo XXI, al aumentar la esperanza de vida éstas hacen acto de presencia cada vez de manera más habitual, pero la ciencia ha demostrado que bilingüismo y párkinson comparten las mismas áreas de control ejecutivo en el cerebro.
Varias investigaciones han puesto de manifiesto la relación existente entre la corteza prefrontal cerebral y algunas estructuras subcorticales con las habilidades que muestran las personas bilingües para cambiar de lengua o para utilizar una de ellas, sin que la otra interfiera. Estas mismas áreas están involucradas en los mecanismos de control de cambio de tarea, es decir, todas las habilidades que supervisan nuestras acciones cuando pasamos de una tarea a otra.
Esto sugiere que hay una estricta relación entre los mecanismos generales de control cognitivo, y los que usan las personas bilingües para controlar las dos lenguas. Más concretamente, el Parkinson afecta precisamente a estas mismas estructuras cerebrales con la consiguiente pérdida de las habilidades de control.
Y quizá estaréis diciendo: “vale, bilingüismo y parkinson comparten las mismas áreas del cerebro pero a mí eso qué”. Pues, hace ya unos cinco años, Jared Diamond explicó en un artículo de opinión en la revista ‘Science’ cómo el multilingüismo reporta importantes beneficios a nuestro cerebro. El científico estadounidense, autor de obras imprescindibles como ‘Colapso’ y ‘Armas, gérmenes y acero’, destacaba que estudios realizados en los últimos años han demostrado que los niños bilingües desarrollan ventajas cognitivas frente a los monolingües y que el dominio de varios idiomas ofrece en la vejez “alguna protección frente a los síntomas del alzhéimer». Diamond recuerda en ese texto que, durante sus investigaciones de campo en las Tierras Altas de Papúa Nueva Guinea, llegó a conocer una comunidad en la que cada individuo hablaba cinco idiomas y «el campeón era un hombre que se entendía en quince».
Uno de esos estudios reveló que en promedio los individuos bilingües desarrollaban demencia cuatro años y medio más tarde que los monolingües y los científicos descartaron, además, que otros factores como el género, la edad, la profesión y la procedencia interfieran en el momento de aparición de las primeras manifestaciones.
La explicación estaría en que el entrenamiento mental que requiere esta habilidad supone un ejercicio intenso para el cerebro ya que la persona tiene que activar constantemente de manera selectiva sonidos, palabras, conceptos y normas sociales de las diferentes lenguas.
Todavía habrá quien crea que cuatro años y medio tampoco es tanto como para hacer el esfuerzo de aprender otro idioma; pero imaginad que vuestra edad de fallecimiento fuese 90 años (con demencia o sin ella) ¿cómo os gustaría pasar los últimos cuatro años y medio?
Y si ahora alguien está pensado que es una faena no ser bilingüe y que ojalá hubiera aprendido otro idioma cuando era niño, repito que no hay edad para comenzar, sobre todo desde que un grupo de científicos ha demostrado que el bilingüismo tiene el mismo efecto positivo en el cerebro que el aprendizaje de una segunda lengua en un entorno inmersivo a una edad adulta (en condiciones similares a las de un hablante nativo cuando aprende su idioma materno).
Han observado el papel de la materia blanca, y han resaltado que la cobertura de mielina mejora tanto en personas bilingües, como en las que aprenden un segundo idioma.
La materia blanca se denomina así porque los axones (la prolongación de las neuronas especializadas en conducir el impulso nervioso) están envueltos en una capa de grasa, la mielina. Esta sustancia es como un aislamiento que impide la fuga de información en el axón y asegura una mejor comunicación entre las neuronas.
Así que si antes se creía que los bilingües natales conservaban la estructura de la materia blanca debido a las mayores demandas cognitivas que vienen con el manejo de dos idiomas durante muchos años, ahora se piensa que cualquier beneficio del bilingüismo en la estructura del cerebro es simplemente un efecto de manejar activamente dos idiomas sin presuponer su uso permanente.
En otras palabras, el bilingüismo de inmersión, incluso en bilingües tardíos, conduce a cambios estructurales que pueden aportar beneficios en la edad avanzada, proporcionando asistencia para la preservación de la estructura de materia blanca en el cerebro.
Dicho lo cual, what are you waiting for?
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Referencias:
1. Pons, F.; Bosch, L.; Lewkowicz, D. J. «Bilingualism Modulates Infants’ Selective Attention to the Mouth of a Talking Face«. Psychological Science online, 2015. DOI: 10.1177/0956797614568320
2. María-Ángeles Palomar-García, Elisenda Bueichekú, César Ávila, Ana Sanjuán, Kristof Strijkers, Noelia Ventura-Campos, Albert Costa (2015), » Do bilinguals show neural differences with monolinguals when processing their native language?«, Brain and Language, volum 142, març 2015, págs. 36-44. doi:10.1016/j.bandl.2015.01.004
3. Gabriele Cattaneo, Marco Calabria, Paula Marne, Alexandre Gironell, Jubin Abutalebi, Albert Costa (2014), » The role of executive control in bilingual language production: A study with Parkinson’s disease individuals«, Neuropsychologia, volumen 66, enero 2015, pp. 99-110. doi:10.1016/j.neuropsychologia.2014.11.006
4. Diamond J. “The Benefits of Multilingualism”, Science, octubre 2010, pp. 332-333. doi:10.1126/science.1195067
5. Suvarna Alladi, Thomas H. Bak, Vasanta Duggirala, Bapiraju Surampudi, Mekala Shailaja, Anuj Kumar Shukla, Jaydip Ray Chaudhuri, Subhash Kaul. “Bilingualism delays age at onset of dementia, independent of education and immigration status”. Neurology, 6 de noviembre de 2013.
6. Christos Pliatsikas, Elisavet Moschopoulou, and James Douglas Saddy. “The effects of bilingualism on the white matter structure of the brain”. PNAS (2015).
Sobre la autora: Maria José Moreno (@mariajo_moreno) es periodista
Rosalia Sanchez Ciganda
¡que interesante estudio!. El bilingüismo y el plurilingüismo aporta grandes ventajas a nuestro cerebro. Y nunca es tarde para aprender, porque lo hace, aunque este aprendizaje sea tardío.
busgosu
No estoy de acuerdo, y las relaciones beneficiosas que se atribuyen a ser bilingües o no, son especulaciones teóricas encajadas con calzador, no hay relación directa, y si la hay se obvia que los motivos pueden ser otros.
Tampoco me gusta que se estudie y se interprete el cerebro como un cúmulo de partes que hace funcionar el conjunto, el cerebro es un todo no es un conjunto de partes. Pero esto es un sesgo cognitivo de toda la ciencia, se piensa que las partes forman el todo y no que el todo forma las partes.
Por otro lado prefiero un solo idioma para la humanidad que no se implante por el método del imperialismo, colonialismo o extensión comercial que practican los grupos sociales (naciones) que hablan un determinado lenguaje de comunicación.
Un lenguaje para comunicarles a todos, pero con la cualidad de ser sencillo de aprender sin perder su amplitud de comunicación sobre las cosas del mundo, y con la posibilidad de evolucionar añadiendo conceptos sin el impedimento de otras concepciones que ya habiten el lenguaje