Robert Wilhelm Eberhard Bunsen fue uno de los químicos más brillantes y versátiles del siglo XIX, con aportaciones importantes, si no pioneras, en distintos campos de la química (espectrocopía, fotoquímica, compuestos organoarsénicos, electrolisis). Además siempre se caracterizó por trabajar en equipo aunque él fuese la principal fuente de ideas. Así, por ejemplo, su descubrimiento del cesio y el rubidio por métodos espectroscópicos fue fruto de un desarrollo conjunto que hizo con Gustav Kirchhoff.
Cuando Bunsen se incorporó a la Universidad de Heidelberg en 1852 ya era un químico famoso. Como parte de la oferta de la universidad estaba la promesa de la construcción de un nuevo edificio para albergar su laboratorio, edificio que se terminó en la primavera de 1855. Dio la casualidad que en aquella época la ciudad de Heidelberg estaba instalando la iluminación de las calles con gas de coque (gas de alumbrado), una mezcla de gases combustibles (hidrógeno, metano, etileno) obtenida de la destilación de distintos tipos de carbón. Bunsen especificó que su nuevo laboratorio debía estar equipado con esta nueva tecnología.
En esta época los químicos usaban un amplio rango de combustibles como fuentes de calor en los laboratorios: lámparas de alcohol, aceites varios o toda la familia del carbón, incluido el carbón vegetal, por citar algunos. También habían probado con el gas de alumbrado pero no era de su agrado: producía más luz que calor suficiente.
Bunsen llegó al origen del problema: el gas de alumbrado se quemaba de forma incompleta; era tan rico en combustibles que su combustión al aire lo hacía muy luminoso pero no generaba el calor esperado porque la mayor parte se escapaba sin quemarse. Bunsen le dio unas cuantas vueltas a esta idea y, como en él era habitual, buscó un colaborador con quien llevarla a cabo.
En esta ocasión no tuvo que ir muy lejos para encontrarlo. En el otoño de 1854 describió al mecánico de la universidad, Peter Desaga, una forma de obtener una llama poco luminosa pero muy caliente además de limpia (sin hollín), simplemente mezclando el gas con aire de forma controlada antes de la combustión. El pensaba que el propio flujo de gas podría arrastrar el aire necesario a través de aperturas en la base de un cilindro metálico en posición vertical, en cuyo extremo superior se encendería la llama.
Con esta idea general en la cabeza Desaga diseñó un prototipo que podría funcionar con seguridad para quien lo manipulase basándose en un diseño anterior de Michael Faraday. El nuevo laboratorio, inaugurado al año siguiente, contaría con la última tecnología disponible en 1855, incluidos cincuenta mecheros Bunsen-Desaga.
Tras dos años de uso, Bunsen comprendió que el mechero podría ser algo realmente útil para la investigación química en general y publicó una descripción pormenorizada del mismo, junto a algunas indicaciones de uso y aplicaciones (con el tiempo, 1859, una de ellas sería la espectroscopía) que había encontrado. Fue adoptado por laboratorios de todo el mundo muy rápidamente. Bunsen podría haberlo patentado con facilidad, solo tendría que haber enviado su escrito a la oficina de patentes en vez de a una revista de amplia circulación, pero no lo hizo donando así a la ciencia un aparato fundamental para su desarrollo (y renunciando a una sustanciosa cantidad de dinero). Desaga mantuvo, eso sí, los derechos de comercialización, que su familia explotó durante generaciones mediante la compañía que fundaría su hijo Carl: Chemisch-physikalischer Apparatebau C. Desaga.
El mechero Bunsen-Desaga, sencillo, barato y muy eficaz, desplazó a sus competidores rápidamente convirtiendo los laboratorios de la segunda mitad del XIX en lugares con mucho menos humos y más limpios, minimizando además las contaminaciones por restos del combustible y contribuyendo a la homogeneización de los procesos internacionalmente. Su llama ajustable con facilidad, caliente y limpia, era ideal para las operaciones del laboratorio. Los mecheros actuales mantienen el diseño original de Desaga prácticamente inalterado.
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En la serie Apparatus buscamos el origen y la evolución de instrumentos y técnicas que han marcado hitos en la historia de la ciencia.
Sobre el autor: César Tomé López es divulgador científico y editor de Mapping Ignorance
Esta entrada participa en el XLVI Carnaval de Química alojado en el blogdescubrirlaquimica2 de @descubrequimica.
Flatólogo
Mechero imprescindible en los laboratorios bacteriológicos, para la esterilización rápida de las asas de cultivo y las bocas de los envases.
Uno de los discípulos de Bunsen fue genial físico John Tyndall. Aquí un post al respecto:
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Flatólogo
https://ilustracionmedica.wordpress.com/2014/08/27/fisicos-haciendo-medicina-john-tyndall/
Isidoro
Articulo interesante.
Una errata: pone que se incorporó en 1952. Será 1852.
El mechero Bunsen-Desaga | Experientia docet | …
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