Conspiranoia

#con_ciencia

Ataque a las torres gemelas de Nueva York el 11/9/2001 (fuente: Wikipedia)
Ataque a las torres gemelas de Nueva York el 11/9/2001 (fuente: Wikipedia)

Es posible que haya leído en alguna ocasión que los seres humanos no han puesto el pie en la Luna y que las imágenes que hemos visto fueron, en realidad, filmadas en un estudio de televisión. Muchos de ustedes habrán oído hablar del Club Bilderberg y de sus supuestos planes para implantar un gobierno mundial a la medida de sus intereses. Otros habrán leído que el atentado contra las torres gemelas de Nueva York no fue planificado por terroristas islámicos, sino que fue obra de algún servicio secreto de los propios Estados Unidos. Y quizás también les resulte familiar la idea de que muchas de las enfermedades que se han expandido en los últimos años hasta alcanzar la condición de pandemias han sido, en realidad, provocadas por grandes compañías farmacéuticas dispuestas a obtener pingües beneficios vendiendo las medicinas necesarias para combatirlas.

Esas teorías tienen algo en común: que un grupo de personas poderosas se ha puesto de acuerdo para perpetrar un monumental engaño, normalmente con algún propósito malévolo y con la idea de obtener grandes beneficios o de controlar el mundo. Ninguna de esas teorías tiene base real alguna, pero hay muchísima gente que cree en alguna de ellas. Por otro lado, si bien es cierto que la probabilidad de creer en teorías de ese cariz es mayor entre personas con menor nivel de formación, nadie está a salvo; hay personas con sólida formación entre quienes se adhieren a alguna de ellas. Y aunque la ideología de la gente no influye demasiado en la probabilidad de creer en falsas conspiraciones, no todas las teorías son aceptadas en la misma medida por personas de diferente orientación ideológica.

A menudo nos preguntamos cómo es posible que haya tanta gente que crea en teorías carentes de fundamento, y cómo es posible que se mantenga la creencia aunque se carezca de las pruebas necesarias para sostenerlas. Pues bien, la respuesta radica en nuestra psicología, en los factores que han condicionado la evolución de la mente humana. Y es que nuestra mente no ha evolucionado bajo la necesidad de procesar información relativa al funcionamiento de complejas sociedades industriales, al terrorismo internacional o a la extensión de grandes epidemias. Lo ha hecho bajo las presiones selectivas propias de entornos que ahora consideramos salvajes, en los que la adquisición de alimento, el peligro de los depredadores y la búsqueda de pareja reproductiva eran los elementos que más directamente incidían sobre las posibilidades de nuestros antepasados de sobrevivir y reproducirse con éxito.

Por esa razón tenemos una gran propensión a asumir la existencia de factores ocultos, a elaborar historias en las que esos factores juegan un papel determinante; son historias de conflictos en esencia simples, de buenos y de malos, historias que nos permiten dar sentido a lo que nos ocurre u ocurre a nuestro alrededor. Las teorías conspirativas obedecen a esquemas similares (factores ocultos, buenos y malos, imposibilidad personal de incidir en ellas, etc.) y por esa razón nos resultan tan fácilmente asimilables. El problema es que al convertir las intuiciones en hechos incontrovertibles –los esfuerzos de otros por desmentir una de esas teorías se interpretan, incluso, como prueba de su validez- impiden o dificultan sobremanera el debate racional.

Habrá quien piense que esto es algo que no debería preocuparnos, puesto que esas teorías no hacen daño a nadie, pero eso no es cierto, porque son teorías de ese cariz las que han provocado, por ejemplo, la oposición a los programas públicos de vacunación. No es ese el único efecto peligroso de la conspiranoia, pero sí es uno de los que más daño está causando hoy.


Sobre el autor: Juan Ignacio Pérez (@Uhandrea) es catedrático de Fisiología y coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU

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Este artículo fue publicado el 1/3/15 en la sección con_ciencia del diario Deia

9 comentarios

  • Avatar de Alfonso Araujo

    Hay que tener cuidado entre «estas conspiraciones son absurdas» y «todas las conspiraciones son absurdas». Más allá de la mera psicología, es plausible creer en teorías conspiratoras (dejando de lado las de los reptiles alienígenas) por el simple hecho de que la historia está llena de conspiraciones que llegaron o no a término. La Operación Valkiria (1944) en la Alemania Nazi fue una conspiración real para asesinar a Hitler; el Business Plot (1933) fue un movimiento real, si bien no estructurado, que fue reconocido por el comité McCormack-Dickstein, que tenía la idea de quitar a Franklin D. Roosevelt del poder; y todas las formas de propaganda en tiempos de guerra y paz pueden ser también consideradas «conspiraciones» para mantener oculta cierta información o para alentar a la gente hacia ciertas ideas. Una «conspiración» de este tipo, revelada por el gobierno inglés y ampliamente corroborada, fue la desinformación de la Casa Blanca en cuanto a las Armas de Destrucción Masiva en poder de Saddam Hussein para justificar la invasión a Iraq.

  • Avatar de Antilelos

    Lynn Margulis, otra conspiranoica con poco nivel intelectual, claro.

    https://www.youtube.com/watch?v=L5NCtnA9IH8

    Igual es por eso que hay tanta gente que no cree en las versiones oficiales de lo que le cuentan. Acaban pagando justos por pecadores, igual si se fue a la Luna, pero si fueron capaces de demoler hasta los cimientos con explosivos planta por planta las torres gemelas con la gente dentro para cobrar el seguro y asegurarse la guerra, ¿quien les va creer ya?.

  • Avatar de Dorat

    El artículo se podía resumir: «Chuminadas que se tragan los tontos y algún listo y que terminan todos por no vacunarse.»

  • Avatar de Danielito

    Es reduccionismo generalizar con temas como este. Las «teorías conspirativas» a veces son absurdas pero otras se justifican por el retaceo y tergiversación de la información con las que operan los centros de poder, lo que delata una intención de ocultar los verdaderos hechos.
    Generalmente los hechos de naturaleza política son dignos de ser sospechados de montaje teatral. Luego también existe la sospecha de que muchos «conspiranoicos» son parte de la conspiración misma ensuciando y confundiendo datos con falsa o absurda información. Un ejemplo probable podría ser Green Peace. Otra teoría conspiranoica que seguro está manipulada por los mismos conspiradores que critíca, es la de los reptilianos y todas sus variantes, que sirve para enmascarar la corrupción del capitalismo global.
    Pero hay muchas conspiraciones que son reales y han desvirtuado la historia por años.
    Nadie puede creer hoy que a Kennedy lo mató Oswald, o que el misil que chocó con el pentágono el 11S fué un avión que se desintegró y el fuselaje hizo un túnel en el muro pero las alas no dejaron ninguna marca porque se vaporizaron; nadie cree hoy que Hitler se financió solo para hacer la guerra, se sabe que el capitalismo de EEU e Inglaterra lo nutrió; como tambien se sabe que Lenin y Trotsky eran costeados por factores de poder económico de Inglaterra, Alemania y de la misma Rusia, concluyendo que la revolución rusa fué más capitalista que socialista.
    Estamos en la era de la información, es el fin de los secretos, hasta se sabe cuando una desmentida es falsa o verdadera, todo es cuestión de investigar.

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