La risa está de moda, parece que ni la crisis ha conseguido acabar con ella y mira que a algunos se lo ha puesto difícil. Y no me refiero al pensamiento positivo, que también está en boga, me refiero a la risa de reírse a carcajadas, a la del sentido del humor, a la que provocan los chistes, las cosquillas, las bromas de los hermanos…
De toda la vida los programas de videos absurdos han sido un éxito, ¿quién no se acuerda de humor amarillo? Pero es que ahora se usa el humor en contextos de lo más variado, ¡hasta para divulgar ciencia!
A ese respecto, Famelab (el concurso de monólogos científicos que organizan FECYT y British Council) ha aportado mucho. Por fin la gente se ha creído eso de que ‘la ciencia puede ser divertida’. Lo raro es que hayamos tardado tanto en logarlo porque la risa es una característica única de las personas (aunque algunos grandes primates también se ríen) y ya Charles Darwin apuntaba que el sentido del humor era propio de la evolución y que la risa era un acto social. De hecho, es más fácil reír en grupo que estando solo ¿o realmente os estáis partiendo la caja cuando mandáis caras con lagrimones por el whatsapp?
Y no debía ir muy desencaminado el naturalista ya que se sabe que el mecanismo que acciona la risa se localiza en la parte más evolucionada del cerebro (la zona pre-frontal del córtex cerebral) que es la misma donde reside la creatividad y la que se encarga de procesar todas las secuencias de acontecimientos y de establecer relaciones entre distintas actividades y sus consecuencias.
Así que pensándolo fríamente, la risa es una respuesta a un estímulo y como tal, provoca efectos fisiológicos en el organismo. Los cuales, además, tenemos la suerte de saber que son muy beneficiosos. Y es que también la ciencia ha estudiado este fenómeno y ha encontrado algunos datos muy llamativos.
Por ejemplo, parece ser que la risa mejora la memoria a corto plazo. Y digo ‘parece ser’ porque ese dato se deduce de un estudio que aún se debe contrastar pero con los primeros resultados en la mano, los científicos creen que esa mejora de la memoria podría deberse a que el humor reduce la segregación de hormona del estrés y la presión arterial, al tiempo que incrementa la segregación de endorfinas y, por ende, la sensación de placer y recompensa en el cerebro. Eso hace que la frecuencia de las ondas cerebrales aumente, llevando al sujeto al tipo de onda (ondas gamma) particularmente asociado a estados de concentración en los que la memoria se comporta de manera óptima.
Lo que sí se ha demostrado es que al contrarrestan el estrés con el humor se rejuvenece la piel porque tiene un efecto tonificante y antiarrugas, tiene un efecto analgésico, la carcajada hace vibrar la cabeza y se despejan la nariz y el oído, reduce la presión arterial, refuerza el sistema inmunológico, facilita la digestión, al aumentar las contracciones de los músculos abdominales y mejora la respiración.
De hecho, se sabe que las personas que más ríen poseen un sistema inmunitario sano; padecen un 40 por ciento menos de infartos de miocardio o apoplejías, sufren menos dolores en los tratamientos dentales y viven cuatro años y medio más, de media.
Lo más interesante es que todo eso no ocurre porque sí, como algunos que se creen que la felicidad es un estado del espíritu que nos llega de la mano de Dios y sobre el que no tenemos capacidad de decisión, no. Los efectos beneficiosos de la risa y de tener un sentido del humor desarrollado se deben a hormonas como las endorfinas, la dopamina o la serotonina, principalmente. Se las conoce como las hormonas de la felicidad y es al reírnos, cuando el cerebro emite una orden que provoca la segregación de estas sustancias que poseen unas propiedades similares a la morfina, aliviando el dolor, aportando equilibrio entre el tono vital y la depresión. Se trata de neurotransmisores responsables del placer y la motivación, a grandes rasgos se puede decir que el cerebro las segrega cuando tiene algo que celebrar y eso lleva a que nos sintamos bien.
A nivel psicológico, se sabe que la risa elimina el estrés y alivia la depresión, aumentando la autoestima y la confianza en uno mismo. Combate miedos y fobias, así como la timidez, al facilitar la comunicación entre las personas, expresando emociones y favoreciendo la existencia de lazos afectivos. La risa alivia el sufrimiento, además de descargar tensiones, potenciando la creatividad y la imaginación.
Por cierto, ¿os habéis planteado alguna vez por qué los chistes nos hacen gracia? Según la Catedrática de Bioquímica y Biología molecular de la Universidad de Navarra, de Natalia López Moratalla, “al escuchar un chiste, el cerebro procesa el lenguaje y, cuando la historia toma un giro absurdo, la ‘central de errores’, situada entre los dos hemisferios, detecta la equivocación y sincroniza lo lógico y lo ilógico de la narración. Al detectar el error, el cerebro obtiene una “recompensa” a través de la liberación de dopamina, una hormona que genera una sensación de regocijo que se termina somatizando en una carcajada que, a su vez, fortalece el corazón y genera respuestas somáticas (corporales) saludables”.
Además, seguro que todos sabéis eso de que cuando nos reímos se activan 15 músculos faciales y que, en episodios intensos, la falta de aire puede hacer que el rostro tome un color rojizo o que los conductos lagrimales se abran pero un dato curioso es que el sonido que cada uno genera al reír es único en cada individuo y en uno de sus trabajos sobre los diferentes efectos de la risa, el psicólogo americano Robert Provine, descubrió que el sonido consiste en pequeñas notas que se repiten cada 210 milisegundos.
Antes de acabar, por si no habéis visto la charla que di en el evento TEDxMurcia 2014 (y aprovecho para recomendárosla) os voy a revelar un secreto que me contó a mí una vez una neurocientífica: Con sólo hacer el gesto de la sonrisa, aunque sea de manera provocada, el cerebro entiende que estamos siendo felices y empieza a sentirse mejor. Esto se debe a que la risa se compone de dos factores, el movimiento del rostro y el sonido que emite, así que al poner en marcha el primero de ellos ya se generan endorfinas, dopamina,… con lo que se inician todos estos procesos de los que venimos hablando.
¿A qué estáis esperando? ¡Una sonrisa, vamos!
Sobre la autora: Maria José Moreno (@mariajo_moreno) es periodista
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Respecto al último parrafo, me quedan muchos interrogantes. Cito: «Con sólo hacer el gesto de la sonrisa, aunque sea de manera provocada, el cerebro entiende que estamos siendo felices y empieza a sentirse mejor.
Veamos: según esa frase, una cosa parece ser el cerebro y otra cosa distinta parece ser lo que uno mismo es. Por lo tanto según esa logica, con solo hacer el gesto de la sonrisa, aunque sea de manera provocada, el cerebro «creería» que estamos felices cuando puede que no sea así. En otras palabras, estamos engañando al cerebro. Y como toda mentira tiene patas cortas, tarde o temprano, ese engaño sale a la luz y nos pasa factura.
Visto esto, ¿No es otra cara mas de la sugestion? ¿Cuanta diferencia hay entre recomendar reírse a la fuerza, recomendar una sesion de hipnosis, de homeopatía o ir a la Iglesia evangelica?
El articulo es interesante y agradezco como siempre, pero no dejemos de hacer Ciencia, porque si buscamos la verdad, por aca me late que no va. Antes que reir, me preguntaría ¿Qué me está pasando en la vida para estar como estoy? Y obviamente en este caso, hablaríamos de una verdad subjetiva, de la vida de cada quien.
Mariajo Moreno
Gracias por tu comentario pero creo que has dejado de leer antes de tiempo. Si continúas el párrafo encontrarás: «Esto se debe a que la risa se compone de dos factores, el movimiento del rostro y el sonido que emite, así que al poner en marcha el primero de ellos ya se generan endorfinas, dopamina,… con lo que se inician todos estos procesos de los que venimos hablando».
Es decir, que el hecho de ‘engañar al cerebro’ es posible y genera una respuesta. Si bien, evidentemente, en casos de patología clínica (como una depresión profunda) se debe acudir al profesional adecuado en busca de ayuda. Los consejos que se reflejan en el artículo no pretenden, en ningún caso, servir de guía a quien se encuentre en un momento de fragilidad emocional.
Saludos
mariajinlan23@gmail.com
Verdad. Además no hay que tomarse la vida tan seriamente
Wendy Judith Rojo Montes
Soy una persona que siempre pasa sonriendo y echándose carcajadas a todas horas, llegue a la conclusion que estaba loca pero ya veo que no
ana
Pero hasta que punto es bueno reir sin tener ganas ? un ejemplo, yo con el afan de decirle a mi cerebro que estoy feliz sonrio, pero dentro de mi se que no tengo ganas de sonreir, entonces a quien engaño ? a parte de parecer una boba que me carcajeo por todo, parecere un pobre ser con depresion que recurre a un gesto bobo en lugar de sanar de adentro las heridas.
Rose
Maravilloso artículo. Definitivamente, la vida al ser tan sencilla, requiere una buena dosis de humor en todos los sentidos. La mejor lección es comprender que somos seres integrales y que nuestro disco duro (cerebro) responde efectivamente a la frecuencia de la emoción que deseemos. En cuestión de elegir cómo queremos sentirnos a pesar de..,
Gracias por escribir para comprender
El justiciero enmascarado
[[ No hay nada como el poder curativo de la risa…sana ]]
Y claramente me refiero, por si alguien no pudo o quiso entenderlo, a la diferencia entre reírse a carcajada limpia por un sinfín de motivos (cada cual le hará gracia un humor en particular u otro, o varios, es respetable) a hacerlo con una clara intención de mofarse de alguien maliciosamente, con inquina, a veces trazando de manera retorcida un plan con finalidades nefastas para la víctima inocente, todo ello disfrazado de una «bonita sonrisa», para destrozar su imagen o persona.
Siempre han existido los valores, la nobleza y/o los actos despreciables (entendidos como tal tras construirse e interpretarse a lo largo de la historia); o para resumir: Lo que siempre se entendió como el «bien» y el «mal», lo justo e injusto – aunque la humanidad evolucionara comprendiendo que nada es blanco o negro en su totalidad, siendo más bien grises – en cada etapa de nuestra existencia. El bullying psicológico o físico, por ejemplo, no debería ser, jamás, cosa de risa (no es igual comentarlo que padecerlo, puesto que todo aquél que se burla de ello no deja de ser un pobre necio, o presuntamente un sujeto con serios problemas mentales o nula autoestima). No tan solo el escolar, sino el sufrido en un trabajo, relación amorosa, etc. Antaño, al parecer, la sociedad era un poco más inocente (o acorde a según que edad, tal vez) no tenía el nivel de retorcimiento mental que puede haber en la actualidad, ni al parecer era tan interesada, dependiente, obcecada con su popularidad, fama e imagen: por aquello de «reír de forma natural» casi a cada momento, tras una selfie, vídeo o fotos subidas a cualquier red social, con la finalidad de obtener notoriedad y likes a mansalva. Por supuesto no todo el mundo es ni será cortado por el mismo patrón insinuado (los habrán que sus acciones sean puramente naturales, y no de «postureo» no falsas, y bienvenido sea), sin embargo tenemos por obligación no ser tan ilusos o creernos todo lo que vemos con nuestros ojos, a la primera de cambio. Zanjando esto ya esto, para no parecer un plasta, o el portador de la «verdad absoluta» (que ni un servidor ni nadie en absoluto posee), hago un llamamiento para que riamos más, de un modo sano, trasparente, haciendo frente a las penas y, de paso, confrontar en la medida de lo posible la situación excepcional y dura para muchos, en la cual hemos y seguimos lidiando. Ánimos y fuerza,, siempre alimentando nuestro espíritu y mente de cosas productivas para hacernos crecer como personas. Dedicado tanto a mí mismo y a quien me esté leyendo. De corazón. Un saludo.
El justiciero enmascarado
– «Es muy recomendable reír de un modo, no forzado, ni falso, ni figurado e insano, sino cuando realmente apetece hacerlo y sale de dentro, por descontado.» No deja de ser increíble el poder curativo de la risa ¿No les parece? Que tengan un justo y/o buen día. Un saludo.
Diana
guau! me gusta tu comentario, es sorprendente la cantidad de personas aparentemente felices, yendo a terapias porque de verdad no lo son, cada vez perdiendo la realidad, estoy de acuerdo en que reír es bueno, y si andamos desanimados platiquemos, escuchemos chistes, hablemos o miremos un niño, son especiales para sacarte una sonrisa, son verdaderos ángeles inocentes, sin embargo reírnos siempre sin motivo es algo que en mi genera un poco de desconfianza, si le platico un problema a alguien que siempre ríe posiblemente se va reír, no me agradaría en lo más mínimo, por lo pronto a reírnos mas sin caer en la risa patológica o positividad toxica, saludos!