Abraham Flexner y el saber por el saber 

Fronteras

¿Qué puede haber más necio o ridículo, a la vista de la historia del género humano, que las simpatías o antipatías fundadas en la raza o la religión? ¿Acaso la humanidad quiere sinfonías, pinturas y profundas verdades científicas, o quiere sinfonías cristianas, pinturas cristianas y ciencia cristiana, o sinfonías judías, pinturas judías y ciencia judía? ¿Acaso quiere contribuciones a la infinita riqueza del alma humana y expresiones suyas que sean musulmanas, egipcias, japonesas, chinas, americanas, alemanas, rusas, comunistas o conservadoras?

La utilidad de los conocimientos inútiles, Abraham Flexner. Harper´s Magazine, 1939.

Confieso mi total y absoluto desconocimiento sobre la figura y la vida de Abraham Flexner hasta hace un mes. Jamás en mi vida había oído hablar de él y me temo que para gran parte de mi entorno también es un completo desconocido. Es una pena, porque Flexner es un personaje muy interesante, con una trayectoria profesional y vital curiosa, y responsable, entre otras muchas cosas, de proporcionar en Estados Unidos a grandes científicos europeos, entre ellos a Einstein, el entorno adecuado para desarrollar su actividad.

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Abraham Flexner en 1910

Abraham Flexner, revolucionó el sistema de enseñanza de la medicina cuando publicó en 1910 el «Informe Flexner», tras examinar 155 facultades y centros de enseñanza de medicina en Canadá y Estados Unidos. Este trabajo le fue encargado tras la repercusión que tuvo su primer libro publicado en 1908, The American College: A Criticism. Era muy crítico con las clases magistrales como método de enseñanza. Consideraba que se usaban porque «permiten a las universidades educar de manera barata a un gran número de estudiantes que de otra manera serían inmanejables y, además, dejan tiempo al profesor para la investigación». Flexner consideraba que la investigación estaba restando importancia y recursos a la enseñanza.

Su papel como reformador de la enseñanza fue de vital importancia y se convirtió en una figura de referencia en todos los comités y organismos educativos. En 1929 recibió la llamada que le cambiaría la vida. A él y a muchas otras personas.

«Estaba trabajando tranquilamente cuando el teléfono sonó y me preguntaron si estaría dispuesto a ver a dos caballeros que querían discutir conmigo el posible uso de una considerable suma de dinero».

Los dos caballeros eran los representantes de los hermanos Louis y Caroline Bamberger. Los hermanos Bamberger habían hecho una gran fortuna con sus grandes almacenes en Newark. Por un golpe de suerte, habían retirado todos sus fondos de la bolsa justo antes del Crack del 29. Decidieron, entonces, servir al estado de New Jersey fundando una facultad de medicina que diera preferencia a los estudiantes judíos, para intentar luchar contra el antisemitismo que empezaba a instalarse en la sociedad. Flexner les convenció de dedicar su dinero a una institución menos práctica pero más interesante a largo plazo para el conocimiento y el saber.

En 1930 se fundó el Instituto de Estudios Avanzados cerca de Princenton, que hoy en día sigue funcionando. En el momento de su creación era «desde el punto de vista organizativo, la cosa más simple y menos formal que pueda imaginarse». Tenía tres facultades: matemáticas, estudios humanísticos y política y economía, a la que después se añadió una de ciencias.

¿Qué tiene de especial este Instituto? ¿Qué lo hacía especial en el momento de su creación y lo hace, hoy en día, todavía más especial?

Es una institución en la que se busca el saber por el saber. En su día ni siquiera tenía sede: los investigadores, profesores y estudiantes se repartían por las instalaciones de la Universidad de Princenton, hasta que en 1939 se abrió el Fuld Hall (el marido de Carolina se llamaba Felix Fuld).

En el Instituto de Estudios Avanzados no hay programa, ni ciclos educativos ni laboratorios. Cada investigador es libre de estudiar lo que le apetezca, no hay contratos, ni obligaciones ni resultados que entregar al final de un determinado periodo de tiempo. No se indica qué investigar, ni cómo ni se busca ninguna clase de utilidad práctica al objeto de estudio que cada uno elige.

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Abraham Flexner en 1929

En 1930, esta concepción de Flexner del estudio y la investigación fue completamente revolucionaria, sólo posible gracias a su poder de convicción a la hora de explicar a los Bamberger cómo gastar (que no invertir) su dinero. 95 años después su concepción es aún más revolucionaría para la mentalidad del siglo XXI, enfangada en el «paraqueismo» y el «utilitarismo», centrada en una Universidad que produzca perfiles útiles para la sociedad.

Flexner acogió en su Instituto a los más importantes científicos europeos, muchos de ellos judíos perseguidos por el nacionalsocialismo. Einstein, Wyl, Neuman y Panofksy, entre otros muchos, disfrutaron de ese ambiente de completa libertad intelectual para pensar, leer, estudiar e interactuar con especialistas de otros campos para enriquecerse mutuamente.

«Un poema, una sinfonía, una pintura, una verdad matemática, un nuevo hecho científico, todo ello constituye en sí mismo la única justificación que universidades, escuelas e institutos de investigación necesitan o requieren». flexner-signature

Ojalá hubiera en nuestros días muchos Flexner (y muchos Bamberger) que consiguieran extender todas estas ideas, permitiendo la interacción entre las distintas ramas del conocimiento sin la presión de encontrar una utilidad inmediata a lo que nos provoca curiosidad.

Para saber más:

* The usefulness of useless knowledge, Harper´s Magazine junio 1939

* La utilidad de lo inútil, de Nuccio Ordine. Ed. Acantilado.

* La sublime utilidad de la ciencia inútil, de Pedro Etxenike

Sobre la autora: Ana Ribera (Molinos) es historiadora y cuenta con más de 14 años de experiencia en el mundo de la televisión. Autora de los blogs: Cosas que (me) pasan y Pisando Charcos.

5 comentarios

  • […] ¿Qué puede haber más necio o ridículo, a la vista de la historia del género humano, que las simpatías o antipatías fundadas en la raza o la religión? ¿Acaso la humanidad quiere sinfonías, pinturas y profundas verdades científicas, o quiere […]

  • Avatar de Silvia Nicolás Cisneros

    Gracias, conocía el Informe Flexner, pero no datos de su autor. Muy interesante lo que han publicado.

  • Avatar de GONZALO ANDRES CORTES OLARTE

    En un mundo mediatizado por las TICS, donde el éxito se mide en dinero y la felicidad se ve como un articulo por el que se puede pagar, un mundo donde abundan los acumuladores compulsivos de riqueza y escasean los de conocimientos, un mundo donde se piensa en viajes turísticos al espacio para retrasar el envejecimiento unos segundos, en lugar de expediciones científicas en la tierra para prolongar la sostenibilidad de la vida de las especies incluida la humana, un visionario como Flexner y unos filántropos como los Bamberger desplazarían las ordas de fundaciones, instituciones y ONG «sin animo de lucro» a través de las cuales se blanquean capitales y se evaden impuestos. La falta de políticas educativas responsables en un país generan inequidad social y la inequidad genera violencia.

  • […] Para saber más: * The usefulness of useless knowledge, Harper´s Magazine junio 1939 * La utilidad de lo inútil, de Nuccio Ordine. Ed. Acantilado. * La sublime utilidad de la ciencia inútil, de Pedro Etxenike Sobre la autora: Ana Ribera (Molinos) es historiadora y cuenta con más de 14 años de experiencia en el mundo de la televisión. Autora de los blogs: Cosas que (me) pasan y Pisando Charcos. […]

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