El camino hacia los antibióticos inservibles

Fronteras

Se acerca el invierno al hemisferio norte y llegan con él los resfriados, las gripes y otras enfermedades que no siempre se tratan como deberían, poniendo así en riesgo no solo la salud de quien la padece sino también de quienes le rodean.

medicamentos

Uno de los mayores problemas al respecto es la automedicación, a pesar de que se trata de un acto muy criticado e incluso mal visto. En países desarrollados, donde el acceso a las medicinas es relativamente sencillo, más del 20% de la población se atreve a escoger por sí misma qué tomar cuando se encuentra mal. Es la población entre 16 y 44 años la más asidua a estas prácticas y las mujeres más que los hombres; las mujeres solteras con estudios universitarios, los hombres que cobran un salario superior a 1.200 euros al mes y los varones inmigrantes tienen más probabilidades de ingerir fármacos sin receta.

Si bien los medicamentos elegidos en esos casos suelen ser analgésicos (contra el dolor), antipiréticos (para tratar la fiebre) y fármacos destinados a aliviar el resfriado común o las molestias de garganta; el gran problema llega con el abuso de antibióticos.

Se les incluye en la definición de medicamentos antimicrobianos y están indicados para el tratamiento de infecciones causadas por bacterias (en el caso de los ataques víricos lo que se tratan son los síntomas y no se puede hacer otra cosa que esperar a que pase el malestar), el problema es que se sabe que éstas se pueden hacer resistentes a los mismos si excede su uso por lo que, a medio plazo, este hecho puede provocar que los antibióticos sean inefectivos para tratar infecciones comunes como le neumonía.

Lo más grave, según los profesionales, es que la tasa de resistencia a estos medicamentos está creciendo, y si no hacemos nada para frenarla, nos podemos enfrentar a una pandemia global.

De la misma forma, se sabe que todo uso de un antibiótico ‘consume’ parte de su eficacia, disminuyendo la capacidad de usarlo en el futuro lo que puede ser dramático si se padece una infección grave que no se puede tratar de otro modo. Asimismo, a esta pérdida de eficacia se suma que desde 1970 apenas se han desarrollado dos nuevas clases de antibióticos. Esto ha provocado que el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades declare que la mayor amenaza a la salud que afronta Europa proviene de microorganismos que se han vuelto resistentes a los antibióticos.

Y quizá lo más llamativo sea que el uso excesivo de antibióticos no solo afecta a quien hace uso de ellos sino también al entorno. Se ha demostrado que la resistencia puede aparecer como un fenómeno de grupo. Es decir, en lugares como hospitales, donde se administra de manera habitual un determinado fármaco (no sobre la misma persona sino en general), aparecen bacterias resistentes al mismo que en el caso de infectar a alguien, no se le podrá tratar al no disponer de medicamentos adecuados.

Con todos estos datos sobre la mesa, la recomendación es clara: únicamente se debe consumir antibióticos cuando esté indicado bajo preinscripción médica y, al mismo tiempo, deben ser los profesionales quienes procuren no abusar de su administración.

Sobre la autora: Maria José Moreno (@mariajo_moreno) es periodista

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