El efecto Roseto

Firma invitada

Iker Badiola Etxaburu

Nos encontramos en los albores del siglo XXI y en estos primeros años de siglo los avances tecnológicos que hemos experimentado en los países llamados desarrollados están cambiando nuestros hábitos de vida a una celeridad inusual hasta la fecha. Por este motivo me parece que el siglo XXI es un momento excepcionalmente interesante para reflexionar sobre el efecto Roseto tanto desde un punto de vista biológico como antropológico.

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Roseto es un pequeño pueblo del estado de Pensilvania en Estados Unidos. El núcleo urbano fue fundado en su totalidad por inmigrantes italianos originarios del pequeño pueblo italiano situado a los píes de los Apeninos llamado Roseto Valfortore. A finales del siglo XIX el pueblo italiano experimentó un gran flujo migratorio y los rosetianos se desperdigaron por todo el mundo pero un grupo muy importante emigró al estado de Pensilvania con la intención de trabajar cerca de una cantera de pizarra. Con el devenir de los años los rosetianos fundaron todo un pueblo que lo denominaron Roseto en homenaje a sus orígenes.

A mediados del siglo XX Roseto era un pueblo estadounidense como otro cualquiera con sus servicios y entre ellos tenía un médico. Fue éste médico quien le alertó al doctor Stewart Wolf a la postre uno de los padres de la medicina psicosomática de un hecho peculiar que acontecía en Roseto: los rosetianos apenas sufrían enfermedades cardiovasculares.

Elcaso Roseto

En los años cincuenta en Estados Unidos una de las primeras causas de muerte eran enfermedades cardiovasculares y en cambio en este pequeño pueblo en el estado de Pensilvania no se trataba a la gente por este tipo de afecciones. El doctor Wolf empezó a estudiar la población de Roseto tomando en cuenta parámetros médicos. En un principio se hipotetizó sobre unos supuestos hábitos alimentarios propios de una comunidad mediterránea que les beneficiaría respecto a la población americana que se alimentaba a base de una dieta basada en azúcares y proteínas, pero la hipótesis fue desechada. Los rosetianos habían adquirido los hábitos alimenticios propios de la sociedad americana e incluso en los apuntes del doctor Wolf se observaba que el hábito del tabaquismo estaba muy extendido entre la población; hecho que debía perjudicar seriamente la salud cardiovascular de los rosetianos.

Una vez descartada la mencionada hipótesis la siguiente suposición se dirigió al fondo genético de los rosetianos; pero al estudiar la incidencia de las enfermedades cardiovasculares en otros rosetianos que no residían en Roseto (Pensilvania) también se desechó esta hipótesis porque aquellos rosetianos que residían en otras partes de Estados Unidos sufrían enfermedades cardiovasculares con la misma incidencia que los demás estadounidenses.

El siguiente estudio se centró en el estudio de la zona geográfica, pero poblaciones colindantes como Bangor o Nazareth tenían las mismas tasas de incidencia que las demás poblaciones de Estados Unidos.

El doctor Wolf contó con la colaboración del sociólogo John Bruhn quien resultó ser vital en el esclarecimiento del misterio de Roseto. Ambos observaron que los rosetianos habían construido una comunidad muy cohesionada. Todos se ayudaban mutuamente; en una población de apenas dos mil habitantes había veintidós organizaciones cívicas. Las casas donde convivían tres generaciones eran inusualmente frecuentes. Los domingos todo el pueblo se congregaba en la parroquia Nuestra Señora del Monte Carmelo para celebrar conjuntamente la misa. Se potenciaba sobremanera el igualitarismo y los más afortunados ayudaban a los más desfavorecidos. En definitiva, el sentimiento de comunidad era extremadamente extraordinario para una comunidad afincada en un país donde se primaba sobremanera el individualismo.

El efecto Roseto

Hoy día sabemos que la soledad que evitaban los rosetianos aumenta los niveles de estrés; el gran mal de los países desarrollados. El estrés aumenta en nuestro cuerpo la hormona llamada cortisol. El cortisol es producido por la glándula suprarrenal y prepara el organismo para momentos puntuales en los que tenemos que acelerar nuestra actividad metabólica en respuesta a condicionantes externos. Pero la exposición constante de los tejidos al cortisol provoca el incremento de la presión arterial y la depresión del sistema inmune que termina desembocando en enfermedades cardiovasculares.

Los rosetianos nos brindaron un bonito experimento con el cual demostraron la naturaleza grupal del ser humano, enseñando que el Homo sapiens es un animal social en contra de las nuevas tendencias individualistas que se imponen en los países desarrollados.

Referencias:

B Egolf, J Lasker, S Wolf, and L Potvin The Roseto effect: a 50-year comparison of mortality rates. Am J Public Health. 1992 August; 82(8): 1089–1092.

Stewart Wolf and John G. Bruhn (1993) The Power of Clan: The Influence of Human Relationships on Heart Disease.

R. Positano (2011) The mystery of the Rosetan people

Clarke Johnson / University of Illinois at Chicago – The Roseto Effect

Sobre el autor: Iker Badiola Etxaburu es profesor en el departamento de biología celular de la UPV/EHU e imparte clases en la Facultad de Medicina. El dr. Badiola fue galardonado con el premio de mejor investigador joven en el 13er congreso de la ISHSR celebrado en Niigata (Japón) en el año 2007. En la actualidad es investigador principal de un proyecto que estudia la epigenética del microambiente tumoral.

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