Por qué los colegios no deberían enseñar habilidades de pensamiento crítico generales

Ideas

Carl Hendrick

Foto cortesía de la Armada de los Estados Unidos / Flickr

Ser controlador de tráfico aéreo no es fácil. Parte fundamental del trabajo es una capacidad cognitiva llamada “conciencia situacional” que implica “la extracción continua de información ambiental [y la] integración de esta información con conocimiento previo para formar una imagen mental coherente”. Grandes cantidades de información fluida deben mantenerse en la mente y, bajo extrema presión, se toman decisiones de vida o muerte a lo largo de turnos rotatorios de 24 horas. El trabajo es tan estresante y exigente mentalmente que, en la mayoría de los países, los controladores de tráfico aéreo cumplen los requisitos para una jubilación anticipada. En los Estados Unidos, deben retirarse a los 56 sin excepciones.

En los años sesenta se realizaron una interesante serie de experimentos sobre las capacidades mentales de los controladores de tráfico aéreo. Los investigadores querían explorar si poseían una capacidad aumentada general para “seguir varias cosas a la vez” y si esa habilidad podía aplicarse a otras situaciones. Tras observarlos en su trabajo, los investigadores asignaron a los controladores de tráfico aéreo un conjunto de tareas genéricas con formas y colores basadas en la memoria. Lo extraordinario fue que, cuando se les evaluaba en estas tareas alejadas de su área de conocimiento, los controladores de tráfico aéreo no eran mejores que cualquier otro. Sus extraordinariamente sofisticadas capacidades cognitivas no se aplican fuera de su ámbito profesional.

Desde comienzos de los años ochenta, sin embargo, los colegios se han visto cada vez más cautivados por la idea de que los estudiantes deben aprender un conjunto de destrezas de razonamiento generalizadas para prosperar en el mundo contemporáneo; y especialmente en el mercado de trabajo contemporáneo. Llámense “habilidades de aprendizaje del siglo XXI” o “pensamiento crítico”, el objetivo es equipar a los estudiantes con un conjunto de métodos generales de resolución de problemas que pueden aplicarse a cualquier campo; los líderes empresariales los aplauden como parte esencial de la preparación para el siglo XXI. Naturalmente, queremos que niños y graduados tengan un conjunto de herramientas cognitivas multipropósito que les permitan manejarse en el mundo. Es una vergüenza, entonces, que hayamos fallado a la hora de aplicar un mínimo de pensamiento crítico a la cuestión de si una cosa así se puede enseñar.

Tal y como sugerían los estudios de los años sesenta sobre los controladores aéreos, para ser bueno en un campo concreto tienes que saber un montón de él: no es fácil trasladar esas habilidades a otros ámbitos. Esto es aún más cierto con el tipo de conocimiento complejo y especializado que conlleva la pericia profesional: estudios posteriores encontraron que cuanto más complejo es el campo, más importante es el conocimiento específico de ese campo. Esta no traslabilidad de la habilidad cognitiva está bien establecida en la investigación psicológica y ha sido replicada muchas veces. Otros estudios, por ejemplo, han demostrado que la capacidad de recordar largas series de dígitos no se transfiere a la capacidad de recordar largas series de letras. Sin duda esto no es sorprendente, ya que todos conocemos personas que son muy “inteligentes” en sus vidas profesionales y que, sin embargo, parece que toman decisiones estúpidas en sus vidas personales.

En casi cualquier campo, cuanto mayor es el nivel de habilidad, más probable es que la pericia se haga más concreta. En un equipo de fútbol, por ejemplo, hay diferentes “campos” o posiciones: portero, defensa, delantero. Dentro de éstas, hay todavía más categorías: defensa central, lateral, mediocentro atacante, mediocentro defensivo, delantero centro. Bueno, podría estar bien para un grupo de aficionados, jugando un partido amistoso, cambiar de posiciones. Pero, a nivel profesional, si pones un lateral izquierdo en la posición del delantero centro o a un centrocampista en la de portero, los jugadores estarían perdidos. Para que puedan tomar decisiones excelentes en fracciones de segundo y ejecutar estrategias robustas y eficaces necesitan miles de modelos mentales concretos, y miles de horas de práctica para crear esos modelos, todos los cuales son concretos y exclusivos de una posición.

Por supuesto, el pensamiento crítico es una parte esencial del equipamiento mental de un estudiante. Sin embargo, no puede separarse del contexto. Enseñar a los estudiantes “destrezas de razonamiento” separadas del resto de su currículo no tiene sentido y es ineficaz. Como dice el pedagogo estadounidense Daniel Willingham:

Si recuerdas a un estudiante suficientemente a menudo que “mire un problema desde múltiples perspectivas”, aprenderá que debe hacer eso, pero si no sabe mucho de un problema, no puede pensar sobre él desde múltiples perspectivas…el pensamiento crítico (así como el pensamiento científico y cualquier otro pensamiento basado en un campo) no es una habilidad. No hay un conjunto de destrezas de pensamiento críticas que pueden adquirirse y usarse sin tener en cuenta el contexto.

Esta separación de los ideales cognitivos del conocimiento contextual no se circunscribe al aprendizaje del pensamiento crítico. Algunos colegios se precian de colocar las “destrezas de aprendizaje para el siglo XXI” como parte fundamental de su misión. Se ha llegado incluso a sugerir que algunas de estas nebulosas habilidades son ahora tan importantes como la alfabetización y que debería otorgárseles el mismo estatus. Un ejemplo de esto son los juegos de entrenamiento mental que afirman que ayudan a los niños a ser más inteligentes, estar más alerta y ser capaces de aprender más rápido. Sin embargo, investigaciones recientes ha demostrado que los juegos de entrenamiento mental son solo buenos para una cosa: ser bueno en los juegos de entrenamiento mental. La afirmación de que ofrecen a los estudiantes un conjunto general de habilidades de resolución de problemas fue recientemente rebatida por un estudio que revisó más de 130 artículos de investigación, que concluía:

No conocemos prueba alguna de mejora general en cognición, rendimiento académico, desempeño profesional, y/o competencias sociales que se derive de una práctica descontextualizada de habilidades cognitivas carentes de contenido de un campo concreto.

Lo mismo aplica para la enseñanza de “predisposiciones” como la “mentalidad de crecimiento” (centrada en la voluntad y el esfuerzo en oposición al talento innato) o la “firmeza” (la determinación para superar obstáculos). No está claro que estas disposiciones se puedan enseñar, y no hay pruebas de que enseñarlas aparte de un tema concreto tenga efecto alguno.

En vez de enseñar habilidades de pensamiento crítico genéricas, deberíamos centrarnos en habilidades de pensamiento crítico concretas para un tema que busquen ampliar el conocimiento individual del estudiante del tema y desentrañar los complicados misterios propios de cada tema. Por ejemplo, si un estudiante de literatura sabe que la madre de Mary Shelley murió poco después del nacimiento de Mary y que la misma Shelley perdió varios hijos al poco de nacer, la comprensión del estudiante de la obsesión de Victor Frankenstein con crear vida a partir de la muerte, y del lenguaje empleado para describirla, será mejor que si se aproxima al texto sin este conocimiento. Un estudiante de física que investiga por qué dos aviones se comportan de forma diferente durante el vuelo puede saber cómo “pensar críticamente” gracias al método científico pero, sin un sólido conocimiento de factores contingentes como la temperatura del aire exterior y un repertorio de casos de estudio previos en los que fijarse, el estudiante tendrá dificultades para saber en qué hipótesis centrarse y qué variables descartar.

Como escribe Willingham: “Los procesos del pensamiento están entrelazados con aquello en lo que se piensa”. Los estudiantes necesitan que se les den cosas reales y significativas del mundo con las que y sobre las que pensar, si los profesores quieren influir en cómo hacen ese pensar.

Sobre el autor: Carl Hendrick es responsable de aprendizaje e investigación en el Wellington College (Berkshire, Reino Unido) y está terminando su doctorado en educación en el King’s College de Londres.

Texto traducido y adaptado por César Tomé López a partir del original publicado por Aeon el 5 de diciembre de 2016 bajo una licencia Creative Commons (CC BY-ND 4.0)

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11 comentarios

  • Avatar de Antonio García

    Ignoro sí esté artículo fué mal traducido o interpretado, o simplemente el texto original no tiene sentido. Lo que sí estoy seguro es que no veo ciencia alguna en el.

  • Avatar de Gustavo Luis Rébora

    Las decisiones en certeza no requieren pensamiento critico, son automáticas (autómatas), reconocen un estado de la naturaleza y aplican un procedimiento. Las decisiones en riesgo y más aún en incertidumbre, requieren pensamiento críticos en grado ascendente. Teorías, modelos y programas, en grado descendente de pensamiento crítico. Personas o Autómatas descendente. Ciudadanos o Autómatas descendente. En la educación hay que enseñar a discernir que estado tenemos enfrente no a formar autómatas. Sin pensamiento crítico no hay ciencia, tampoco filosofía sin pensamiento, de manera que como alguien tendrá que hacerse cargo de los estados de incertidumbre, lo que está proponiendo políticamente el no enseñar pensamiento crítico es asumir que hay Dioses y humanos, traducido Dictadores y esclavos, Todopoderosos y dominados.

    Por último deseo expresar que ya me siento Humano, no poshumano.

      • Avatar de Pedro Melgar

        Perdone usted, pero es que el pensamiento crítico específico no existe. Lo que existe es un tiempo de adaptación a mecanismos automáticos, que no son, como el artículo sugiere, procesos cognitivos.

        El artículo está plagado de falacias e inexactitudes, como sugerir que el pensamiento crítico general es innecesario, cuando sí lo es para todo aquello en lo que empleamos procesos cognitivos (menos en tareas automáticas, donde no existe el pensamiento crítico específico, alguien lo desempeña sin plantearse por qué lo desempeña así).

        El pensamiento crítico general es fundamental para poder opinar correctamente en base a la información disponible. La opinión vale tanto como informado estés.

        • Avatar de Ch

          La opinión no vale nada. Todos pueden tener opinión sobre cualquier cosa. Lo que vale son los argumentos y para tenerlos has de conocer aquel campo sobre el que estás argumentando. Y ese es el contexto del que habla el artículo. No se puede argumentar en general, sobre ningún campo en concreto.

  • Avatar de Matias

    En la escuela todos los contenidos son generales, a menos que sea una técnica o con contenido específico. No veo por qué no se pueda enseñar con éxito pensamiento crítico general… No se trata más que de imbuir al sentido común del alumno con racionalidad, lógica y pensamiento científico… No estoy para nada de acuerdo con este artículo, es desmotivador que desde una página de ciencias y una posición privilegiada de conocimiento se aliente la no enseñanza de una herramienta vital para entender y razonar la realidad sea cual fuere tu profesión o desempeño, específico o no, como lo es el pensamiento crítico o el ridículo nombre posmoderno con el que lo mencionan acá…

    El pensamiento crítico debería estar en todas las materias y ser alentado por todos los profesores… Y si el problema es solo con que se enseñe de forma «general» y no de manera particular aplicada a alguna materia o desempeño específico deberían dejarlo más claro y cambiar ese título clickbait que se presta a la confusión….

  • Avatar de Félix Pardo

    No entiendo las observaciones críticas al contenido del artículo. La idea central es que resulta poco eficaz enseñar la habilidad de pensar de manera crítica si esta enseñanza no se basa en un conocimiento en profundidad y contextualizado en una materia. Las citas de Willingham, un psicólogo cognitivo de prestigio, son pertinentes y sus afirmaciones son el resultado de numerosas investigaciones en Primaria y Secundaria sobre las que existe amplio consenso. Tal vez la polémica se debe a la confusión de la doble perspectiva desde la que abordar el pensamiento crítico, la científica y la filosófica. Desde la segunda se trataria de analizar prejuicios, falsas creencias, categorías, métodos, razonamuwntis, marcos mentales que pueden llevarnos a errores lógicos y epistemológicos. Y esta perspectiva nunca debe faltar en la enseñanza primaria y secundaria. Esta perspectiva a e puede aplicar con cierto grado de abstracción y con pretensión de universalidad. Pero la segunda perspectiva exige, para que sea eficaz, el mayor grado posible de concreción y particularidad en relación a unos determinados hechos. Algunos modelos pedagógicos que se presentan como innovadores omiten esa dualidad de perspectivas y buscan en la educación por conpetencias una especie de caja de hereamientas que sirva para todo. El presente artículo es útil porque cuestiona este modelo. Pero en modo alguno puede inferirse en su argumentación que refute la mencionada perspectiva filosófica. Tal vez una lectura más atenta y cordial puede evitar algunos sesgos exegéticos.

  • Avatar de Valeria Díaz

    Me llama la atención el contenido del artículo. Finalmente siempre se enseña pensamiento crítico contextualizado, o si no, ¡Cómo más enseñarlo! Nadie enseña, por ejemplo, teoría del pensamiento crítico, que eso sí que sería descontextualizado, sino que cada profesor/ra enseña pensamiento crítico de acuerdo a su disciplina. Desde esta perspectiva, no encuentro el punto a tal discusión.

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