No es la primera vez que hablamos en este blog de alguna de las propuestas del magnífico escritor Raymond Queneau. Creador del grupo OuLiPo –Ouvroir de Littérature Potentielle, Obrador de Literatura Potencial– junto al ingeniero François Le Lionnais, jugó en muchos de sus escritos, de manera más o menos evidente, con las matemáticas.
El libro Cuentos y declaraciones recoge diferentes textos de este autor, todos ellos marcados con un toque de ‘absurdidad’. Debajo reproduzco uno de ellos, bellísimo, en el que es posible percibir que a nuestras profesoras y profesores se les olvidó enseñarnos algunas de las propiedades más importantes de la suma…
En la traducción del texto (del original en francés) he intentado conservar –¡qué atrevida!– el estilo de Queneau, a veces coloquial, a veces burlón,…
Algunas observaciones someras relativas a las propiedades aerodinámicas de la suma (Quelques remarques sommaires relatives aux propriétés aérodynamiques de l’addition, 1950)
En todos los intentos realizados hasta nuestros días para demostrar que 2 + 2 = 4, nunca se ha tenido en cuenta la velocidad del viento.
La suma de números enteros no es, en efecto, posible más que con un tiempo bastante tranquilo para que, una vez puesto el primer 2, se quede en su sitio hasta que se pueda poner la pequeña cruz, después el segundo 2, y después el pequeño muro sobre el que sentarse para reflexionar y por fin el resultado. El viento puede soplar después: dos y dos son cuatro.
Si el viento empieza a elevarse, he aquí el primer número que cae. Si continúa, ocurre lo mismo con el segundo. ¿Cuál es entonces el valor de ? Las matemáticas actuales no están en la medida de respondernos.
Si el viento sopla fuerte, entonces la primera cifra sale volando, después la crucecita, y así sucesivamente. Pero supongamos que cae tras la desaparición de la cruz, entonces podríamos estar abocados a escribir la absurdidad 2 = 4.
El viento no sólo lleva, también trae. La unidad, número particularmente ligero y que una simple brisa basta para desplazar, puede caer en una suma donde no tiene nada que hacer, a espaldas incluso del calculador. Es esta la intuición que había tenido el matemático ruso Dostoievski cuando osó declarar que tenía una debilidad por 2 + 2 = 5.
Las reglas de la numeración decimal prueban igualmente que los hindúes han debido probablemente formular más o menos de modo inconsciente nuestro axioma. El cero rueda con facilidad, es sensible al mínimo soplido. Tampoco se le tiene en cuenta cuando está situado a la izquierda de un número: 02 = 2, ya que el cero ‘se larga’ siempre antes del final de la operación. No es significativo más que a la derecha, pues entonces las cifras precedentes pueden también retenerlo e impedirle salir volando. También se tiene 20 ≠ 2, mientras el viento no supere algunos metros por segundo.
Deduciremos ahora algunas consecuencias prácticas de estas consideraciones; en cuanto se pronostican perturbaciones atmosféricas, es bueno dar a la suma una forma aerodinámica. También se aconseja escribir de derecha a izquierda y comenzar lo más cerca posible del borde de la hoja de papel. Si el viento hace deslizar la operación en curso se puede, casi siempre, recogerla antes de que llegue al margen. Se obtendrá así, aún con una tormenta de equinoccio, resultados como éste:
= 5.
Referencias
Raymond Queneau, Contes et propos, Gallimard, 1981
Sobre la autora: Marta Macho Stadler es profesora de Topología en el Departamento de Matemáticas de la UPV/EHU, y colaboradora asidua en ZTFNews, el blog de la Facultad de Ciencia y Tecnología de esta universidad.
Dos más dos son cinco — Cuaderno de Cultura Científica
[…] dos más dos no han sido siempre cuatro? No necesariamente; ya vimos en la anotación Algunas observaciones someras relativas a las propiedades aerodinámicas de la suma que el resultado de esa suma puede depender de la velocidad del […]