Haydée Valdés González
A menudo tengo la sensación de que buscando acercar la Ciencia a la sociedad y pretendiendo que la ciudadanía “pierda el miedo” a la Ciencia y se sienta más atraído y predispuesto hacia ella, recurrentemente se deja entrever el mensaje de que “la Ciencia es fácil y divertida”.
Sin embargo, este eslogan puede ser un arma de doble filo. Permítanme que me explique.
En lo que a la “facilidad” de la Ciencia se refiere, es necesario hacer hincapié en tres aspectos fundamentales: la asimilación de los contenidos científicos, el ejercicio de la Ciencia y el espíritu investigador.
En primer lugar, en lo que a los contenidos científicos se refiere, es importante aclarar que, ciertamente, el conocimiento científico es comprensible para todo aquella persona que lo desee pero creo que es importante matizar que no es, necesariamente, fácilmente comprensible. Al contrario, suele ser difícilmente comprensible puesto que requiere de mucho esfuerzo y muchas horas de dedicación al estudio para poder asimilarlo correctamente.
Lo que ocurre entonces es que para “hacer fáciles los contenidos científicos” y poder transferir conocimiento a la sociedad muchas veces se ha de recurrir a una simplificación excesiva de dichos contenidos científicos. Esta acción, como todo en la vida, tiene sus ventajas e inconvenientes. En esta ocasión me gustaría centrarme en los inconvenientes.
Presentar la Ciencia a través de conceptos demasiado simples o, bien, presentar la Ciencia a través de conceptos muy complejos de forma simple, probablemente deja al espectador con un dulce sabor de boca pero también con grandes lagunas de conocimiento y posiblemente engañado al creer que, en unos pocos minutos, ha logrado comprender teorías o conceptos científicos que en realidad son muy complejos.
Al permitir que el ciudadano se marche a su casa con la sensación general de que “la Ciencia es fácil”, se corre el gravísimo riesgo de que éste no sepa poner en verdadero valor a la Ciencia y no la perciba como lo que realmente es, un proceso que requiere mucho esfuerzo, dedicación estudio y conocimiento. Esto puede implicar a su vez que dicha persona no sepa apreciar en su justa medida el verdadero valor de los estudios científicos ni distinguirlos del resto de informaciones pseudocientíficas que están a la orden del día.
En segundo lugar, la Ciencia no sólo abarca el conjunto de conocimientos científicos derivados de su ejercicio. La Ciencia es también la actividad ejercitada por los científicos para la obtención de dicho conjunto de conocimientos y llevar a cabo dicho proceso con la seriedad y el rigor que le caracteriza tampoco es necesariamente fácil. Hay que tener en cuenta que la actividad científica es un ejercicio que habitualmente se prolonga bastante en el tiempo, para lo que se requiere mucha constancia y paciencia, y que se ha de ejecutar siempre de una forma organizada, meticulosa y precisa lo que no siempre resulta una tarea fácil.
Y en tercer y último lugar, también es importante matizar que el ejercicio de la Ciencia conlleva una transformación fundamental en el carácter y personalidad del ser humano que lo practica, lo que lógicamente entraña una cierta dificultad. Un buen científico debería poseer un espíritu científico, lo que significa que esa persona debería realizar un importante esfuerzo personal para desarrollar un conjunto de valores, habilidades y aptitudes que no siempre le son innatas. Así por ejemplo, un científico debería poseer apertura mental, ser escéptico o estar libre de prejuicios, capacidades, todas ellas, cuyo desarrollo puede llegar a entrañar una enorme dificultad dado que en muchas ocasiones puede provocar importantes conflictos con los sentimientos, deseos o creencias propias del individuo.
Por otro lado, la afirmación de que “la Ciencia es divertida” también habría que matizarla.
Seguro que todos nosotros conocemos a personas de nuestro entorno cotidiano que son felices haciendo deporte. Cuando les preguntamos por qué continúan practicando deporte a pesar de por ejemplo, las lesiones, el cansancio físico o las condiciones climatológicas, una de las razones que normalmente argumentan es que hacer deporte “les divierte”, en alusión a la diversión derivada de la propia naturaleza del proceso.
Bien, pues con la Ciencia pasa lo mismo.
La actividad científica, la práctica del ejercicio de la Ciencia, es divertida por sí misma. La Ciencia resulta entretenida y apasionante porque su fin último es comprender el mundo que nos rodea, lo que satisface el anhelo de curiosidad que ha acompañado al ser humano a lo largo de toda su existencia.
Ahora bien, no se vayan a creer ustedes que estar en el laboratorio es una fiesta continua. La actividad investigadora, como cualquier otra profesión, también puede ser rutinaria y, en ocasiones, hasta aburrida. Lo que ocurre es que hay personas para las que el proceso de investigación científica y todo lo que éste conlleva, incluidos los aspectos negativos, resulta fascinante y atractivo, de la misma manera que hay personas que disfrutan haciendo ejercicio físico a pesar de, como digo, las lesiones o el cansancio.
Otra cosa bien distinta es que además sea posible disfrutar con el conocimiento científico derivado del ejercicio de la Ciencia asistiendo a eventos de divulgación científica.
Pero resulta evidente que se trata de dos formas de disfrutar completamente diferentes.
Mientras que el espectador de un evento de divulgación científica es un agente pasivo que disfruta de los contenidos científicos sentado en una butaca, el científico es un agente activo que disfruta haciendo Ciencia y generando conocimiento científico (aunque en ocasiones también pueda actuar como espectador de eventos científicos, evidentemente).
En línea con esta afirmación cabría matizar entonces que el principal inconveniente de que a la ciudadanía se le otorgue sistemáticamente el papel de espectador es que, probablemente, acabará por tener una comprensión limitada de lo que es la diversión en la Ciencia ya que nunca experimentará la diversión asociada al trabajo de investigación.
En este sentido, resultaría sumamente interesante que se llevaran a cabo más iniciativas que permitiesen a los ciudadanos que así lo desearan (especialmente los niños y los más jóvenes) tomar parte activa en procesos de investigación reales otorgándoles el papel protagonista del ejercicio de la Ciencia y alejándolos por completo del papel de espectador.
Esta iniciativa satisfaría además otras necesidades importantes como son las de desarrollar el espíritu científico de la población, para que puedan aplicarlo en sus vidas y beneficiarse de todo lo que éste implica, y la de permitir a los ciudadanos comprobar en primera persona el esfuerzo, dificultad, rigor y seriedad que entraña la actividad científica, lo que incuestionablemente influiría en una percepción más positiva y respetuosa de la misma.
Otra deriva de lo que es el concepto de “Ciencia divertida” es el de los espectáculos de Ciencia que en ocasiones tenemos la oportunidad de presenciar.
Los actores de las performances científicas eligen experimentos llamativos a sabiendas de que van a resultar fascinantes y espectaculares, casi mágicos y milagrosos, lo que indiscutiblemente resulta altamente lúdico, entretenido e irresistible pero también considerablemente alejado de la realidad científica.
En estos espectáculos, la Ciencia se equipara al contenido que ha sido cuidadosamente “enlatado” con un formato atrayente para el consumo del gran público a costa de alejarla de su propia esencia como proceso de búsqueda del conocimiento, lo que tiene un efecto devastador al banalizar la Ciencia y convertirla en un producto de consumo más dentro de la oferta del sector de ocio y entretenimiento.
Incuestionablemente, es imprescindible acercar la Ciencia a la sociedad y transferir el conocimiento científico a la ciudadanía por lo que todas las posibles iniciativas tienen cabida, pero es importante recalcar la necesidad de cuidar adecuadamente las formas y el fondo para no desvirtuar a la Ciencia y conseguir así que su verdadero valor e importancia no pasen desapercibidos a la sociedad.
Sobre la autora: Haydée Valdés González es doctora en ciencias químicas.
jon
Completamente de acuerdo, hacer ciencia es difícil y no te digo publicarla y sobre todo conseguir dinero para hacerla.
Otra consecuencia de la divulgación de la ciencia es la «ideologización» de los debates científicos. Lo que puede provocar sesgos grandes en los científicos a la hora de hacer ciencia. Los debates del tipo pro- y contra, en temas en los que hay discusión en la comunidad científica es lo más alejado de una buena forma de hacer ciencia que hay.
¿Cómo despertar vocaciones científicas en los niños? – Cuaderno de Cultura Científica
[…] ya que muy habitualmente la Ciencia se presenta en estas actividades como “fácil y divertida” pero considerablemente alejada de su verdadera esencia como proceso de búsqueda del conocimiento. […]