Una estudiante, a quien el Dr. Goldovsky describe como “técnicamente competente pero mala lectora”, preparó un Capriccio de Brahms (Op.76, No.2) para ensayarlo durante la clase. Empezó a tocar la pieza del tirón pero, al llegar al acorde de Do sostenido Mayor, 42 compases antes del final, tocó un sol natural en lugar de un sol sostenido (que sería lo apropiado en ese acorde mayor). Goldovsky le pidió que parara para corregir el error pero la estudiante le miró confusa: decía haber tocado lo que estaba escrito. Para sorpresa de Goldovsky, la joven tenía razón. Ella había interpretado exactamente lo que ponía en la partitura -errata incluida.
La anécdota la relata el flautista y psicólogo Thomas Wolf en un artículo sobre lo que se conoce como lectura musical a primera vista1 . Al parecer, la nota falsa estaba presente en todas las ediciones disponibles de la partitura pero había viajado inadvertida, de copia en copia durante un siglo, ante la mirada atenta de cientos de pianistas. Ninguno de ellos había sido capaz de verla, ni siquiera los doce conejillos de indias a quienes, más tarde, Goldovsky pidió explícitamente encontrarla.
Lo curioso de esta historia es que fue, precisamente, una mala lectora, la única capaz de leer con precisión la música escrita. Los músicos expertos consiguen leer a mayor velocidad gracias a todo un conocimiento implícito del contexto musical que les permite detectar automáticamente ciertos patrones. La estudiante, en cambio, careciendo de las expectativas que acompañan a los lectores con más experiencia, requería una cantidad mayor de información procedente de la partitura y de esta manera, paradójicamente, su interpretación era la más fiel al papel.
Si eres músico y, a estas alturas, te quema la curiosidad, te invito a buscar la errata en esta versión animada de la partitura de Brahms, o en su primera edición. Al cabo de un rato, y antes de que te quedes bizco, aquí tienes una pista: minuto 1’44’’.
Si no eres músico, te propongo un experimento parecido. Quiero que cuentes cuántas letras “F” aparecen en la siguiente oración, lo más rápido que puedas (puedes hacerlo despacio, si quieres, pero entonces pierde la gracia):
-
FINISHED FILES ARE
THE RESULT OF YEARS
OF SCIENTIFIC STUDY COMBINED
WITH THE EXPERIENCE OF YEARS
Si eres bilingüe o sueles leer con fluidez en inglés, quizás hayas contado unas tres o cuatro “F”. En cambio, si el inglés no es una lengua que domines especialmente (si eres un “mal” lector en comparación con alguien nativo, pongamos), probablemente hayas conseguido ver las 6 F que, de hecho, hay. El motivo es que los lectores nativos omiten los tres “of” presentes en la frase. Simplemente, no los ven.
Cuando pensamos en palabras o en frases, de hecho, solemos centrarnos en los nombres, verbos y adjetivos que portan casi toda la carga semántica. El resto son las “palabras invisibles” de las que habla Itziar Laka en esta maravillosa charla de Naukas 14 (la que inspira el presente artículo): preposiciones, nexos, sufijos, morfemas… pequeñas partículas en las que, a menudo, ni siquiera reparamos y que sin embargo, caracterizan por completo un idioma; sostienen, como tornillos en las cornisas de un enorme castillo, toda su gramática.
Cuenta también Laka que las palabras invisibles son las más frecuentes de una lengua, son las que hacen que el español suene a español, son las que dan forma a los patrones subyacentes en una lengua, patrones que detectamos, aun sin saber que los estamos detectando, desde que somos apenas bebés (la charla es una delicia, os recomiendo encarecidamente verla).
La música, como el lenguaje, está también llena de “notas inaudibles”. Son notas que no brillan necesariamente en la melodía, las notas que nadie canta, las notas que nos dejamos en el fondo de la memoria cada vez que recreamos nuestro tema pop preferido en la ducha. Pero están ahí, presentes, formando eso que se conoce como “armonía” y que es la verdadera gramática del lenguaje de la música.
Desde 1871, a 43 compases del final del segundo Capriccio op. 76 de Brahms, hay una nota falsa que nadie ve. Sabemos que es una nota falsa por mucho que Brahms la escribiera, por mucho que su editor, su copista y cien años de pianistas la pasasen de largo: reconocemos el error porque armónicamente no tiene sentido. La nota vive escondida, haciéndose pasar por un morfema del acorde de Do sostenido Mayor al que verdaderamente pertenece. Cuando los músicos pasan por ella, entienden su función gramatical por el contexto, entonan la melodía y siguen.
Referencia:
1Thomas Wolf, “A Cognitive Model of Musical Sight-Reading,” Journal of Psycholinguistic Research, April 1976. https://www.researchgate.net/publication/225262636_A_cognitive_model_of_sight-reading
Sobre la autora: Almudena M. Castro es pianista, licenciada en bellas artes, graduada en física y divulgadora científica
Mike
Muy interesante, pero no he entendido «sol natural en lugar de un sol sostenido (que sería lo apropiado en un acorde mayor)». Cambiar la quinta justa del acorde por una quinta disminuida no tiene nada que ver con ser mayor o menor, que depende de la tercera ¿no es así? ¿o estoy confundido?
Un saludo
Manuel Carrillo
Pues tienes toda la razón. Quizás no es una errata y verdaderamente es un sol natural
Juan Manuel
Aun cuando Brahms «haya dejado intencionalmente esa errata»como pudo haberlo hecho caprichosa y magistralmente cierto pintor (sin importarnos la época) dejando un elemento arbitrario en su lienzo-, pienso que en el contexto armonico en el que se desarrolla este capricho y en particular en esa secuencia, no existe la posibilidad de colocar sin preparacion un intervalo disminuido o aumentado. La lógica de la sucesión armonica presupone respetar la composicion del acorde mayor en esa obra y en ese pasaje. Repito, es importante el contexto, la atmosfera, el entorno sonoro en el que nace la idea y se desarrolla.
Rodrigo Bernal
Lo que sucede es que el acorde que está escrito: C#, E#, G es un acorde mayor con quinta disminuida.
Para la escuela tradicional europea ese acorde no existe, pero para la escuela moderna sí. Por ejemplo puedes escuchar esa clase de acorde en la música popular brasileña o en el jazz.
El problema radica en que Brahms no era Antonio Carlos Jobim, sino que era Brahms.
Así que el editor que hizo la primera versión de esta partitura probablemente cometió un error y realmente era un acorde mayor.
Pero en teoría sí es posible hacer un acorde mayor con quinta disminuida (1, 3, b5).
De hecho, no está el fragmento completo pero me imagino que después de ese acorde va a un F# menor. Y si es así, pues, en la música popular actual es posible hacer C# Mayor, pero también el Mayor b5.
Es decir para una obra por ejemplo de Antonio Carlos Jobim, cualquiera de los dos acordes sería una opción, el que tiene G y el que tiene G#.
Entonces en teoría podría ser que la obra de Brahms se pueda tocar con el G natural, pero lo más probable es que sea un G# y que el editor simplemente cometió un error.
Daniel Hernández
Hola buen día, según leí es un #Do #mayor por lo tanto si debería ser un #Sol sin embargo yo desconozco la pieza y no sé cuál habrá sido la intención real del compositor, de igual forma es una noticia muy buena. Saludos.
Almudena
¡Hola! Sí, os comento: efectivamente, Mayor menor son nomenclaturas que se refierer a la 3ª del acorde. Pero esto es porque, en ambos casos, la 5ª es Justa. Cuando varía la 5ª, los acordes cambian de nombre: podríamos tener un acorde disminuido (que siempre tiene la 3ª menor) o un acorde aumentado (que siempre tiene la 3ª mayor). En este caso, el mi es sostenido, es decir: es un acorde Mayor. Por eso (y por más cosas*) sabemos que la 5ª debe ser Justa.
*Por más cosas: el acorde anterior el Sol# Mayor, que actúa como dominante de do#. Además, el pasaje lleva ya un buen rato en torno a esa tonalidad.
Almudena
Todo esto en un contexto clásico tonal, que, por mi propio contexto, a veces lo doy por hecho. Veo un comentario más completo un poco más arriba aclarando que en jazz sí sería posible combinar 3ª M con 5ª disminuida.
Rodrigo Bernal
Muy interesante el artículo, en efecto los lectores a primera vista no leen todas las notas. Sino que asumen ciertas notas basándose en la época, estilo y compositor de la obra.
Gregory
Hay notas disonantes que «suenan bien».
Хесус Авилес
Me parece un juego de notas en un acorde natural
Manuel
En la escritura tradicional de la música antigua muchas veces no se escribían las alteraciones, pero había que cantarlas. Creo que se llama «hemitonía subentendida» o algo así.
Es decir los «obreretes» de la música de la época, los cantores, tenían que tener un conocimiento casi de arquitecto (compositor) para interpretar las obras. Cosa que en el presente no ocurre porque los cantores somos casi analfabetos musicales (alguno ni sabe leer la partitura y se aprende de memoria la melodía) por lo que las ediciones modernas de esas partituras sí muestran explícitamente las alteraciones que corresponden.
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