Oro parece, plátano es

Fronteras

Comedian (2019). Maurizio Cattelan. Imagen: EFE/EPA/RHONA WISE

Aunque este plátano fuese de oro no costaría 120.000 dólares.

El oro es una representación plástica del dinero. Porque el dinero es una abstracción. Por eso el inodoro de Maurizio Cattelan es de oro. El oro también es la representación de la luz sagrada, por eso los iconos religiosos se pintan y se cubren con oro. Por eso el Cristo Pantocrátor de Sicilia está repleto de oro. «Yo soy la luz del mundo».

El oro representa tanto los gustos profanos, el privilegio económico, como la divinidad y la trascendencia. El oro es un material que apela tanto a la voluntad de poder como a la voluntad de sentido. Ningún otro material abarca significados en principio tan opuestos.

Sobre todo en arte contemporáneo, el oro puede significar las dos cosas. Lo terrenal y lo divino. Si hay una línea que separa estos mundos, los artistas la han trazado con oro.

Las obras contemporáneas con oro son tremendamente sugerentes. Con los ojos del poder se leen de una manera, y con los del sentido se leen de otra. A veces las dos lecturas no son tan diferentes.

Danae riceve la pioggia d’oro (1560-1565). Tiziano. Óleo sobre lienzo. 129,8 x 181,2 cm. Imagen: Wikimedia Commons

La obra Dánae (1959) de Vadim Zakharov es una revisión contemporánea de la Danáe de Tiziano. En ninguna de las dos obras se usa oro, sino la representación del oro. Porque el oro no es solo un material. El oro es un color.

En la obra de Tiziano aparece Dánae, que había sido encerrada por su padre, para evitar que se cumpliese la profecía de que un nieto le asesinase. Pero Zeus, el pretendiente de Dánae, se transforma en una nube de oro que penetra en la celda de Dánae y la fecunda.

Unos 450 años después, Vadim Zakhaorov rescata esta historia y la convierte en una performance. Diseñó unas monedas doradas que caen a un patio al que solo pueden acceder mujeres. Protegidas con paraguas, las mujeres pueden recoger las monedas con un cubo. En la performance, igual que en la pintura de Tiziano en su tiempo, el oro significa la divisa del género y del poder.

Dánae (2013). Vadim Zakharov. Materiales variados, dimensiones variables. Imagen: Financial Times

La obra El beso (1907-1908) de Gustav Klimt contiene oro. Ocho variedades de pan de oro que el artista manipuló para lograr diferentes efectos.

El oro ofrece una lectura tanto espiritual como terrenal. El lugar es de oro. Los ropajes son de oro. Los cuerpos no. Ahí está la línea que separa lo trascendente de lo mundano. Como si el sentido de un beso fuese sobrenatural. No el acto en sí, sino el mundo místico que surge a través de él. Es un mundo especial, alejado de lo cotidiano. Klimt nos está diciendo con oro: puedes tocar lo que amas.

El beso (1907-1908). Gustav Klimt. Óleo, pan de oro y plata sobre lienzo. 180 x 180 cm. Imagen: Wikimedia Commons

El oro es un metal raro. Raro en toda la extensión de la palabra. Es raro porque se encuentra libre en la naturaleza. Otros metales se combinan con oxígeno, forman rocas, como sulfatos, sulfuros o carbonatos. El oro no. El oro es de color dorado. No se altera con el tiempo porque no se oxida. No deja de brillar. Es raro porque hay poco. Esa es una de las razones por las que se atesora como dinero. Su precio también fluctúa, como el del dinero. Es dinero con lustre.

Para los científicos, el color del oro y su escasa reactividad en gran medida siguen siendo un enigma. Para describir su color recurrimos a efectos relativistas. Cuando un elemento tiene tantos electrones (y por tanto tantos protones en su núcleo) ocurren fenómenos extraños desde el punto de vista de la física clásica. Los electrones se mueven a tal velocidad, con tanta energía, que tenemos recurrir a la relatividad. El salto de energía que se produce entre los electrones más externos, los de los orbitales 5 y 6, es tan pequeño que los electrones se disponen en configuraciones teóricamente anómalas. El color dorado implica que el oro absorbe energía en torno al azul. Es decir, absorbe energía de la región visible. Los orbitales 5 y 6 están tan próximos que la energía de la luz azul es suficiente.

Configuración electrónica del oro. Imagen: Wikimedia Commons

Existen varios métodos en arte para trabajar el oro y para cubrir objetos con oro. El que tiene más tradición en arte es el uso de pan de oro. El oro es un metal muy dúctil —que se deforma fácilmente aplicando presión— y maleable —fácilmente modelable y transformable en láminas—. Gracias a eso podemos transformarlo en pan de oro. Se bate con un martillo hasta obtener una lámina de metal con el grosor de una micra, incluso menos. Con 130 g de oro podemos fabricar hasta 10.000 láminas de pan de oro de 8 x 8 cm.

La artista Roni Horn creó en los años 80 una obra hecha exclusivamente con oro: Campo de oro. Esta obra es 1 kg de oro puro en una lámina de una centésima de milímetro de espesor. Esta lámina, tan etérea que parece ingrávida, se expone directamente en el suelo.

Gold field (1982). Roni Horn. Oro. 124,5 x 152,4 x 0,002 cm. Imagen: (c) Roni Horn / Houser & Wirth/ The New York Times

A Roni Horn, más que el uso histórico del oro, su peso cultural o su sentido metafórico, le interesa su relación con la luz desde un punto de vista empírico. La luz incide en la lámina de oro dando la impresión de queda atrapada allí, como si emanase de su interior una misteriosa irradiación.

El oro es un material valioso y que dota de valor. Es un material que puede significar lo divino y puede significar lo lujoso. La palabra glamur está escrita con letras de oro. Con oro se pintan ángeles y cúpulas. Con oro se visten los mercados. La bisutería de latón se chapa con oro para parecer.

El oro puede resultar precioso y chabacano al mismo tiempo. Es excesivo, ostentoso y hortera. La cultura hip hop bajó el oro a la tierra. El oro representa el poder de la forma más frívola que puede entenderse el poder.

Piensa en el objeto cotidiano más ordinario y vulgar y hazlo de oro macizo. Y llámalo América.

Instalación de América de Maurizio Cattelan en el Solomon Guggenheim de Nueva York. Imagen: Guggenheim

América (2016) es el inodoro de oro del artista Maurizio Cattelan. Está hecho de oro macizo de 18 quilates. El quilate designa la pureza del oro. Un quilate (símbolo K o kt) representa una veinticuatroava (1/24) parte de la masa total de la aleación que compone el metal. Una pieza de 24 quilates está hecha de 24/24 partes de oro y por lo tanto es de oro puro. El inodoro de oro, al ser de 18 quilates, su aleación está hecha de 18/24 (o 3/4) partes de oro. Es decir, tiene una pureza del 75%.

El inodoro de Cattelan tiene una masa de 103 kg. El precio del oro hoy es de 1.462,48 dólares por onza. Haciendo los cálculos obtenemos que solo el material de la obra costaría casi 4 millones de dólares. Hoy en día forma parte de la colección del Guggenheim y se estima su valor en 6 millones de dólares.

Hasta hace unos meses la obra estuvo instalada en uno de los baños del museo Guggeheim de Nueva York. Los visitantes podían usarlo como un retrete ordinario. Recientemente fue instalado en el Palacio de Blenheim en Reino Unido, donde estaba disponible para su uso como parte de una exposición de las obras de Cattelan. Se colocó en lugar de un inodoro utilizado anteriormente por Winston Churchill. Sorprendentemente, el 14 de septiembre de 2019 robaron la escultura y se supone que todavía está en paradero desconocido. La obra ya era famosa, pero con el robo ganó todavía más protagonismo. Después de la piedra robada de Yoko Ono, el inodoro de oro es la Mona Lisa robada de este siglo.

La fuente (1917). Marcel Duchamp. Imagen: SFMOMA

El inodoro de Cattelan es como el urinario de Marcel Duchamp de nuestro tiempo. Es una copia de Duchamp, pero de oro. Una crítica intelectualmente vaga sobre la voluntad de poder, el lujo y las apariencias. Una crítica manida del mercado del arte. Es espectáculo, pero de oro. Es frivolidad, pero de oro. Sin embargo, ha sido la obra conceptual que, de manera más concisa y directa, ha retratado la obscenidad del poder.

Cattelan dice que «la risa y el humor es un caballo de Troya para entrar en contacto directo con el inconsciente, golpear la imaginación y desencadenar reacciones viscerales pero sin violencia».

Un día perfecto (1999). Maurizio Cattelan. Imagen: Armin Linke / Perrotin

Ya en 1999 Cattelan sujetó a una pared de una galería, con cinta adhesiva, a Massimo de Carlo, su marchante de arte de Milán. Tituló la obra A Perfect Day, Un día perfecto. No tuvo tanto eco mediático como su reciente plátano pegado a la pared con cinta americana en el Art Basel de Miami. El plátano se titula Comedian, comediante. Es una suerte de autorretrato.

No es la primera vez que en el arte se usa el plátano para significar mofa. Ya lo hizo Andy Warhol o Guerrilla Girls. «Vivo en un planeta donde los hombres resbalan con cáscaras de plátanos», canta Mucho Muchacho en «Buah!».

Autorretrato comiendo un plátano (1982). Andy Warhol. Imagen: Pinterest

Comedian es una bufonada sin mayor interés que ha conseguido captar la atención, no tanto la del mundo del arte, sino la de fuera.

Se supone que ha vendido tres copias de la pieza por 120.000 dólares cada una. Oro parece, plátano es. Algunos medios de comunicación cubrieron la noticia. Un escándalo. Llegados a este punto hace falta recordar que el precio es lo que alguien esté dispuesto a pagar. Un plátano y un trozo de cinta americana tienen un coste de producción que no llega ni a un dólar. Si el plátano fuese de oro macizo, el coste de producción rondaría los 7.000 dólares. No es lo mismo coste que precio. Ni en arte, ni en prácticamente nada.

El artista David Datuna arrancó el plátano de la pared y se lo comió. Otro día el plátano estaba tan maduro que se cayó al suelo y los galeristas lo reemplazaron por otro. Noticias súper importantes.

El Art Basel es una de las ferias de arte más relevantes, sin embargo, algunos medios de comunicación sólo prestaron atención al dichoso plátano. Una anécdota trivial para el mundo del arte convertida en circo mediático. También hay quien habrá leído este articulo hasta el final gracias a un maldito plátano. Si hay un problema con esto, ¿dónde está en realidad?

Para saber más:

Oskar González (2019) La tabla periódica en el arte: Oro kimikArte / Cuaderno de Cultura Científica

Sobre la autora: Déborah García Bello es química y divulgadora científica

1 comentario

  • Avatar de Javier

    Me parecen mucho más interesantes las pintadas de los gamberros en los vagones de los trenes que…esta majadería del plátano.

    El arte no es arte porque lo diga el autor. Ni aunque sea famoso. Ese calificativo hay que ganárselo. Como lo hicieron Leonardo o Rembrandt.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos obligatorios están marcados con *