La geodiversidad que nos rodea

Fronteras

El pasado 5 de junio se celebró el Día Mundial del Medio Ambiente y, aunque no os lo creáis, es una efeméride muy geológica. Generalmente, cuando hablamos de medio ambiente la primera imagen que nos viene a la cabeza está relacionada con la biodiversidad, es decir, con la diversidad biológica (flora y fauna) que se desarrolla en una zona. Pero rara vez pensamos en la geodiversidad, que es la variedad de procesos, estructuras y materiales geológicos que caracterizan ese territorio. Y, sin embargo, es la geodiversidad la que condiciona la biodiversidad que vamos a encontrarnos.

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Panorámica del Valle de Karrantza (Bizkaia) desde el monte Ranero, donde se observan los diferentes parches de vegetación desarrollados de acuerdo a la altitud y el tipo de roca. Imagen: Iranzu Laura Guede.

La geodiversidad de una zona es producto de la historia geológica de ese lugar. Una historia de millones de años de cambios, procesos y acontecimientos naturales que han quedado preservados en las rocas y estructuras que podemos admirar en el paisaje actual. Una historia que nos habla de nuestro pasado, presente y futuro como especie y como sociedad. Y, como he dicho antes, una historia que determina la flora y fauna que se va a desarrollar en esa zona. Como muestra, vamos con algunos ejemplos.

El contexto tectónico sufrido por un territorio controla su topografía, pudiendo encontrarnos con la generación de grandes elevaciones montañosas que afectarán al ciclo atmosférico y provocarán horizontes de distribución de fauna y flora en altitud. O, por el contrario, puede que se produzca el desarrollo de amplias zonas más o menos planas a las que se ha adaptado una biodiversidad completamente diferente.

El tipo de roca que aflora en una zona caracterizará el suelo que se va a generar en la misma. Por ejemplo, en áreas con abundantes afloramientos de rocas calizas se desarrollarán suelos ricos en carbonato cálcico, mientras que en terrenos donde dominan las rocas areniscas, nos encontraremos suelos con un alto contenido en sílice. Esto condicionará el tipo de vegetación que podrá asentarse en estas zonas y, por ende, afectará a toda la cadena trófica.

Geodiversidad acuática

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Pequeña laguna formada por la acumulación de agua en una pequeña depresión del terreno en Añavieja (Soria). Imagen: Antonio Pérez.

La cantidad de agua disponible en el terreno también depende de las características geológicas del mismo. Por un lado, rocas porosas, como las calizas o los basaltos, permiten que el agua circule y se acumule en ellas, generando reservorios acuáticos tanto en superficie como subterráneos. Por otro lado, la erosión diferencial de los materiales geológicos o los procesos de hundimiento del terreno, generalmente debidos a esfuerzos tectónicos extensivos, favorecerán el desarrollo de zonas deprimidas del terreno en donde puede acumularse el agua, dando lugar a lagos y lagunas con una biodiversidad muy variada.

Playa de Oyambre (Cantabria) formada por arena fina. Imagen: Blanca María Martínez

Los ambientes litorales tampoco se libran de estar condicionados por la geología. El tipo de rocas que afloran en las zonas costeras y la disposición de las capas de esas rocas con respecto a las corrientes de oleaje y las mareas (es decir, si las capas se orientan de manera perpendicular o en paralelo a la línea de costa), determinará su grado de erosión o fragmentación, por lo que podremos encontrarnos con ambientes que varían entre playas de arena muy fina y acantilados rocosos. Mientras que en el primer medio abundarán organismos excavadores que viven enterrados en la arena, en el segundo tendremos una predominancia de los que habitan fijados a las rocas.

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Litoral rocoso en Castro Urdiales (Cantabria). Las capas de rocas carbonatadas se disponen inclinadas con una orientación prácticamente perpendicular a la acción del oleaje. Imagen: Blanca María Martínez

Y estos son solo algunos ejemplos muy generales, porque podemos entrar al detalle que nos apetezca y seguiremos encontrando la misma relación geodiversidad – biodiversidad. La composición química y estructura interna de las rocas, así como los procesos y estructuras geológicas que se han producido en una zona a lo largo de millones de años de historia, dan lugar al desarrollo de diversos medios ambientes con características muy diferentes en los que se desarrollan una flora y una fauna adaptada, en muchas ocasiones de manera muy específica, a dichas condiciones. Sin esa historia geológica no tendríamos el paisaje que vemos hoy en día cuando miramos a nuestro alrededor. Y esto debe llevar a plantearnos que, si queremos conservar y proteger nuestra biodiversidad, antes debemos empezar por cuidar, y comprender, nuestra geodiversidad.

Para saber más:

¿De qué está hecha la arena?
Oh, blancos acantilados
Los volcanes submarinos de Bizkaia y Gipuzkoa

Sobre la autora: Blanca María Martínez es doctora en geología, investigadora de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y colaboradora externa del departamento de Geología de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV/EHU

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