Los dibujos animados japoneses, más conocidos por estos lares como animes, se han convertido en un auténtico fenómeno de masas por todo el mundo. Aunque aquí los consideremos como un mero material de entretenimiento, en Japón buscan algo más, ya que se utilizan para mostrar a la población la historia, cultura y vida común en su país. Por eso, a diferencia de lo que podemos pensar inicialmente, no son un producto dirigido únicamente a la población infantil. Encontramos innumerables estilos y temáticas (terror, fantasía, deportes, comedia y un larguísimo etcétera) enfocados a todos los públicos objetivos que nos podemos imaginar, desde juvenil hasta adulto y desglosado por sexo y edad.
Uno de esos estilos se centra en escenas de la vida cotidiana y está dirigido a chicas adolescentes estudiantes de secundaria, por lo que las series animadas tratan temas tales como el compañerismo, la amistad, el primer romance y, sobre todo, la toma de decisiones transcendentales para estas jóvenes de cara a su futuro más inmediato. Y aquí es donde encontramos un anime titulado Koisuru Asteroid, algo que podríamos traducir como Asteroide Enamorado.
Lo que hace particular a este anime, o al menos lo que ha captado mi atención, es la historia de fondo del mismo. Sin hacer muchos spoilers, la adolescente protagonista comienza los estudios de secundaria y decide apuntarse al Club de Astronomía de su instituto. Sin embargo, descubre que ese club se ha fusionado con el Club de Geología para crear el Club de Ciencias de la Tierra, así que se une a otras compañeras para hacer actividades relacionadas con esta temática fuera de su horario lectivo.
Esas actividades extraescolares son realmente interesantes y estimulantes, ya que buscan despertar la curiosidad entre las chicas y les aporta un aprendizaje colectivo basado en su propio esfuerzo e investigación. Y la serie toca muchas subdisciplinas de la Geología, mezclando varias de ellas con la propia Astronomía, mostrando la estrecha relación que existe entre dos ciencias que, a priori, parece que no tienen nada en común, pero dándonos a entender el motivo por el que el club se denomina Ciencias de la Tierra. Aunque, en realidad, deberían haberle puesto la coletilla “y del Espacio” al final. Para ello, os voy a dejar con algunos ejemplos de lo que podemos ver a lo largo de sus 12 capítulos.
En uno de los primeros capítulos quedan para pasar el día junto al lecho de un río, donde recogen diversas muestras de rocas y minerales, encargándose las más veteranas de clasificarlas y explicarles sus propiedades a las novatas. Culminando la jornada con una observación astronómica gracias a un telescopio portátil, donde discuten sobre las características geológicas y la formación de diversos planetas y satélites del Sistema Solar.
Otro día deciden ir a relajarse a unos baños termales, en donde comentan que existen diversos tipos de aguas medicinales de acuerdo a su composición y que esta depende de los materiales rocosos que atraviesa el agua caliente en su periplo subterráneo. Incluso explican que esa agua subterránea, o bien procede del agua de lluvia que se ha infiltrado por el terreno, o bien se trata de un agua que puede considerarse fósil porque lleva mucho tiempo acumulada bajo tierra.
Incluso hacen pequeños campamentos de fin de semana. En uno de ellos deciden visitar un Museo Geológico, donde piden una cita con uno de los investigadores del centro para que les ayude a identificar un fósil que encontraron en el lecho del río. El investigador no solo les clasifica el resto que encontraron las jóvenes, sino que también les enseña a leer un mapa geológico para localizar el lugar de procedencia de la roca arrastrada por el agua y les explica todo el proceso de formación del fósil desde que el organismo estaba con vida hasta la actualidad.
También participan en el típico festival cultural que organizan los centros educativos japoneses a finales del verano. Y una de las cosas que se les ocurre hacer es extraer un testigo de sondeo del patio de la escuela para analizarlo y explicarles tanto al profesorado como al resto del alumnado las características del sedimento, descubriendo que hay varias capas de fango y arcilla impermeables, lo que provoca que el jardín no drene del todo bien el agua de lluvia y acabe siempre encharcado.
Y, como colofón, una de las protagonistas decide presentarse a las Olimpiadas de Geociencias, un examen que evalúa los conocimientos en Ciencias de la Tierra de estudiantes de secundaria de todo el país, teniendo como premio ir al campeonato internacional representando a Japón. Por supuesto, las preguntas no son solo de Geología, sino que también incluye un buen número de cuestiones sobre Astronomía, mostrando, una vez más, la relación entre ambas disciplinas científicas.
Solo he puesto algunos ejemplos muy resumidos de lo que nos depara esta serie. Realmente, considero este anime como una manera fantástica de acercar la Geología al público adolescente de una manera amena y divertida, recomendando su visionado a todo el mundo, ya sean jóvenes con cierto interés por las Ciencias de la Tierra como docentes de Ciencias de la Tierra en Educación Secundaria y Bachillerato. Y, aunque pueda parecer todo ficción o simplemente cosas chulas que hacen en el lejano Oriente, en realidad también aquí tenemos muchas actividades de iniciación a las Ciencias de la Tierra pensadas para que participen adolescentes. Pueden acudir a lugares como el Museo Geominero, donde encontrarán expuesta una amplia colección de rocas, minerales y fósiles realizando una visita guiada. Asistir a las excursiones del Geolodía o solicitar una Geocharla de las ofertadas por la Sociedad Geológica de España para los centros educativos, compartiendo una mañana con profesionales de las Ciencias de la Tierra. Participar en las Olimpiadas de Geología organizadas por la Asociación Española para la Enseñanza de las Ciencias de la Tierra. O presentar sus proyectos de investigación en concursos como Ciencia en Acción o Ciencia Clip.
Después de ver esta serie y sabiendo la de opciones que existen hoy en día para que las futuras generaciones se interesen por la Geología, ojalá pudiese volver a tener dieciséis años otra vez, porque me apuntaría a todo. Así que, si sois progenitores o docentes de jóvenes con cierta inquietud por las Ciencias de la Tierra, no os cortéis en imitar a la profesora de este anime e informaros sobre todas las opciones que tenéis a vuestro alcance y de las que yo solo he nombrado unas pocas. El futuro de la Geología está en juego.
Para saber más:
Sobre la autora: Blanca María Martínez es doctora en geología, investigadora de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y colaboradora externa del departamento de Geología de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV/EHU