Y minerales que curan

Fronteras

sal
Hay un dicho muy famoso que me encanta, porque tiene un gran componente geológico, y que suelo aplicarme en esta vida cada vez que algo me sale rematadamente mal o, por el contrario, tengo una suerte tremenda: “dar una de cal y otra de arena”.

Pues esto es lo que he hecho en mis dos últimos artículos con los minerales. Mientras que en el anterior me centraba en aquellos que, de una manera u otra, pueden ser perjudiciales para nuestra salud, en esta ocasión voy a hablaros de algunos minerales que son más que beneficiosos para el ser humano. Pero voy a intentar no coger un camino fácil y poneros algunos ejemplos que, espero, os resulten llamativos.

Removilización de las salmueras en las eras de desecación para favorecer la precipitación de la sal mineral en Salinas de Añana (Álava). Fuente: Fundación Valle Salado de Añana

Una de las maneras con las que me gusta sorprender y captar la atención del público más joven en actividades de divulgación es decirles que yo, todos los días, como minerales. Y eso que no soy una comerrocas del mundo de Fantasía de La Historia Interminable. Tras dejar que se lo piensen un poco, les respondo que, aparte de exagerar un pelín, esta afirmación se debe a que le echo sal a las comidas. Esa sal de mesa no es más que cloruro sódico (NaCl), un compuesto que se encuentra disuelto en algunas aguas y que, al precipitar, lo hace en forma de un mineral denominado halita. Para obtener esta sal de mesa tenemos dos opciones: o dejamos evaporar agua salada, que no tiene por qué ser exclusivamente agua marina, hasta que precipitan los cristales de halita, o explotamos depósitos minerales salinos formados por la evaporación natural de agua salada hace millones de años y que han quedado enterrados por materiales más modernos. Y no es necesario traer esta sal desde el Mar Muerto o el Himalaya, porque tenemos zonas de desecación de agua salada bien cerquita, como en Salinas de Añana (Álava), o explotaciones de depósitos formados hace millones de años, como en Poza de la Sal (Burgos) o Cabezón de la Sal (Cantabria).

Siguiendo con la comida, cada vez es más frecuente encontrar alimentos enriquecidos en calcio, tales como leche o galletas. Pues ese elemento se extrae, principalmente, de minerales como la calcita o el aragonito, que están formados por carbonato cálcico (CaCO3). Pero esto no quiere decir que se machaque el mineral hasta hacerlo polvo y se añada directamente a la leche, es necesario hacer un tratamiento químico para asegurar que es un producto comestible que no entraña ningún problema de salud para las personas.

Aquí no termina la relación entre la calcita y la comida. Si tenemos algún problema para hacer la digestión, generalmente nos tomamos un antiácido. Pues uno de los principales componentes de este medicamento es el carbonato de calcio. Y si bien es cierto que hace siglos directamente molían los cristales de calcita y tomaban el polvo para aliviar los problemas y las úlceras estomacales, hoy en día los antiácidos que podemos adquirir en las farmacias están debidamente testados y procesados.

Después de comer, lo recomendable es lavarse los dientes empleando una pasta dentífrica para evitar las caries y enfermedades bucales, y aquí también aparecen los minerales. Al cepillarse los dientes, lo que limpia nuestra dentadura no es la espuma que genera el dentífrico, sino unas pequeñas partículas minerales que hacen de abrasivo y retiran los restos de comida que se han quedado adheridas al esmalte dental. Para ello los minerales más utilizados son la caolinita, un tipo de arcilla con fórmula química Al2Si2O5(OH)4, y la calcita, así como la diatomita, que es una roca formada por la acumulación de diatomeas, unas algas acuáticas que construyen un caparazón silíceo (SiO2).

Zona de entrada de una antigua explotación minera de glauberita en el valle del Jarama (Madrid), en el Lugar de Interés Geológico (LIG) “Escarpes salinos y yacimientos de sulfato sódico del Jarama”. Fuente: Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC)

Un ejemplo muy curioso es el del sulfato sódico (Na2SO4). Este compuesto se utiliza para la síntesis de enzimas para la elaboración de vino. También se emplea en farmacia como excipiente de ciertos medicamentos, como el Paracetamol, lo cual viene muy bien tener a mano cuando te pasas tomando vino. Y es uno de los componentes principales del detergente en polvo, que es básico para poder limpiar las manchas de vino del mantel o la ropa. Pues el sulfato sódico se obtiene, principalmente, de tres minerales, la thenardita y la mirabilita, ambos de fórmula química Na2SO4, y la glauberita, formado por sulfato sódico y cálcico (Na2SO4·Ca2SO4). Y hay que destacar que España es actualmente el único país de la Unión Europea con explotaciones de menas de estos minerales, con minas en las provincias de Burgos, Madrid y Toledo.

Ya que he entrado en el mundo de la limpieza, algo básico para asegurarnos una buena salud es fregar a conciencia el menaje de cocina después de las comidas, por lo que no puede faltar en la fregadera un buen estropajo. Seguro que os habéis fijado en que tienen diferentes colores según su dureza, siendo el verde y el azul los más comunes. Pues esta dureza depende de los minerales que se incluyan en la composición de los estropajos, entrelazados en las fibras sintéticas que los forman: los más suaves incluyen partículas de calcita, mientras que los más duros tienen fragmentos de cuarzo(SiO2).

Cristales de talco de la mina San Andrés (Puebla de Lillo, León) de diferentes tonalidades: 1- talco blanco, 2- talco rosado y verdoso, 3- talco negro, del Lugar de Interés Geológico (LIG) “Yacimiento de talco y pirita de Puebla de Lillo”. Fuente: Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC)

Para terminar, me voy a pasar al ámbito de la higiene personal. Y el principal ejemplo que nos viene a la cabeza de mineral utilizado para este cometido es el talco (Mg3Si4O10(OH)2). Pero hay que tener cuidado con él, ya que debe superar un estricto control de calidad para poder ser utilizado como producto cosmético, porque puede estar acompañado de otros minerales del grupo de los asbestos o de materia orgánica que podrían llegar a ser tóxicos para el ser humano. Otro ejemplo bastante conocido es el de los desodorantes o antitranspirantes conformados por la denominada “piedra de alumbre”. Alumbre es el nombre que recibe un sulfato generalmente de aluminio y, en el caso de los desodorantes, el más empleado es el alumbre de potasio, que se obtiene de un mineral llamado calinita (Kal(SO4)2·12H2O).

Y mejor me paro aquí, porque podría seguir poniendo cientos de ejemplos como estos, pero creo que ya os habéis hecho una idea de la importancia de los minerales en nuestra salud. Aunque no quiero terminar sin recordar una obviedad: los minerales no son ni buenos ni malos, todo depende de su composición química y del uso que les demos los seres humanos.

Para saber más:

Serie Introducción histórica a la mineralogía
Ingredientes para la receta: La sal común

Sobre la autora: Blanca María Martínez es doctora en geología, investigadora de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y colaboradora externa del departamento de Geología de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV/EHU

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